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Dos nuevos muertos en accidentes españoles en los Alpes suizos y en los altos Pirineos

Antonio Guerrero

Los accidentes de montaña suelen ser actualidad todos los veranos, pero en el presente parecen haber adquirido una especial incidencia por distintas causas. Los riesgos y la inexperiencia son los principales. Los Alpes y los Pirineos han sido escenarios de muchas muertes, incluidas las de bastantes escaladores españoles. Ayer mismo se conocieron dos más. El domingo, en el Cervino -Alpes suizos-, se despeñó Iñaqui Goñi, de Pamplona, al resbalar en una placa de hielo y caer más de treinta metros, a 4.000 de altitud. Anteayer, Manuel Segovia-Casas, estudiante madrileño, murió asfixiado por su propia cuerda cuando intentaba el ascenso del pico La Tour, en los Altos Pirineos.Mientras del accidente de Iñaqui Goñi no se conocen más datos, sobre la muerte del escalador madrileño, AFP informaba ayer, desde Argeles-Gazost, que a unos 2.900 metros de altitud perdió el contacto con la pared y quedó suspendido en el vacío. Aunque permaneció así durante doce horas, murió estrangulado por su propia cuerda a los pocos minutos. Le acompañaba en la escalada Rojo Muñoz, empleado administrativo. Los miembros de las Compañías Republicanas de Seguridad, alertadas por el guarda del refugio Breche de Roland, no pudieron llegar a Argeles-Gazost, lugar donde se encuentra enclavada La Tour, hasta ayer por la mañana, para rescatar el cadáver.

Aunque los accidentes se producen a veces por causas fortuitas -como las avalanchas, debido al calor, muy acusado este verano, que derrite la nieve rápida e inesperadamente-, cabe sacar la conclusión de que, a pesar del buen material y la alta técnica que poseen los montañeros, a los españoles, concretamente, les falta experiencia para solventar los problemas que pueden surgir en macizos de tanta envergadura. Todo ello queda avalado por la edad de los fallecidos: casi todos con menos de veinte años. No se puede culpar de su muerte a la preparación.

Entonces, ¿por qué los accidentes? Precisamente por los riesgos sufridos al apurar al máximo sus posibilidades. La gran calidad de los jóvenes queda patente desde sus puntos de escalada habituales (en zonas del interior, como, por ejemplo, La Pedriza, en Guadarrama), y ellos mismos son conscientes. Por eso quizá se «saltan», pensando que no es fundamental, las cotas progresivas que los veteranos suelen indicarles que superen hasta llegar a los Alpes o Pirineos: Gredos o Picos de Europa, por ejemplo. No es lo mismo reaccionar ante las dificultades de escaladas españolas que ante otras extremas de los Alpes, donde las fortísimas tormentas se desencadenan inesperadamente.

De todas formas, tal vez el álarmismo haya sido excesivo aún este año, pues «el tributo artual» aún no ha sobrepasado cotas anteriores. En la Federación Castellana de Montañismo, por ejemplo, han controlado unas 2.000 salidas a macizos extranjeros, y el saldo de muertos es de tres, por nueve en estas mismas fechas el año pasado y trece en 1978.

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