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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El programa de Reagan

FIDEL CASTRO, desde Nicaragua; Breznev, desde Moscú, truenan contra la «plataforma» republicana y contra la personalidad derechista de Reagan, el cual devuelve fácilmente él bumerán: «Si Rusia quiere a Carter como presidente, es una razón más para que Estados Unidos vote contra él». Dentro de la opción conservadora que representa el Partidó Republicano, ha triunfado el ala más derechista. Kissinger ha sido acogido como un débil, como un entreguista: su período en la Secretaría de Esta do les parece a estos genios fuertes del viejo fondo del imperio como el origen de todos los males del país. Por tanto, fracasó el intento de que Ford fuese como vicepre sidente de Reagan -seria la primera vez que un antiguo presidente apareciera como vicepresidente- y la posibilidad de que Kissinger volviese a ocupar -en el caso del triunfo de Reagan- la secretaría de Estado. Pero la tradición, y la estrategia más consabida, requieren que cuando el candidato a la Presidencia sea un conservador, su compañero de ticket (de candidatura) sea un liberal -dentro de la relatividad-. La designabión de Bush responde a ese equilibrio, aunque su personalidad aparezca muy poco equívoca para el observador distanciado. Millonario tejano, admirador de Goldwater -el candidato republicano de 1964, mucho más a la derecha de lo que está hoy el propio Reagan-, hombre de Nixon, tuvo, sin embargo, dos cargos que te hicieron sospechoso a los ojos de los ultras de su propio partido: Ford le nombró representante en Pekín, para organizar la apertura hacia China, y luego le pulo al frente de la CIA, en la época en que se trataba de corregir, al menos aparentemente, los excesos de la etapa anterior. Sus relaciones con la Trilateral, que la izquierda de Occidente considera como un organismo del imperio americano, le hacen tambiénsospechoso de ínternacionalismo para estas viejas rocas del partido, que están exaltando en estos momentos -y es lo que primordialmente representa Reagan- un regreso al nacionalismo más cerrado, y el rechazo incluso de los aliados europeos díscolos. Pero todo mejor que Ford, y sobre todo, mejor que una reaparición de Kissinger, cuya condición de judío sigue siendo poco recomendable para los wasp (siglas de «blancos anglosajones protestantes»), que dominaron la convención y, en estos momentos, el Partido Republicano. Reagan ha llegado así, después de una larga carrera de actor secundario en el cine y la televisión, a un verdadero papel de protagonista; hay bastantes motivos para pensar que puede llegar a ser protagonista absoluto en las elecciones presidenciales de noviembre. Y hay también motivos para creer que, si lo consigue, su guión cámbiará bastante, y que entre el desentierró del hacha de la guerra, que promete en sus discursos y que va a continuar proclamando durante toda la campaña electoral, y los actos presidenciales puede haber una diferencia notable. En los nueve años en que ha ejercido el puesto de gobemador de California hay bastantes pruebas de que se deja llevar más de lo posible y de lo práctico que del idealismo ultra que pronuncia. Dejándose llevar de este optimismo de la resignación, hay quien llega a la conclusión de que puede ser mucho más peligroso Carter, con su versatilidad y su falta de decisiones concretas, que pueden llevarle en un momento dado a aventuras tan irresponsables como la del envio del comando a Irán.

Siguiendo aún en la suposición de que Reagan llegase a la Presidencia, hay que pensar que probablemente el Partido Demócrata seguirá teniendo la mayoría en el Senado y en el Congreso, e incluso la ampliará, lo cual puede significar una rémora para un posible aventurismo de Reagan.

Lo que posiblemente sea más practicable de su programa es un regreso a una derechización en la política interior: en los temas de la seguridad social, en el control de la energía, en los impuestos, en una legislación más favorable para las grandes industrias. El Partido Republicano considera que esta política es la que le puede proporcionar mayor número de votos.

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