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Zoetemelk, en camino de ganar su primer Tour

El Tour-80 llegó a la montaña en su decimotercera etapa, pero, en lugar de alcanzar el punto álgido de expectación, lo hizo con la tristeza general por el abandono del gran favorito, Bernard Hinault, incapaz de tomar la salida ayer. Aunque el vencedor en la meta, tras una gran demostración en solitario, fue el buen escalador francés Raymond Martin, el líder reforzado ya es el holandés Joop Zoetemelk, que tiene, por primera vez, grandes posibilidades de adjudicarse el Tour. Los españoles, pese a dar, al fin, señales de vida volvieron a perder mucho tiempo, y el mejor fue Belda, a 5.03 de Martin y a más de minuto y medio del primer pelotón de hombres fuertes.

El Tour, evidentemente, se ha vuelto más abierto, pues el dominio de Hinault terminó con su abandono. La tendinitis rotuliana en su pierna derecha no acabó de mejorar, y antes de sufrir un serio descalabro en la durísima primera etapa pirenaica, Pau-Luchon, de 198 kilómetros, prefirió irse a su casa, con su mujer e hijo. Zoetemelk, que no ganó la etapa, pero llegó en el primer grupo de escogidos, reforzó su posición, y ya sólo tendrá que temer a su compatriota Kulper, del Peugeot. Es otro hombre de segundas posiciones en los grandes momentos, como él, más combativo, pero menos completo. La gran ventaja de Zoetemelk, además, que empezó su temporada de forma floja, para ir tomando cada vez mejor forma, será su equipo, el Ti Raleigh, mucho mas compacto que el galo.El triunfo en la primera etapa montañosa, sin embargo, no fue ni para el Raleigh ni para el Peugeot, sino de forma absoluta para el Miko Mercier, precisamente el antiguo conjunto de Zoetemelk. Su hombre más escalador, Raymond Martin, se dio un verdadero «paseo» de cerca de cien kilómetros. Empezó pasado el Aubisque, ya en el Tourmalet (que se pasó sin pro blemas, pese a que tenía nieve hasta hace pocos días) y continuó en el Aspin y el Peyresourde. El éxito de su equipo fue que su compañero, el sueco Nilsson, ahora jefe de fila del Miko, llegó a 3.13, ligeramente destacado del grupo perseguidor de hombres fuertes, que también encabezó otro coequipier, Seznec, a 3.27 de Martin. En ese grupo iban hombres relativamente modestos, como el también galo Albano, el noruego Wilmann, pero también los importantes, como Zoetemelk, Agostinho, De Muynck, Bernaudeau y Kulper. El primer español, Belda, lo hizo a 5.03 de Martin, en solitario, y a cerca de ocho minutos, con Lubberding, lo hicieron Alberto Fernández, Lejarreta y Thevenet, éste poco más tarde. Torres, el español mejor clasificado hasta ayer, perdió quince minutos.

Evidentemente, la actuación española, que parecía poder mejorar con la llegada de la montaña, volvió a demostrar la incapacidad manifiesta del ciclismo profesional actualmente en nuestro país. El tema Hinault, que abandonó con lágrimas, tras decírselo a Fléix Levitán, el director de Organizacion, pocas horas después de la llegida a Pau, en la duodécima etapa, no puede acallar la lamentable imagen que cada día ofrece el deporte de las dos ruedas español. Como quizá en otros deportes o países no estaría de más olvidarse del Tour el año próximo, mientras los resultados en otras pruebas de inferior categoría, incluidas las pruebas clásicas belgas o francesas, de un día, no puedan garantizar al menos un resultado digno. Los líos con los controles antidoping en pruebas modestas, como la Vuelta a Asturias del año pasado, y otras posteriores. demuestran que los corredores hispanos necesitan de «ayudas» para funcionar al nivel bajo en cuanto se acercan a Europa. Su situación es comparable al que anda mientras los demás corren. El terreno llano o en subida ya es igual.

El francés Le Guilloux fue el que propició el primer ataque de la etapa de ayer. Cirille Guimard, director del Renault, quería demostrar que no todo se perdía con la retirada de Hinault, y que Bernaudeau podía ser un gran sustituto Pero luego Martin y Zoetemelk demostraron lo contrario.

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