Un quite
oportunísimo del concejal socialista Jesús Cabezón salvó a Juan Hormaechea, alcalde de Santander, de la comprometida situación en la que se encontraba. El marco de tal evento, informa Víctor Gijón, no fue, como parecería lógico, el salón de plenos del Ayuntamiento de Santander, sino la plaza de toros de la ciudad. Allí se habían encerrado a las dos y media de la tarde concejales centristas, socia listas, comunistas e independientes, y al frente de todos ellos el alcalde, para entretener el ocio toreando unas vaquillas.Quites al margen, se evidenciaron las buenas maneras del concejal comunista Martín Silván, dispuesto en todo momento a dar la cara; así como el
toreo de salón, entre vaquilla y vaquilla, de los ediles de la agrupación independiente, si bien la aparición de aquellas en el ruedo era razón suficiente para que pasasen a ocupar plaza en el burladero. Un representante de la prensa salió mal parado al pretender dar un pase utilizando un ejemplar de EL PAIS como muleta. El espontáneo debió ser sacado in extremis de debajo de la «fiera» por alcalde y concejales.
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