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Montañismo

El Artico, objetivo de una expedición castellana

Antonio Guerrero

Cuando en todo el mundo se organizan grandes expediciones con unos presupuestos enormes, un numeroso equipo humano y unos medios muy sofisticados, en busca de conquistar picos famosos que ofrecen una gran publicidad, un pequeño grupo madrileño parte a finales de este mes hacia el Artico para escalar sus montañas con pocos medios y mucha ilusión. Quizá estos picos no suenan tanto como los del Himalaya, pero su importancia y dificultad son similares. Aun así, la ayuda oficial o comercial que han recibido es casi nula. Igualmente, la información que tienen sobre la zona es muy escasa, por lo que estos montañeros salen casi a la aventura.

Son ocho personas en total: dos mujeres y seis hombres. Almudena García Azucena López, Juan José Tomé, José Luis Ibarzábal, José Manuel Castro, Javier Valero, Javier Novoa y Víctor Manuel Estefanino forman un grupo de montañeros muy jóvenes, pues el mayor tiene veinticinco años. Pertenecen a la sociedad deportiva Aralar y un buen día decidieron organizar una expedición a su gusto, «su» expedición. Y comenzaron a hacer planes sobre el lugar más frío y solitario del mundo: el Artico. La información sobre la zona es escasa y tuvieron que ponerse en contacto con otros grupos extranjeros que habían ido anteriormente.En principio irán en automóvil hasta Tromso (Noruega) y desde allí tomarán un avión que les depositará en una de las islas Spitzberg (cuyo nombre significa «Montañas Agudas»), concretamente en la llamada isla del Príncipe Carlos, en la localidad de Longyearbyen. Esta es una de las tres ciudades existentes en esa isla (una de ellas, Barentsburg, es una base soviética) y pertenece a Noruega. Es administrada por un gobernador y su riqueza fundamental son las minas de carbón. Allí deberán pasar un control, sobre todo para que las autoridades puedan comprobar que están perfectamente equipados para internarse, en la zona y les den los permisos necesarios. Después buscarán a alguien que les lleve en barco hasta el Cono Sur, que es donde está su principal objetivo: el pico Hornsuudtind, de 1.436 metros, lo cual es bastante altura si se tiene en cuenta que se parte desde el nivel de¡ mar y, que además tiene gran desnivel. También piensan subir a un pico cercano, el Mehesten. El campamento base lo instalarán en el valle Samarinbreen y, tina vez concluyan las escaladas, recorrerán todo el glaciar hacia el Sur con esquíes. Aquí el mayor problema lo constituirán la gran cantidad de osos que pueblan la zona, por lo que han solicitado permiso de armas para poder llevar tres rifles como defensa. Igualmente han ideado un sistema de alarma que rodeará todo el campamento.

Hay que tener en cuenta que en todo este Cono Sur no existe ninguna población, por lo que llevarán una emisora de radio que les mantendrá comunicados con Longyearbyen.

Aventura

Por lo dicho, parece que está todo muy organizado, aunque no es así. «Vamos», nos dice Almudena, «por conocer esa zona, porque nos gusta el riesgo y, sobre todo, por la aventura. No sabemos siquiera si encontraremos el barco que nos lleve a nuestro destino y la información que poseemos es escasa. Pero aun así, vamos». La verdad es que se siente que podrán hacerlo. Ellos son montañeros de los que van quedando pocos. Entienden el montañismo de una forma espiritual, como una filosofía. Para ellos es una forma de vida y en este sentido se autoencuadran en la forma de pensar del austríaco Reinhold Messner, que no entiende el espíritu competitivo que está surgiendo en el montañismo mundial.Al tocar el tema del dinero se llega a las conclusiones casi habituales. En estas expediciones «no oficiales» ocurre siempre lo mismo. Se necesita mucho dinero para poder abordar este viaje. Han buscado ayuda en las casas comerciales y no han recibido respuesta. Algunas tiendas les han hecho buenos descuentos, pero eso es todo. Su club, el Aralar, aunque modesto, les ha prestado alguna ayuda, pero los gastos importantes los han sufragado por su cuenta, aportando cada uno unas 1,00.000 pesetas de momento (puede ser más). La federación les va a dar unas 50.000 pesetas, lo cual es casi ridículo.

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