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El Nottingham, campeón afortunado

No ganó el mejor. El campeón, el Nottingham inglés, fue un equipo lo más parecido que pueda encontrarse al viejo estilo italiano. Durante el primer período se defendió mucho más que atacó, y en el segundo pasó de la raya divisoria de ambos terrenos no más allá de cuatro veces. El fútbol que nos ofrecieron los dos teóricos mejores equipos de Europa no fue nada brillante. No vimos el típico fútbol inglés, y tampoco tuvimos ocasión de admirar al Hamburgo explosivo que eliminó al Real Madrid.En el primer cuarto de hora dominó el Hamburgo territorialmente. Pivotó sobre Keegan e intentó entrar por el lado izquierdo, en donde Memering se zafaba con cierta facilidad del marcaje de Mills. El Nottingham se quedó arrinconado y trató de defenderse con el mayor número de efectivos posibles. Hasta nueve hombres llegó a colocar por delante de Shilton, con sólo Birtles en avanzadilla.

El Nottingham estuvo agazapado, y hasta el minuto dieciocho no lanzó su primer disparo a puerta. Pero fue como una premonición esa primera expedición seria hacia la zona de Kargus, un portero que quiere ser en lo antiestético el doble de Maier. El gol del Nottingham llegó en una avanzadilla por el lado izquierdo, que era el más vulnerable, porque Kaltz no andaba demasiado fino. Afortunadamente para el Hamburgo, su lateral derecho en el segundo tiempo mejoró.

El gol solamente espoleó al Hamburgo un par de minutos, pero el tanto que te fue anulado por doble fuera de juego pareció como si le quitara de un golpe todo su genio. De ahí hasta el final todo volvió a ser lo mismo; el Nottingham, atrás amarrando, y el Hamburgo, dedicado a sobar la pelota y, con ello, a dar tiempo a los ingleses a montar una barrera defensiva que en el segundo tiempo mejoró con mucho las más históricas del fútbol italiano.

El Nottingham se distendió un poco más con el gol de ventaja, y hasta Anderson, su lateral derecho, se fue hacia el área contraria en varias ocasiones. Pero todas las alegrías duraban segundos. Inmediatamente después volvía a lo suyo: a la defensa masiva.

El Hamburgo en este primer período no dio sensación de peligro más allá de dos veces. Keegan, magníficamente marcado por Burris, pasó inadvertido demasiado tiempo.

La segunda mitad fue una especie de partido jugado sobre un frontón. Los ingleses hicieron gala de una gran defensa, que fue capaz incluso de anular a Hrubesch, que fue alineado en el segundo tiempo como último recurso, pese a que no se encontraba en buenas condiciones físicas. La salida del delantero centro titular del Hamburgo provocó serios apuros dentro del área inglesa. Mientras Lloyd había estado como auténtico hombre libre durante medio partido, en la continuación se tuvo que dedicar a Hrubesch, cuya corpulencia no podía ser contrarrestada por otros defensores. Keegan pudo dedicarse a huir del centro del área y a convertirse en un centrocampista más, para con ello tratar de sacar de la defensa a su marcador, que había sido uno de los hombres más efectivos. Pero la estratagema no sirvió de gran cosa. El Hamburgo, volcado sobre el área contraria, basó todo su poder ofensivo en los balones altos, pero Hrubesch no pudo hacerse con ellos, y las ocasiones de peligro fueron bien resueltas por Shilton. El empate se mascó durante todo el segundo tiempo, pero en el minuto 31 un disparo impresionante de Nogly, desde la línea media inglesa, fue detenido espectacularmente por Shilton, que un minuto más tarde realizó otra portentosa parada a un disparo que le enviaron desde tres metros. El portero y los defensores ingleses fueron, en definitiva, quienes lograron la Copa.

En pleno acoso alemán, y cuando ya parecía imposible la defensa del solitario gol, Birtles, a dos minutos del final, dispuso de la única ocasión clarísima de gol que se produjo en todo el partido. En un contraataque, y en solitario, logró plantarse ante Kargus, pero en el mismo borde del área se dejó atrás el balón.

El partido no fue de excepción. Fue una final más. Ganó quien tuvo más suerte.

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