El Osasuna, un vendaval

El encuentro, decisivo para las aspiraciones del Castellón y Osasuna, fue una muestra clara del fútbol que practica el equipo de Pamplona y de la capacidad de su afición. Osasuna y Castellón salieron al terreno dejuego dispuestos a no perder. Los jugadores osasunistas, como habitualmente lo hacen cuando juegan en El Sadar, fueron un auténtico vendaval, a pesar de los nervios y de la imprecisión de los primeros minutos. El Castellón planteó el partido para cansar al equipo de casa, y en la primera mitad casi lo consiguió.En El Sadar se hizo un silencio casi sepulcral, mientras los jugadores del Castellón se abrazaban tras su gol. Pero, como en otras ocasiones, la afición pudo más que el resultado. Como una sola persona, la hinchada osasunista empezó a tronar con su «bat, bi, iru, lau, Osasuna, gora» (1,2,3,4, aupa Osasuna) y no hubo manera de frenar las ganas del equipo para marcar.

Ocho minutos después, Echeverría, una máquina de hacer kilómetros, de subir y bajar sin darse tregua, lograba el empate gracias a un bote extraño del balón que engañó a Racic.

El segundo tiempo no fue peor en juego y emoción. Después de aguantar veintidós minutos de con tinuos acosos, el Castellón no pudo anular a los puntas del Osasuna que, en cinco minutos, por obra de Echevarría, solucionaron de forma definitiva el, encuentro. A partir de entonces, el campo se convirtió en los tendidos de sol de las corridas san fermineras, para cantar «a san Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, que lleve a Osasuna a Primera División ».

Cuando el partido finalizó, el campo se venía abajo, en medio de un griterío ensordecedor. Osasuna -toda la plantilla- tuvo que dar una vuelta al campo, mientras el Castellón era despedido con una gran ovación.