Martín Patino: "La Constitución no puede confundirse con un código de moral"
«La Constitución escrita, como expresión fundamental del ordenamiento jurídico, no puede ser confundida con un código de moral general y menos aún con unas tablas de la ley divina", dijo ayer el provicario de la diócesis de Madrid-Alcalá, José María Martín Patino, durante la conferencia que pronunció en el Club Siglo XXI sobre «La Iglesia y el desarrollo constitucional».El padre Martín Patino manifestó que muchas de las demandas que hacen los católicos más conservadores a nuestra Constitución y a las leyes que la desarrollan «tendrían razón de ser si éstas tuvieran que recoger todos los comportamientos deseables o todos los valores de ese orden moral objetivo». En opinión del citado sacerdote, de ahí arranca la raíz del múltiple desencanto de algunos cristianos, porque la Constitución les parece amarilla, «ni demasiado amiga de la comunidad católica, ni tampoco propiamente enemiga».
El conferenciante consideró que la conciencia cristiana debe vigilar y defender el pluralismo social, mucho más rico que el político y no confundible con él. Sobre la base de que no se puede transferir al Estado lo que puede ser poseído, organizado y realizado por los individuos de la sociedad, el padre Martín Patino señaló que «el repliegue del magisterio episcopal sobre la defensa de intereses institucionales de la Iglesia encuentra su explicación en ese temido intervencionismo estatal, opuesto a una concepción auténticamente democrática».
A título de ejemplo, el padre Martín Patino aludió a la diversa conducta de los cristianos ante el Estatuto de Radiotelevisión y el de Centros Escolares. Destacó la importancia del primero, que hoy ejerce una influencia aún mayor que la escuela, y criticó el hecho de que, según el citado Estatuto de RTVE, «la voz y la imagen que penetra en todos los hogares vaya a estar pura y simplemente en manos de los políticos».
En la primera parte de su conferencia, el provicario de la diócesis de Madrid-Alcalá situó la acción de la Iglesia dentro de un espacio que denominó conceptual, para distinguirlo del físico o espacial. «No es posible trazar una línea física», dijo, «que separe el sistema político del sistema religioso o eclesiástico.» Según él, los políticos no deben dejar de serlo a la hora de escuchar las demandas que provienen del sector religioso, ni los pastores de la Iglesia han de abandonar el dosel sagrado para formular valores o exigencias a toda la sociedad y concretamente al sistema político.
El conferenciante afirmó que el legislador católico, sin perder de vista los valores objetivos que él conoce por la fe, debe, en virtud de esa misma fe, «contemplarlos tal como se reflejan en la conciencia colectiva de los ciudadanos». Añadió que no todas las exigencias morales objetivas, aun en el caso de que fueran reconocidas como tales por una determinada comunidad, «tienen que ser incorporadas sin más al área de lo público y al orden jurídico. Esa incorporación tiene que venir postulada positivamente por el imperativo del bien común».
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