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Entrevista:

"Tenemos que hacer de UGT una central sindical mucho más plural y diversificada"

Pregunta. Con la firma del acuerdo-marco interconfederal, la Unión General de Trabajadores parece haber resucitado de sus propias cenizas y ha adquirido una presencia de la que antes carecía. ¿Cómo valora la organización el pacto suscrito con la CEOE?Respuesta. Sin propensión al triunfalismo, el acuerdo-marco ha resultado enormemente positivo para la UGT y el conjunto del movimiento obrero. Se han firmado más de doscientos convenios colectivos, que afectan a tres millones y medio de trabajadores. Cuando la negociación está prácticamente vencida, la media de incremento salarial obtenida es del 15,50%.

Por lo que se refiere a la organización, ha hecho que tengamos una UGT mucho más compacta, más homogénea, que defiende con una mayor intransigencia sus siglas. Ahora tenemos un referente y una alternativa determinadas y creo que ante la opinión pública lo estamos rentabilizando.

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No obstante, no todo ha sido positivo. También hemos cometido algunos errores en la negociación colectiva. Muchas veces hemos firmado convenios que no teníamos que haber firmado, no por su contenido, sino, quizá, por la poca representatividad de UGT en algún sector.

P. Entre los detractores del acuerdo-marco se acusa a la UGT de haber pactado con el Gobierno a cambio de contar con su apoyo para llegar a alcanzar el protagonismo sindical de que hoy disfruta. ¿En qué medida es esto cierto?

R. No solamente esto no es así, sino que, en la práctica, se ha dado la paradoja de que los empresarios privados han sido más receptivos en la negociación que el empresario-Estado. Los mayores conflictos por la negociación de los convenios se han registrado en la empresa pública. Nosotros hemos podido comprobar que el 75% de las empresas del Estado estaban en condiciones económicas de aceptar el acuerdo-marco. Sin embargo, la Administración ha partido en la negociación de porcentajes muy bajos, esperando la reacción del trabajador, lo que ha originado conflictos estúpidos. Ello demuestra que, por parte del Gobierno, hay unos hábitos contraídos en la época anterior que todavía no han sido superados.

La Administración ha querido sanear la empresa pública, de un año para otro, con el esfuerzo salarial de los trabajadores.

P. No obstante, el Gobierno, la autoridad laboral en concreto, ha dado todo tipo de facilidades para que UGT pudiera firmar convenios en solidario en sectores donde su representatividad era poco menos que testimonial.

R. En efecto, el Gobierno ha homologado convenios suscritos a nivel minoritario. Pero eso también ocurrió el pasado año y ello es debido al vacío sindical que en cierta medida aún registra el país. No creo, sin embargo, que la intención del Gobierno haya sido favorecer o potenciar a una deteriminada organización, sino que ha tratado de salir de una situación a la que ha sido incapaz de dar respuesta. Creo que, simplemente, el Gobierno se ha limitado a no poner impedimentos a un acuerdo entre trabajadores y empresarios.

P. Sin embargo, las críticas de Comisiones Obreras hacia la UGT aseguran que el acuerdo-marco ha supuesto -una traición a la clase obrera y que su coste habrá de notarse de manera negativa.

R. La campaña de Comisiones Obreras no nos va a perjudicar. Entre sus filas sí que existe desencanto a causa de la actitud que mantienen, convocando huelgas que luego tienen que desconvocar. En Comisiones Obreras se aprecia un cierto desbordamiento permanente. No voy a entraren si se debe a ciertos movimientos minoritarios en su seno, como ocurre con-el MC, pero lo cierto es que se nota una dinámica que hace que Comisiones Obreras, muchas veces, sea incapaz de controlar a sus propios afiliados.

A mí me preocupa la imagen de unas Comisiones Obreras que están perdiendo su carácter homogéneo. Parece que hubiera distintas Comisiones Obreras.

El desencanto que puede originar la falta de acuerdo entre las dos organizaciones nos perjudica a ambas, pero, en relación de precio, CCOO lo está pagando más que nosotros. Ellos no cuentan con una alternativa.

Nosotros hemos pasado de la indiferenciación que antes había entre las dos centrales a tener una organización con modelo y proyecto sindical distinto al de Comisiones Obreras. Ahora somos una organización mucho más compacta y creo que hemos conectado con la clase trabajadora.

P. ¿Se ha restablecido, pues, el equilibrio de fuerza entre las dos primeras organizaciones sindicales del país? ¿Quizá, si hubiera ahora unas nuevas elecciones sindicales, UGT se adelantaría a CC OO?

R. Nosotros no queremos fragilizar a Comisiones Obreras. Hay trabajo para las dos centrales, ya que aún existe un gran número de trabajadores que no se han decidido por ninguna de las dos organizaciones.

P. Sin embargo, las últimas invitaciones de Comisiones Obreras a UGT para establecer un acuerdo que, en alguna medida, restablezca la unidad de acción que pudiera existir antes del actual enfrentamiento, han sido desechadas sistemáticamente por UGT. ¿Tan sustanciales son las diferencias entre ambas centrales?

R. Nuestro criterio es conseguir una central mucho más diversificada, mucho más plural, para lo que hemos de incidir mucho más en la acción sindical que en la acción política. Esto es lo que nos diferencia fundamentalmente de Comisiones Obreras. Hemos llegado a una situación de diferencias abismales que en la práctica diaria hace imposible el entendimiento.

Por su propio comportamiento durante el franquismo, en cuanto a la penetración de la CNS, en Comisiones Obreras inciden mucho más los hábitos contraídos y, consiguientemente, cuesta mucho más superarlos. Y así como en la época franquista era buena cualquier huelga, porque nuestra obligación era, en aquella época, provocar huelgas, cuanto más duras mejor, porque estabas luchando por la democracia, la situación ha cambiado y ahora puede haber huelgas que sean necesarias, pero también hay huelgas que son tremendamente negativas que originan una frustración de los trabajadores e incluso pueden suponer trabas para el proceso democrático. Creo, pues, que Comisiones Obreras, por motivaciones políticas. no ha sabido todavía comprender esto.

P. Parece claro que, a partir de un determinado momento, que en el tiempo coincide con la firma del pacto suscrito con la CEOE en el pasado mes de julio, la Unión General de Trabajadores da un giro total a su estrategia. Algunas opiniones, incluso, afirman que es a partir de ese momento cuando se marca la estrategia de la UGT, hasta entonces inexistente. ¿Cómo ha sido este proceso de cambio o de despertar?

R. A raíz del fracaso de las jornadas de reflexión que organizó, en Castellana, 3, Abril Martorell, a finales de 1978, el movimiento sindical quedó marginado. La fijación de un tope salarial daba al traste con la actividad por entonces principal de los sindicatos, cual era las reivindicaciones del mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios.

En nuestras reuniones de ejecutiva llegamos a la conclusión de que era necesario crear el poder sindical. Para ello era imprescindible fijar un marco de relaciones laborales democrático, que diera lugar a la actividad de los sindicatos. De ahí nuestro empeño en defender las secciones sindicales en el Estatuto de los Trabajadores. Con el reconocimiento de las partes protagonistas de las relaciones laborales y de las secciones sindicales se aumenta el flujo de afiliación y se pierde sobrecarga ideológica y hacemos unas centrales que, sin perder poder de contestación, están en condiciones de dar alternativas no sólo en cuanto al cambio de sociedad, sino ante problemas concretos.

Ello nos llevó a sentarnos con los empresarios, lo que resultó muy difícil por las connotaciones que ello comportaba, ya que aún persistían los hábitos franquistas que hacían ver a cada empresario como un enemigo al que no podíamos ni hablar.

P. ¿Qué papel jugó el PSOE en este proceso?

R. El partido, en cierta medida, se sintió sorprendido por lo audaz del paso. Lo que ha hecho el partido ha sido apoyar esta estrategia de la UGT. En este sentido, algunos dicen que llevamos esta política porque existe la posibilidad de ir a un Gobierno de coalición y que lo que estaríamos haciendo sería facilitar la gestión de gobierno del PSOE. Lo que puedo decir es que la UGT ha estado en contra de los pactos de la Moncloa, ha estado muy en contra de la política de consenso y está en contra de un Gobierno de coalición. Si hemos seguido esta política ha sido en función de crear un marco democrático de relaciones laborales y dar fuerza a las centrales. El partido no nos ha impartido ninguna consigna, entre otras razones, porque el partido estaba en otros parámetros, con sus propios problemas internos.

P. Es de suponer, pues, que el partido obtenga alguna rentabilidad de la imagen de sensatez y responsabilidad que ofrece su central hermana.

R. En efecto, el partido puede resultar beneficiado por cuanto se le puede identificar como un partido que busca soluciones a unos problemas muy concretos que siente la clase trabajadora y que no lleva una política estúpidamente radical. Es un partido que, estando en la oposición, con un concepto de la sociedad distinto al del Gobierno, busca soluciones a los graves problemas estructurales que tiene este país en el terreno económico.

P. Sin embargo, el resultado de las últimas elecciones para los gobiernos autonómicos no parece avalar sus planteamientos.

R. El reflejo de las últimas elecciones no es aún valorable. Creo que se está registrando un fenómeno de erosión del Estado que no sé si se va a poder mantener. La falta de presencia de los partidos con implantación estatal en las regiones autónomas lleva a situaciones como la registrada en Cataluña, donde un partido nacionalista de otra región ha conseguido parlamentarios de la Cámara catalana.

En el terreno sindical ocurre otro tanto. En Euskadi y Andalucía, y también en Galicia, existe un sindicalismo nacionalista descolgado de las centrales sindicales con presencia estatal. Creo que esto es grave, y lo que no sé es hasta qué punto se podrá aguantar.

P. ¿Hasta qué punto corresponde a la imagen de organización cohesionada y responsable que pueda tener hoy UGT la realidad interna de la central? Ante el congreso se ha hablado mucho de la existencia de dos tendencias en el seno de UGT. ¿Preocupa al secretario general el congreso?

R. En absoluto estoy preocupado. Creo que este congreso que hoy se inicia debe ser un congreso de reflexión, en el que la UGT obtenga el apoyo de toda la organización para desarrollar el modelo sindical que defiende durante los próximos tres años.

En términos generales, y en función de los cuadros, he podido conocer una aceptación de la política que estamos desarrollando. No obstante, algunas individualidades pueden considerar que se trata de una derechización de la UGT. Existe esta creencia en sectores minoritarios. Siempre hace falta un tiempo para adaptar las mentalidades de situaciones pasadas a la actual. En cierta medida, se está aplicando por parte de algún compañero un discurso que era bueno hace tres o cuatro años, en los que estábamos en una ilegalidad ya superada.

En ciertos compañeros se está empleando un cierto lenguaje de ambigüedad. Muchas veces no son capaces de denunciar lo que estamos haciendo de manera clara y, sin embargo, no renuncian a un comportamiento que era bueno en años anteriores y que es absolutamente inviable y llevaría al traste a cualquier central sindical en la actualidad.

Dentro de la organización existen aIgunos colectivos, es cierto, que tienen una mayor inclinación a la acción política, aunque ellos digan que no, que a una acción sindical.

Sin embargo, debo decir que nadie de la ejecutiva ha puesto en entredicho la línea seguida hasta ahora. Por tanto, toda la ejecutiva es responsable de cuanto hemos realizado hasta el momento.

P. ¿Significa ello que hay planteamientos subterráneos? ¿Se ha maniobrado al margen de la ejecutiva?

R. En cuanto a la orientación sindical de la UGT, no ha habido criterios enfrentados. Sin embargo, como tenemos poco hábito de vivir en democracia, algunos sectores han dejado filtrar noticias de porcentajes determinados que apoyan a una u otra postura orgánica. En concreto, ante el problema que plantea la representación en el congreso de las federaciones en cuanto a la proporcionalidad que le correspondería, se ha publicado que si detrás de los partidarios de que la representación fuera al 50% estaría tal porcentaje, y detrás de los contrarios a la potenciación de las federaciones cuál porcentaje. Ello significaría que detrás de mí no hay nadie, lo que no es cierto.

Muchas veces se trata de disfrazar con argumentos políticos diferencias exclusivamente personales. Algo de ello ocurre aquí.

P. Aunque la referencia de nombres sea comprometido, lo cierto es que las dos tendencias que conviven en la actual ejecutiva ugetista se pueden identificar, de una parte, con Manuel Garnacho, secretario de federaciones, partidario de mantener la actual carga política que presenta UGT e incluso incrementar la vinculación con el partido; y, de otra, José María Zuflaur, que propugnaría la apertura ideológica de la central a otras militancias ajenas al socialismo para hacer de UGT una organización de masas. ¿Cuál es la postura del secretario general ante ambas opciones?

R. En principio, vamos a ver lo que resulta del congreso. Si la labor de la ejecutiva no obtiene el respaldo necesario, aunque superemos el 51% de los votos, consideraré que mi gestión no ha sido aprobada y me retiraré. Nadie es imprescindible y, por supuesto, ante los intereses de la organización no existen intereses personales. De otra parte, muchas veces te asalta el fantasma del cansancio. La entrega que exige el sindicalismo es muy dura y alguna vez puede ser que no compense.

Seguiría en la dirección de la UGT con un equipo homogéneo para hacer frente a los graves problemas del sindicalismo en los próximos tres años.

No podemos olvidar que esta organización cuenta con gente capaz de autosacrificarse y si alguno estima que su permanencia en la comisión ejecutiva va a suponer una traba para el desarrollo de esta comisión ejecutiva, está dispuesto a autosacrificarse.

Hay diversas listas y diversos criterios para la nueva ejecutiva. Garnacho ha sido un hombre que ha trabajado mucho y bien; Zufiaur es un hombre que también ha trabajado muy bien; Pepe Romero, también; Manuel Chaves es un hombre al que nunca se le da la importancia que tiene y es muy aceptado por la organización... Vamos a ver lo que resulta en cuanto al apoyo de nuestra gestión.

Lo que no se puede permitir es la dirección de una organización en la que haya bloques y p ara ello se necesita una dirección colegiada compuesta por personas que no estén dispuestas a aceptar la constitución de bloques. Ello exige que quizá el que más ha trabajado, el que más razón tiene y el que más se ha sacrificado. se tenga que volver a sacrificar porque la organización está por encima de los intereses personales.

P. Sin necesidad de citar nombres, pues, ¿qué modelo sindical está dispuesto Nicolás Redondo a llevar adelante con una dirección homogénea?

R. Tenemos que profundizar en el protagonismo de la central sindical, tener mayor capacidad de intervención en los centros de decisión de la Administración, mantener la capacidad de contestación y al mismo tiempo de proposición y tenemos que conseguir una central sindical mucho más plural y diversificada.

Es por ello por lo que cuando se habla de personas no se está respondiendo a la realidad. Manuel Garnacho, precisamente, fue quien más trabajó a favor de las jornadas de cuadros y mandos intermedios. Y Garnacho es lo suficientemente inteligente para saber que en la medida que entren los cuadros y mandos intermedios en esta organizacion, esta se va diversificando, se va pluralizando, pierde sobrecarga ideológica y sobrecarga política. Garnacho es consciente de que UGT adquiere carácter de organización de masas o se hace un sindicato testimonial.

Para ser de masas tienen que coexistir en la organización los sindicatos de metalúrgicos, de jornaleros de la construcción... y los de cateáráticos, los de funcionarios y los de la enseñanza, siendo la central capaz de asumir las reivindicaciones de estos asalariados.

Tenemos que conseguir una central sindical con gente proveniente de unos estratos de asalan*ados determinados, con gente que pueda militar en partidos políticos y en la medida en que confluyan a esta central sindical le van a hacer superar toda la sobrecarga ideológica y política que hoy tiene. También, en cierta medida, va a permitir que las relaciones UGT partido sean mucho más fluidas.

Este proceso se debe complementar con la prestación de unos servicios que atraigan la afiliación.

P. Para concluir este repaso a las expectativas de la UGT, ¿cuál es la postura de su secretario general ante las reiteradas invitaciones de Comisiones Obreras a negociar un acercamiento entre ambas organizaciones?

R. Por supuesto, estoy en contra de cualquier intento de aislar al PCE o a Comisiones Obreras, como en algún lugar se señala que está tratando de hacer el Gobierno. Ni moral ni políticamente sería lícito este intento. Nosotros estamos dispuestos a ir cuantas veces sean necesarias con Comisiones Obreras a una alianza puntual, concreta, con consignas claras y en función de los acuerdos que en cada momento concreto podamos asumir las dos organizaciones. Para ello no vamos a intentar que renuncien a lo que no puedan o no deban renunciar, pero pedimos el mismo trato para nosotros.

Algún dirigente del PCE ha dicho que hay que ser unitario por uno. Nosotros vamos a ser unitarios por UGT y que Comisiones Obreras lo sea por Comisiones Obreras. Lo que no podemos hacer es ser unitarios por UGT, por CCOO y por el PCE.

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