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Entrevista:

Pedrol: "La Unión Profesional excluye cualquier actividad de tipo sindical"

Pregunta. Su llamamiento a la unidad de los profesionales ha originado ciertas suspicacias. ¿Qué es lo que pretende usted con ese llamamiento a la unidad profesional, hecho en su conferencia en el Club Siglo XXI?Respuesta. Pienso que entre los profesionales existen -y no es la primera vez que lo digo- muchas cosas en común y que no es lógico que trabajemos ignorándonos los unos a los otros. Pienso también que nosotros tenemos especiales obligaciones de entrega y de servicio no sólo hacia nuestros clientes individuales, sino hacia la sociedad en la que vivamos, y estos deberes podemos y debemos cumplirlos mejor si trabajamos de una manera solidaria, ofreciendo desinteresadamente soluciones que la aportación conjunta de nuestra técnica potencie en beneficio de todos. La complejidad de las técnicas aconseja coordinarlas y realizar un trabajo en equipo.

P. ¿Puede usted explicar las circunstancias en que surge la idea de crear la Unión Profesional?

R. En el momento de producirse el cambio político se examinó, como era lógico, la necesidad de reformar la ley de Colegios Profesionales, y, entonces, los presidentes o representantes de los consejos generales y colegios nacionales nos pusimos en contacto para examinar en común los problemas relacionados con aquella ley. Colectivamente nos entrevistamos con los diferentes grupos parlamentarios para exponerles nuestras preocupaciones y sugerirles aquellas soluciones que nos parecían convenientes para la buena marcha de los colegios y consejos. Seguimos reuniéndonos cuando se estaba elaborando la Constitución, y, como entonces yo era senador, pude llevar a la Cámara la aspiración, felizmente realizada en el artículo 36, de la constitucionalización de los colegios profesionales.

Llegamos después a la convicción de que sería útil que los contactos establecidos para situaciones concretas se transformasen en un cambio de ideas más permanente y nos pareció a todos que lo lógico era conseguirlo a través de una asociación.

P. ¿A esta Unión Profesional pueden pertenecer todos y cada uno de los profesionales miembros de los distintos colegios? o, dicho en otras palabras, ¿se contempla la posibilidad de una gran asociación con centenares de miles de asociados?

R. En absoluto. Los profesionales deben estar y están en sus colegios. Y los colegios tienen ya sus órganos directivos, elegidos muy democráticamente.

La Unión Profesional, que ahora se constituye, estará compuesta exclusivamente por los presidentes o representantes de los consejos generales y colegios nacionales que se incorporen libremente a la asociación. No se trata, pues, de una asociación con centenares de miles de miembros, sino de una asociación compuesta por unas pocas decenas de asociados.

P. Y, en concreto, ¿cuáles serían los objetivos específicos y propios de esta asociación?

R. Crear un lugar de encuentro entre los representantes de las diferentes profesiones que sirva para coordinar ideas y actuaciones, defender los valores característicos de las profesiones y promover su perfeccionamiento. Facilitar una desinteresada labor de orientación social apoyada en los conocimientos técnicos de las respectivas profesiones.

P. Entonces, ¿no hay peligro de que esta asociación pueda convertirse en un sindicato?

R. En los estatutos que hemos aprobado se ha excluido expresamente cualquier actividad de tipo sindical. Y, por otra parte, perseguimos fines totalmente diferentes de los que caracterizan a los sindicatos.

Nuestra única frontera de contacto con el mundo sindical se encuentra en aquellos profesionales que están relacionados con alguna empresa por vínculos laborales.

Pienso que cuando un profesional acepta una relación laboral con una empresa adquiere, a cambio de la remuneración recibida, la obligación de aportarle su trabajo. Pero lo que no entrega, lo que queda aparte de esa relación laboral, es la deontología propia de su oficio y una serie de características que definen la figura del profesional.

Por entenderlo así, porque creemos que son perfectamente compatibles y perfectamente diferenciadas las dos vertientes de la relación, no hemos seguido el criterio de los colegios de abogados franceses, que vienen cerrando sus puertas a los abogados que aceptan un vínculo laboral. Por el contrario, nosotros hemos defendido y venimos aplicando el criterio de que un profesional puede estar ligado por relaciones laborales y puede seguir siendo un verdadero y auténtico profesional.

De lo que antecede surge una clara conclusión: colegios y sindicatos no se excluyen, sino que yo diría más bien que se complementan en este caso. El profesional formará parte del sindicato correspondiente en su sector económico y ese sindicato se ocupará de defender sus intereses dentro del campo laboral, sin que el colegio interfiera para nada en esa relación profesional-sindicato. En cambio, el colegio se ocupará, como lo viene haciendo desde hace siglos, del aspecto deontológico del profesional y de su perfeccionamiento para que pueda cumplir con la mayor entrega, con la suficiente independencia, sus deberes ante el cliente, aunque en este caso el cliente sea la empresa a la cual se encuentra vinculado laboralmente.

Nadie, por tanto, dejará de pertenecer al sindicato que elija por el hecho de pertenecer al colegio profesional correspondiente.

P. ¿No cree usted que la gran influencia que puede tener la Unión Profesional, como ente, digamos coordinador, de los colegios profesionales en los que se agrupan miles de colegiados, puede ser en un momento dado utilizada políticamente?

R. La misma pregunta que usted me formula me la hicieron en una cena celebrada después de la conferencia. Repito la misma respuesta que allí di. Es ridículo imaginar que los profesionales decidan sus opciones políticas por lo que pudiera recomendarles la Unión Profesional. Dentro de nuestros colegios, y especialmente en los colegios de abogados, se encuentran, prácticamente, todas las ideologías políticas de este país. Y nunca nadie ha pretendido siquiera que desde los puestos directivos de los colegios se marcase a los colegiados una determinada opción de carácter político.

En el régimen anterior se previó que los colegios fueran cauce de participación política dentro de la democracia orgánica y los hechos demostraron que la idea era irrealizable en la práctica, porque nuestras corporaciones no sirven para esto. Los profesionales se reúnen en el colegio para los fines propios de su profesión, con independencia de la ideología que individualmente profese cada uno.

Y termino diciendo que el hecho de pertenecer un profesional a su colegio no puede significar, en ningún caso, apartamiento de sus propias opciones políticas. Por el contrario, el profesional que vive en la misma entraña de la sociedad y muy de cerca los problemas de sus conciudadanos tiene especiales obligaciones de asumir la opción política que estime más conveniente para el interés general y más ajustado a su concepción de la convivencia entre los ciudadanos de nuestro país.

P. ¿Qué tareas van a centrar en lo inmediato la atención de la Unión Profesional?

R. Pues, en primer lugar, de acuerdo con el artículo 36 de la Constitución, deberá elaborarse una nueva ley de Colegios Profesionales. Sería absurdo que los poderes del Estado recibiesen una información dispersa, posiblemente contradictoria y, en definitiva, proclive a todas las confusiones desde los diferentes organismos que representan a los profesionales. Nuestro deber es, a través de diálogos constructivos, el de ofrecer, a quienes en definitiva tienen que decidir, una visión coherente de cuáles son los problemas, las aspiraciones y las necesidades de las diferentes profesiones. Y en el lugar de encuentro que ahora creamos es donde contrastaremos las opiniones de cada profesión y procuraremos realizar así una labor que, indudablemente, será aprovechable a la hora en que los legisladores adopten sus decisiones.

Nos estamos también acercando al momento de nuestra entrada dentro de la Comunidad Económica Europea y es lógico que los profesionales españoles adopten criterios comunes en nuestras relaciones con otros profesionales de la Comunidad. La dispersión entre nosotros nos colocaría en una absurda situación de inferioridad con los colegas de los demás países.

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