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Juan Orol: "He hecho en México lo que Bogart en Estados Unidos"

Ha sido policía y actor, y entonces hacia siempre de gangster; ha sido torero y juerguista, viajero por todo el mundo y padre de familia; productor y director de cine, por junto y por separado, durante los últimos 47 años. Juan Orol, que dice ser considerado «una institución del cine mexicano» y que participa en Madrid en la semana dedicada al cine de españoles en México, dejó el boxeo porque «no quería que me pusieran las orejas hechas una coliflor, ni me estropearan mi carita, con el gusto que yo la tenía». Y dejó de pilotar coches en la primera prueba, porque «me iban a contratar en Indianápolis, y me faltaron unas décimas para la marca de 118 millas por hora, así que me dio coraje y no volví a correr coches, yo que había estado entre automóviles desde niño».

De niño salió de Galicia Juan Orol, hacia 1905, con sus padres, que emigraron a Cuba. Allí vivió de los ocho a los trece años, y luego México. Era un tipo duro este Juan Orol que ahora viste impecable traje azul y una elegancia muy de los años en que empezó con el cine, los primeros treinta. Guarda todavía el sombrero, el fieltro impenitente que no puede dejarse de relacionar con sus personajes preferidos o con esa que fue su profesión por unos años.«Siempre», dice Juan Orol, «he hecho de malo. Yo no soy malo, al contrario, soy muy humano, pero mis papeles siempre han sido de gangster. Yo hacía en las películas mexicanas lo que Bogart hizo en las norteamericanas.» En cambio, en su vivacidad y en su aire divertido se ve que él cultiva con entusiasmo ese aspecto duro, distante, un punto violento. Y en la entrevista, el actor podrá rnás que casi ninguna otra de las facetas de las que habla, porque eso se queda como una droga definitiva en la masa de la sangre. Gestos, palabras medidas, actitudes y una curiosa sabiduría para posar ante el fotógrafo son sólo algunos datos.

«Yo empecé con el cine dramático en México, y hacía llorar hasta a los hombres. Luego, cuando los otros empezaron con esto, yo hice películas tropicales y me traía muchachas bonitas de Cuba... Como tuvieron éxito, otros productores se pasaron al tema, y entonces me dediqué a hacer cine de gangsters.. He hecho la vida de los principales, de Al Capone, de Lucky Luciano, de Joy Adonnis, de todos los grandes. Era un tema que me gustaba y del que sabía un poco por el tiempo que fui agente de la federal, como el FBI, de México.»

En la federal, como dice, adquirió en seguida fama de valiente. «Fue porque un día, a poco de entrar yo, jugaban en México el Argentina contra un equipo español de fútbol, y yo quería ir aunque estaba de servicio. Total que mi superior me dijo que si agarraba al Manzanitas y al Charrascas, dos bandidos que habían matado a siete, y me daba tiempo, podía ir al fútbol. Les pesqué, yo solo, en un barrio donde no entraba nadie; un barrio muy malo, y allí estaban. Toqué la puerta, una y otra vez sin entrar. Hasta que uno de ellos asomó la cabeza y le puse la pistola en la sien y le dije: "Sal para afuera o te descerrajo." Le saqué de encima una pistola, un puñal y una navaja barbera. El otro estaba en la cama, pero ya no pudo hacer nada. Para llevármelos a jefatura vacié un autobusito y encañonados los llevé hasta allí ... » Se ríe con el recuerdo. «Naturalmente, fui al fútbol aquella tarde, y me amenazaron con castigarme por la valentonada. Pero luego cogí fama de valiente y me mandaban a todas las misiones peligrosas. En realidad», dice, «estoy vivo de milagro. O los bandidos o los revolucionarios hubieran podido matarme.» Naturalmente, no hablamos de política.

«La fama de valiente -no creas que yo era un bruto, siempre fui muy humano- la tenía también porque al mismo tiempo que policía era torero. «Me dejaban ir a torear por toda América. A España no vine porque todavía me podían obligar a ir a la mili, y entonces se acabó la toreada...» Como torero se llamó Juan García Esparterito, y el abandono de la arena está unido al drama que confiesa de su vida. «Estaba yo casado con una muchacha mexicana y teníamos un chiquillo. Ella se me murió, así que pensé que tenía que quitarme de los toros, no me fuera a coger uno y dejara al chico solo.» Y de la policía. Entonces empezó con el cine, haciendo un poco de todo.

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