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Pereira, un delantero centro frustrado

Pereira tiene vocación de delantero centro. Cuando llegó al Atlético ya mostraba esa inclinación. Entonces se iba al ataque y regresaba a la defensa con velocidad. Estaba a las duras y a las maduras. Ahora, Pereira ataca, pero tarda mucho en desandar el camino. Sus correrías dejan desamparada a la defensa y ello provoca graves trastornos. En la pasada campaña, a causa de sus andanzas, saltó Héctor Núñez. En la presente, Luis, por fuerza, puesto que aguanta, ha debido almacenar toda la bilis del mundo.Pereira perdió una plaza en la selección de su país, para Argentina, porque Coutinho estimó que no necesitaba delanteros. Pereira debe sentirse frustrado porque no le dejan el puesto de Rubén Cano, pero más frustrado todavía debe sentirse Arteche, jugador tosco que para cuajar necesitaba el apoyo de la veteranía y la clase de Pereira. Arteche, sin el brasileño de guardaespaldas, va directo hacia el fracaso. El gol del Athlétic se produjo precisamente por un fallo estúpido de Arteche, que no tuvo detrás a quien fuera capaz de enmendar el error. Navarro hizo lo que pudo, que no fue otra cosa que cometer penalti.

Durante el primer tiempo nos salvó del tedio el transistor. Carrusel deportivo fue la solución al desencanto. El Atlético, que atacó más, se conformó con dos tiros desde lejos de Dircéu. El público se dio por satisfecho con el buen juego de su centrocampista, que jugó por tres. Dircéu dio los más inteligentes pases, cortó más balones que nadie y cuando cometió algún error trató de enmendarlo. La gente le agradeció la labor y le apludió en numerosas ocasiones. Del sopor general sólo se salvó el brasileño. Los porteros no se ganaron el sueldo durante el primer período. Sólo Aguirreoa hizo algo por la prima al despejar a córner el disparo alto de Dirceu, que le envió al verle adelantado. A los informadores nos bastó un papel de fumar para anotar lo sucedido en ese período.

Para el segundo tiempo guardaron ambos equipos la caja de las sorpresas. Luis sustituyó a Robi por Leal para enderezar el rumbo del centro del campo. Robi, como es habitual, había entregado más pelotas a los contrarios que a sus compañeros. Leal trató de mejorar la imagen de sus últimas intervenciones y a punto estuvo de conseguirlo. Marcó incluso un gol que fue anulado por fuera de juego de Palín González, el refuerzo buscado por Luis para sustituir al difuminado Rubio.

El cambio fundamental se produjo en el Athlétic. Seneka, que había dejado en el banquillo a Carlos para que cubriera el eje del ataque el debutante Noriega, suplió a éste por Sarabia y a partir de ese instante su equipo comenzó a crear situaciones de peligro. La entrada en juego de Sarabia, que coincidió con la desaparición definitiva de Pereira, puso en un brete a los defensores atléticos, que no pudieron cerrarle el camino con efectividad en el momento clave.

El público atlético se puso histérico en la zona de tribuna cuando marcó Dani el gol que sería del triunfo. Cuatro ikurriñas ondearon en el graderío y tuvieron que ser escondidas rápidamente. Quienes se habían mostrado indiferentes ante una pancarta paseada durante el descanso, que repudiaba a José Luis Martín Berrocal y apoyaba a Calderón -no es ésta la auténtica guerra de la sucesión presidencial-, se volvieron airados hacia el palco.

Los minutos finales fueron los más interesantes del encuentro. El Atlético pugnó por lograr el empate y hasta logró dos goles justamente anulados. El Athlétic, que al fin se percató de que tenía posibilidades de aumentar su ventaja, aún dispuso de alguna situación de gol. Sierra, en una ocasión, resolvió el peligro inminente, y en otra fue Argote quien desaprovechó la circunstancia favorable para obtener el segundo tanto. En el primer período se jugó a algo parecido al fútbol. En el segundo se salvó algo la cara. Con todo, una tarde para olvidar.

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