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Los viernes, Agatha Christie en televisión

La actriz inglesa Margaret Rutherford será la pintoresca mujer-detective imaginada por la novelista Agatha Christie, «dama comendador de la Orden del Imperio Británico», más conocida como la «reina del crimen», fallecida en 1976. A partir de hoy, Televisión Española ha programado un ciclo dedicado a la escritora a través de cinco películas basadas en sus novelas, que, con más lectores que Shakespeare, han seguido generaciones de amantes del género policiaco.

El ciclo se compone de cinco títulos, que se pasarán en viernes sucesivos por el segundo programa, tres de ellos inéditos en España. Hoy se proyectará El tren de las 4.50, realizada en 1962 por George Pollock, con Margaret Rutherford, James Robertson Justice y Arthur Kennedy. En las otras películas, rodadas en Inglaterra por George Pollock en los años sesenta, continúan las aventuras de miss Marple y sus meticulosas investigaciones en los casos de Después del funeral, Asesinato a bordo y La señora McGinty ha muerto. La sorpresa para el aficionado será el pase de la versión de Diez negritos, realizada por René Clair en 1945.Los trescientos millones de personas que han declarado seguir con pasión las novelas de Agatha Christie alternaron las pequeñas células grises del detective Hércules Poirot, oficial de policía jubilado, a partir del relato El misterioso caso de Styles, con las deducciones truculentas y bondadosas de miss Marple, una solterona británica, que aparece ya en Muerte en la vicaría, capaz de destrozar con una mirada burlona la mejor coartada posible. Este será el personaje que impondrá en el cine la humanidad de Margaret Rutherford.

La producción literaria de Agatha Christie, compuesta por 83 novelas, diecisiete obras de teatro, nueve volúmenes de relatos y un ensayo sobre sus experiencias arqueológicas, significa un caso singular dentro del género policiaco, que se prolonga en nuevas ediciones y lectores. Durante su vida se opuso a que sus libros llevaran en portada el retrato de su detective, Hércules Poirot, con objeto de que cada lector imaginara su calva reluciente y los bigotes engomados tipo Dalí. El cine, sustitutivo de la imaginación, no encontró el tipo definitivo del actor- detective, a través de películas mediocres; no ocurrió lo mismo con miss Marple, definitivamente identificada y recreada por Margaret Rutherford. En ambos casos de ficción, como sucede en otros autores del género, la novelista tuvo la intención de matar a sus propias criaturas, salvadas, y a veces resucitadas, por la furia de los fieles lectores de sus obras.

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