_
_
_
_

El Madrid-Almería, partido de monótono run-run

El partido de Chamartín fue silencioso. En noventa minutos no pasó casi nada y el público se dedicó a comentar la bondad del clima y lo sucedido por la mañana en el baloncesto. El Madrid-Almería fue partido de rumor general. Solamente se rompió el monótono run-run en los seis goles; los cinco de Chamartín y el que anunció el simultáneo del Salamanca al Barcelona.La tarde soleada era propicia a la excursión bucólica y, sin embargo, unas 80.000 personas se acomodaron en Chamartín. Y total, para bien poco. Si el fútbol, en lugar de ser un espectáculo popular, tuviera un toque de élite elegante, contaría con palcos privados. En ellos los caballeros hubieran dedicado la tarde al café, copa y puro, y las señoras, a mirar con sus impertinentes a los otros palcos. Una visita a la Mariona Rebull de turno habría satisfecho a los dandys de la tribuna.

El partido fue facilito. Los problemas que le planteó el Almería al Madrid fueron de EGB. Al Madrid le tocó el tema de los fenicios a los seis minutos. Juanito elevó la pelota por encima de la barrera y le metió el primer gol a César. Media hora más tarde, el público despertó de su sopor porque García Hernández, otra vez con la pierna derecha, que es la mala, marcó un oportuno gol a pase de Stielike, que anduvo ahorrando fuerzas mientras estuvo en el campo.

El partido tuvo poco que ver. Lo más que se podía hacer era observar detalles. Estos, por ejemplo; Cunningham mantiene su buen tono en el lanzamiento de los córners y persiste en su actitud de pacifista a ultranza; García Hernández es todo un jugadorazo, al que hay que dar más oportunidades en el Madrid y alguna en la selección de Kubala, quien, erre que erre, insiste en llamar a San José, que está lesionado y, naturalmente, en baja forma; Pirri, de cuando en cuando, aún tiene arrestos para irse hacia adelante; García Remón estuvo en plan espectador de lujo y se marcó la alegría de salir fuera del área a despejar de cabeza e hizo el don Tancredo en el gol almeriense; Portugal se nos está quedando en la constante desilusión y a Angel comienzan a sobrarle algunas acciones poco ortodoxas.

El Almería vino a Madrid a evitar la goleada. Limitó sus acciones fundamentales a cubrir su área. Delante, solamente dejó a Murúa y Rolón, lo que permitió a Boskov situar a Angel de lateral para que Camacho se quedara en el centro de la zaga junto a Pirri. La defensa madridista jugó tan cómodamente que, al final, prácticamente actuó sin laterales,

El Madrid jugó a medio gas. No tuvo que esforzarse en demasía para resolver el encuentro sin agobios. César se empleó a fondo y hasta se lució pese a los cuatro goles encajados. El Almería movió bien el balón en el segundo tiempo. La inclusión de Serrano en el puesto de Durán dio una mayor sensación de peligrosidad. El disparo lejano de Oscar López, que valió el gol visitante, animó un poco el juego. El Almería, en los últimos minutos, se estiró un poco, perdió el miedo a la goleada e intentó sorprender de nuevo a García Remón. El último cuarto de hora despabiló a la clientela, que se encontró con unas mayores prisas entre los contendientes.

El Madrid se permitió el lujo de suplir a Stielike por Roberto, para cargar un poco más la mano en el ataque. Juanito, que no estuvo muy afortunado, jugó por donde quiso. Santillana fue el único que siempre tuvo encima a un marcador fijo. Los laterales se quedaron en sus lugares en espera de quien llegara por su zona. Cunningham también cambió de lado cuando le convino, en busca de la soledad que le permitiera la incursión rápida. Fue acogido con aplausos, al inicio, gracias a lo que hizo en Barcelona. Poco a poco, sus adictos fueron perdiendo la fe. Cunningham se limitó a lo de casi siempre, destellos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_