Crítica literaria
Si el arte y la poesía son. en una muy profunda raíz, un juego, es obvio que es un juego limpio, cuyas intenciones son siempre buenas, aun en el marqués de Sade. La crítica, literaria u otra, es o puede y debe ser también un arte, por tanto, un juego, y un juego limpió. Las dos breves e inusitadas apostillas en su sección de poesías del domingo 3 de febrero sobre mi libro Mi tiempo y el tuyo y otros poemas quizá han sido consideradas por su anónimo autor como un «juego», un juego divertido y gracioso, pero él y todo el que las lea saben muy bien que es un juego «sucio», que, en consecuencia, no llega a la categoría de crítica. Involucrar artera y artificiosamente al poeta Mario Angel Marrodán, excelente ser humano para quienes le conocen -y yo sólo le conozco por correspondencia-, utilizando mi dedicatoria es ya el colmo de la arbitrariedad. No es el señor Marrodán quien se responsabiliza de mi libro, sino sólo yo, y no por afán de protagonismo, pues a mi edad y con mi vida ya detrás de mí no padezco ni de protagonismos ni de resentimientos. Esdoloroso, sin embargo -¿por qué negarlo?-, después de tantos y tantos años fuera de España dedicado a su servicio, toparse de nuevo con el celtíbero hirsuto e iracundo para el que no existen más reglas de juego que las suyas. Menos mal que este «caballero» no conoce Mi ser y el tuyo y su éxito en Uruguay, porque entonces su rabieta podría alcanzar límites insospechados. A los dioses le dejo, como diría Shakespeare, porque, si ellos no le iluminan, ¿cómo podremos hacerlo los mortales?
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