Un idealista utópico
Benito Castejón ha caído como consecuencia del mayor de los errores que ha cometido durante su gestión: haber preparado un proyecto de ley del deporte sin contar previamente con los diputados de UCD, a quienes correspondía defenderlo en el Parlamento. Benito Castejón no se dio por enterado de que algo fundamental había cambiado en el país y llevado de un utópico idealismo deportivo pretendió hacerle un dribling a la política. El deporte no puede ser un mundo aparte.Benito Castejón, un teórico reconocido mundialmente, se equivocó justamente en los doctrinarios. Sus mayores aciertos han sido probablemente en el terreno práctico y en facetas poco brillantes, pero de indudable buen futuro.
Castejón se marcó una línea honesta en la distribución de los recursos económicos del Consejo Superior de Deportes. En principio tuvo que ver todos sus planes aparcados, porque la liquidación de la Secretaría General del Movimiento fue un largo proceso burocrático que estuvo a punto de ahogar al deporte. Castejón se encontró incluso con alguna inesperada maniobra hacendística que llegó a paralizar incluso algunas instalaciones por falta de liquidez para pagar nóminas.
Castejón se planteó el futuro desde la base de una asamblea del deporte que produjo tesis interesantes; vio de lejos la obligatoriedad de establecer convenios realistas con ayuntamientos y diputaciones y rompió con el abusivo reparto de millones a entidades privadas.
Castejón se equivocó en el proyecto de ley del deporte y nunca comprenderé porque en ese tema no supo ver que iba contra corriente. De los tres próximos dirigentes del deporte con quienes he tenido relación profesional, sin duda, ha sido el mejor. Algún día quizá sepamos por qué quiso hacer en solitario la gran carrera de fondo.
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