Murió George Meany, símbolo del sindiscalismo norteamericano
Georges Meany, el símbolo del sindicalismo norteamericano de la posguerra, falleció en la noche del jueves víctima de un ataque cardiaco, a la edad de 85 años, en el Hospital George Washington, de la capital norteamericana. Presidió hasta hace unos meses la central AFL-CIO.Feroz anticomunista, el abuelo Meany fue uno de los hombres más poderosos del panorama político norteamericano de los últimos veinte años. Presidente del AFL, una de las dos grandes centrales sindicales del país, consiguió atraer a su arena a la central rival, la CIO, hasta conseguir su unión en el año 1955. Dentro de la particularidad del sindicalismo norteamericano, Meany se convirtió en el líder indiscutible de la clase obrera estadounidense, pese al profundo conservadurismo de su máximo dirigente. Actualmente, la AFL-CIO cuenta con más de quince millones de afiliados.
Nacido en el barrio popular neoyorquino del Bronx, en 1895, Georges Meany conoció una formidable ascensión hacia el éxito. Importante figura en la escena sindical y política de Estados Unidos, Georges Meany tuvo estrecha relación con los ocupantes demócratas de la Casa Blanca, en cuya vecindad edificó la actual sede de la AFL-CIO en Washington.
Sus relaciones con los distintos presidentes de la Casa Blanca fueron muy variadas. Fue particularmente crítico con Roosevelt, Truman, Eisenhower y Johnson. Se opuso a Nixon por su política de salarios, sosteniéndole por la guerra de Vietnam, pero siendo uno de los primeros en solicitar la salida de Nixon, por el escándalo de Watergate.
Acordó su apoyo a Kennedy, y el actual presidente, Carter, fue su preferido en la campaña electoral contra Ford, en 1976. Jimmy Carter recibió, sin embargo, duras críticas de Meany, por su insensibilidad en favor de la clase trabajadora norteamericana.
Meany supo dar vigor al movimiento sindical norteamericano, renunciando a las relaciones demasiado estrechas con el Gobierno y los partidos políticos. «La ideología es un invento y no pueden existir verdaderas diferencias ideológicas entre los sindicalistas», afirmaba Meany con frecuencia.
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