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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La vuelta de Raimon

Esta tarde comienza una nueva serie televisiva, que, según su presentadora, Aurora Claramunt, «intenta mostrar lo más florido de nuestra canción en su doble aspecto personal y profesional» (es decir, recital más entrevista). El espacio se llama Musical popular, cita con ...

Ya son conocidos los participantes en las dos primeras semanas: nada menos que Raimon, para abrir boca, y José Luis Perales, para seguir masticando. Con estos dos nombres, la náusea consecuente al empacho o a los artículos en mal estado no creo que haga acto de presencia, pero todo se andará en posteriores emisiones, que lo contrario sería quebrar una larga tradición de la casa en este tipo de inventos.

Raimon no aparecía en el circuito nacional desde que en el año 1964 ganara el primer premio del Festival del Mediterráneo, junto a Salomé y aquel inefable Se'n va anar, que tantos soponcios procuró a quienes seguían pensando que el catalán es una lengua pagana.

A partir de aquello (que no podía ser prohibido por su carácter internacional, aunque chabacano), Raimon se encontró con mil y un problemas a la hora de aparecer por ese aparato sin el cual los españoles nunca hubiéramos podido distinguir tan nítidamente entre el país que vivíamos y el que nos querían vender,

No es que a Raimon se le prohibiera de una vez y para siempre, que las cosas en TVE no son tan directas. Hubo a lo largo de los años varios intentos que no fructificaron, debido en parte a que Raimon tenía en aquel momento censuradas casi todas sus canciones, exceptuando las que llevaban letras de Ausias March o algún otro poeta poco peligroso y alguna propia, como Te he conocido siempre igual, cuya referencia a determinado personaje clandestino no acababa de comprender el franquismo.

El caso es que, por una cosa o la otra, los gritos de Raimon no acabaron de surgir para todo el Estado, aunque sí lo hicieron para el circuito catalán, no se sabe si como recompensa o como una muestra más de segregación cultural.

El Raimon Pelegero que veremos hoy vendrá acompañado de una puesta en escena más digna del Festival del Mediterráneo que representativa de su actividad normal durante estos años. Los recitales que ofreció hace apenas un mes en el Palau de la Música mostraban la presencia de tres músicos, pero, por lo poco que se vio el domingo en 625 líneas, allí sonaba una orquesta completa. El misterio se desvelará esta noche y, con orquesta o sin orquesta, los espectadores tendrán ocasión de escuchar, ver y valorar a uno de los grandes mitos de la era franquista, así como de decidir si Raimon, fiel exponente de una época, es válido para ésta o si, mucho más cruel y pragmáticamente, lo suyo (sus virtudes y sus errores) se hundió con el gran timonel en los movedizos, matizados y exigentes mares de la democracia.

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