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Puntos oscuros tras la liberación del joven secuestrado en Salamanca

«Llegué a temer por mi vida», declaró el joven Miguel Angel Olleros, secuestrado en Salamanca el pasado día 19 y puesto en libertad el último domingo, durante una rueda de prensa celebrada en Béjar (Salamanca), en la que afirmó que «pude escuchar a mis secuestradores que tendrían que liquidarme».

La noticia de la liberación de Miguel Angel Olleros se produjo hacia las ocho de la tarde del domingo. El joven, a quien sus secuestradores habían abandonado en la carretera de Húmera a Madrid, a la altura de Somosaguas, fue recogido una hora antes por dos jóvenes, que le trasladaron hasta el cuartel de la Policía Nacional de la calle de Meléndez Valdés, de Madrid. Posteriormente, una vez instruidas las oportunas diligencias, fue sometido a un reconocimiento médico.«Me montaron en un coche, me dieron una prenda de abrigo para que no pasara mucho frío y, tras viajar algún tiempo, me dejaron al lado de la carretera», explicó Miguel Angel, al tiempo que mostraba el anorak amarillo que le habían prestado sus secuestradores.

Las explicaciones ofrecidas por Miguel Angel han resultado cortas en exceso y apenas si permaneció cinco minutos ante los informadores en la rueda de prensa convocada por la familia, en la que su padre justificó la breve intervención del joven porque presentaba síntomas de agotamiento, pese a haberse recuperado satisfactoriamente durante los últimos días.

Miguel Angel señaló que en el momento del rapto los secuestradores le llevaron a punta de pistola hasta un automóvil aparcado a la puerta de su casa y que en él viajó con los ojos vendados aproximadamente durante tres horas. No pudo precisar el lugar donde permaneció secuestrado ni el número de sus secuestradores, a quienes casi no escuchó ninguna conversación, porque «hablaban muy poco y a lo sumo siseaban entre ellos».

Sin embargo, al hablar sobre los móviles del secuestro, dijo que no tenía ninguna idea, pero que le había llamado mucho la atención la insistencia de los secuestradores en saber cosas acerca de su hermana Pilar, que inicialmente iba a ser objeto del secuestro, antes de que Miguel Angel llegara a casa.

El joven secuestrado permaneció durante su cautiverio en una habitación que tenía una silla y una cama. Los secuestradores, siempre encapuchados, «me trataron correctamente, sin usar nunca de la violencia, y me dieron muy bien de comer. Sólo me quitaron el reloj que llevaba y a raíz de aquello me dijeron que no hablara y que no les preguntara nada»

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Negociaciones

La familia ha negado la existencia de negociaciones con los secuestradores e incluso que éstos hubieran entrado en contacto con ella o la policía, pese a la opinión general en sentido contrario. La liberación se produjo inmediatamente después de que el padre de Miguel Angel enviara un mensaje a los secuestradores a través de una emisora, en el que apelaba «a los sentimientos humanitarios que demostrasteis en el momento del secuestro, lo que me hace confiar en vuestra capacidad de rectificar está acción».En la comisaría de policía de Salamanca tuvieron conocimiento de la liberación de Miguel Angel a través de la llamada telefónica de un informador y posteriormente señalaron que no disponían de más datos que los facilitados por la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Entre otros hechos extraños que guardan relación con el secuestro cabe citar la negativa a la entrevista con Miguel Angel a algunos informadores de Béjar y la inmediata convocatoria posterior de una rueda de prensa, a la que asistió, invitado con especial insistencia, el alcalde de Béjar, quien puso de manifiesto los humanitarios sentimientos de todos los habitantes de la localidad.

Por su parte, el padre del joven secuestrado, Angel Olleros, ha reiterado su gratitud hacia los medios de comunicación por la comprensión demostrada y el tratamiento dado a la noticia. La liberación de Miguel Angel no ha acabado con las especulaciones y rumores en torno a su secuestro.

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