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Entrevista:

Fernando Claudín: "La izquierda española está en una situación de incertidumbre"'

Fernando Claudín ha sido nombrado, recientemente, director de la Fundación Pablo Iglesias, entidad vinculada al PSOE, aunque independiente del aparato del partido. La Fundación Pablo Iglesias, en funcionamiento desde agosto de 1977, tiene su origen en una vieja iniciativa del sindicato de albañiles de la UGT, de Madrid, hacia el año 1926. Su finalidad era, entonces como ahora, favorecer la discusión del pensamiento y las experiencias del socialismo. Actualmente, la Fundación quiere ofrecer una plataforma cultural y científica en la que se puedan llevar a cabo, con total libertad, todo tipo de planteamientos de signo progresista.

Fernando Claudín es uno de los más conocidos teóricos latinos del marxismo. Miembro de las Juventudes Comunistas, durante la II República, estuvo exiliado hasta 1975, fecha en que regresó a España. Perteneció al comité ejecutivo del Partido Comunista de España hasta su separación en 1964, a raíz de una crisis provocada por divergencias ideológicas con el partido. Además de algunas obras de análisis histórico, es autor de varios ensayos, entre los que destacan: La crisis del movimiento comunista (1970), Eurocomunismo y socialismo, (1977), y su última obra, Documentos de una divergencia comunista (1978).Pregunta. Aunque con motivo de las últimas elecciones usted declaró haber votado por el Partido Socialista, se suponía que mantenía su independencia política. ¿Significa algo nuevo, en este sentido, su nombramiento como director de la Fundación?

Respuesta. No. Como es bien sabido, yo no soy miembro del Partido Socialista, ni tengo el propósito de entrar en él. Partiendo de este hecho, la propuesta que me ha hecho el PSOE de dirigir la Fundación Pablo Iglesias, me parece muy interesante, ya que demuestra una actitud de apertura al debate teórico y cultural, tan necesario en nuestro país, la intención de incorporar a este debate a las diferentes corrientes del marxismo, y también a intelectuales no marxistas que tengan algo que decir sobre los problemas que nos interesan.

P. Piensa entonces que su nombramiento refleja una voluntad de acrecentar la autonomía de la Fundación para facilitar el diálogo dentro del conjunto de la izquierda e incluso dentro del conjunto de las fuerzas progresistas, socialistas y no socialistas?

R. Yo lo interpreto así, y mi propósito es actuar justamente en esta dirección, es decir, que la Fundación Pablo Iglesias tenga una cierta autonomía que le permita interesar en sus actividades a las diferentes corrientes de la izquierda, nacional e internacional.

P. Pero, ¿cómo explica una actitud como ésta, por parte del PSOE, en un momento en que el sectarismo tradicional de la izquierda española, ya desde los tiempos de la República, se encuentra, si acaso acentuado, con motivo de la polémica sobre el Estatuto de los Trabajadores?

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R. Efectivamente, este sectarismo está aún demasiado vivo dentro de la izquierda, tanto en el Partido Comunista como en el Partido Socialista y en las restantes formaciones de la izquierda. Pero me parece posible y necesario superarlo, al menos en el plano de la discusión teórica, porque el hecho es que la izquierda se encuentra hoy en España, y también a escala europea, en una situación de incertidumbre, sin saber muy bien qué camino tomar, en medio de la crisis actual del capitalismo, sin una estrategia definida y actuando a nivel político de una manera muy pragmática, afrontando los problemas al día, y esto hace muy necesaria, y a la vez posible, una profundización en el debate sobre los problemas irresueltos: el nuevo modelo de transición al socialismo, esto que llamamos tanto socialistas como comunistas, la vía democrática hacia el socialismo en los países capitalistas desarrollados, y que hasta ahora es sólo un enunciado al que es preciso dar contenido.

P. Entonces, el clima que usted trataría de fomentar en la Fundación es el que, por ejemplo, se creó con motivo de la visita del desaparecido Nicos Poulantzas, al que se invitó a hablar en la Fundación de Estudios Marxistas del PCE y, pese a su evidente toma de partído por el eurocomunismo, también en la Fundación Pablo Iglesias, del PSOE, como un reconocido representante del socialisino democrático.

R. Sí, ese es un buen ejemplo de por dónde deben ir las cosas. La misma acogida que se dispensó a Poulantzas la deberían tener otros intelectuales marxistas, o socialistas, tanto en la Fundación Pablo Iglesias como en otros centros de pensamiento de izquierda. Por ejemplo, en lo referente al problema de la crisis económica tan interesante es escuchar a Michel Rocard como a Ernest Mandel.

P. ¿Y cómo interpreta el hecho de que tras un Congreso Extraordinario del PSOE en el que la polémica parecía ser marxismo sí o marxismo no se haya nombrado director de la Fundación a usted, un marxista reconocido y casi incurable?

R. Yo interpreto eso como una prueba de que la resolución que adoptó el Congreso es real. En esa resolución, como se sabe, se considera que el marxismo es la principal referencia teórica del PSOE, sin excluir por ello otras corrientes del pensamiento social. Me parece que la oferta que me ha hecho el PSOE (y que yo he aceptado) de hacerme cargo de la Fundación va en esta línea.

P. ¿Va a intentar una apertura a la izquierda radical dentro de los límites de lo que permite la discusión política? intentará dar cabida a los movimientos sociales emergentes, que en estos momentos están hiperideologizados, como el feminismo o el ecologismo?

R. Efectivamente, en mi opinión hay que contar dentro del debate teórico y político con lo que se suele llamar extrema izquierda. Y no sólo es posible, sino absolutamente necesario dar cabida a estos nuevos movimientos, pues, en la medida en que un centro de reflexión como la Fundación Pablo Iglesias pueda contribuir a que pasen de una pura teorización de sus fines a una elaboración concreta de sus medios, lo que incluye el problema de sus relaciones con los partidos políticos; en esa medida, la Fundación estará contribuyendo al avance general de la izquierda.

P. En la actualidad tiene entre manos un libro sobre la disidencia en los países del Este. ¿Cómo entra este problema dentro del horizonte de los trabajos que deberá desarrollar la Fundación Pablo Iglesias?

R. Por una parte, el tipo de sistema social que se ha creado en los países del Este debe ser objeto de una reflexión en profundidad por parte de las fuerzas de izquierda. ¿Por qué se ha llegado a ese tipo de sociedad? ¿Cuáles son sus perspectivas? Esta es una cuestión fundamental, porque el bloque de estos países no son una realidad despreciable: constituyen una potencia mundial, militar y económica, y de lo que pase en este bloque de países depende en buena medida el futuro del socialismo, tanto al menos como depende de lo que pase en los países capitalistas avanzados o en los países del Tercer Mundo. Por otra parte, en estos países están despertando también fuerzas que se oponen al sistema, fuerzas muy diversas, dentro de las cuales hay fuerzas reaccionarias, pero hay también fuerzas de tipo democrático, progresista, que luchan por una transformación socialista de estos países. A mi juicio, estas últimas fuerzas deben ser consideradas como aliados objetivos e interlocutores de todas las fuerzas que en el mundo capitalista luchan también por el socialismo. Esta no es aún una cuestión clara para la izquierda europea en general ni para la izquierda española en particular, y probablemente este será uno de los temas que deberá abordar la Fundación.

P. En los últimos años se ha producido un cambio notable dentro de la izquierda. Antes, la gran división separaba a quienes optaban por la ruptura inmediata con el capitalismo, aun a costa de la pérdida de los derechos implícitos en la llamada democracia burguesa, y quienes optaban por la continuidad. Ahora, en cambio, la izquierda occidental defiende esa democracia burguesa como un avance real frente a aquellos que hacen hincapié en la planificación burocrática como símbolo de la ruptura con el capitalismo. En el último número de su revista, Zona Abierta, se refleja claramente este cambio en una serie de textos.

R. Creo que hay que distinguir entre una ruptura puntual, del tipo de la que se dio en las revoluciones del pasado, como en la revolución de octubre, y lo que podríamos llamar una ruptura histórica: un proceso de profundización de la democracia que, a los largo de un cierto período histórico, supondría una ruptura con la sociedad capitalista, el paso de un tipo de sociedad a otro. Este proceso deberá conjugar (esquematizando) cierto nivel de nacionalizaciones con un imprescindible crecimiento del poder obrero en la fábrica. La combinación concreta de estos aspectos dependerá de cada país en concreto.

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