_
_
_
_

Thevenet, víctima del "doping" con cortisona, "nombre" para el ciclismo español

Bernard Thevenet, una de las figuras más importantes del ciclismo mundial en los últimos años, dos veces ganador del Tour, fichó hace unos días por el equipo español Teka. La incógnlta de su futuro rendimiento cuando está a punto de cumplir los 32 años, estriba en los efectos que la cortisona, uno de los últimos métodos de doping para favorecer los esfuerzos prolongados, le produzca aún en el organismo. Thevenet, tras dos años de fracasos, que justificó públicamente por drogarse, fue despedido del Peugeot, su equipo de diez años, pese a que aún le faltaba un año de contrato por cumplir.

Bernard Thevenet ha sido el penúltimo ídolo del ciclismo francés, a continuación de Jacques Anquetil y antes de Bernard Hinault, aunque su corta racha de éxitos y su vida personal no le granjearon, ni por asomo, las simpatías de Raymond Poulidor, el eterno «segundo», pero admirado por las carreteras hasta los cuarenta años. Thevenet, hijo de campesinos, nació el 10 de enero de 1948, en Saint Julien de Civry, pueblo del departamento de Saone et Lo¡re, situado en el centro de un triángulo imaginario entre Dijon, Clermont-Ferrand y Lyon. Como tantos otros ciclistas, la bicicleta le dio la oportunidad de dejar un trabajo humilde, repartidor de leche y huevos, pasa saltar a la fama. Corredor desde los quince años, fue campeón de Francia de aficionados en 1968, y aquello le hizo olvidar definitivamente su gran afición por el fútbol, en el que no podía destacar. Pasó al profesionalismo en 1970 y ganó ya ese año su primera etapa montañosa en un Tour, al imponerse en Morzine, tras ascender el Tourmalet y el Mont Ventoux -precisamente donde murió el inglés Tom Simpson-. En 1971, fue tercero del Dauphine Liberé y cuarto -primer galo- del Tour, luego de vencer en la etapa de Grenoble. Confirmaba así su gran porvenir y su categoría como escalador en la primera prueba por etapas del mundo, la misma que le iba a consagrar y a hundir.Noveno en 1972, venció en dos de las etapas más duras, las del Mont Ventoux (otra vez) y la del Ballon d'Alsace. Luego de ser segundo en 1973, tras Ocaña -y tercero de la Vuelta a España, por detrás de Merckx y el propio Ocaña-, en 1974 no corrió el Tour, pero ganó la Volta a Cataluña, y la Subida a Montjuich. Eran triunfos que presagiaban su primer gran éxito, al imponerse, tras el Dauphine Liberé, en el Tour de 1975 por 2.40 a Eddy Merckx. Cortó así la impresionante racha del belga.

Su carrera parecía lanzada, pero sufrió el primer gran bache: aunque ganó otra vez el Dauphine Liberé, abandonó en la edición del Tour 1976, ganada por Van Impe, y ya se especuló con que sus fuerzas se resentían por «esfuerzos superiores a los normales». Además, en noviembre de ese año se separó de su mujer, Jeannine, con la que había tenido dos hijos (y a la que acusó de no aceptar las molestias de la fama), y se unió a Monique, reina de los Seis Días de Grenoble. A pesar de ello, ganó apretadamente el Tour-77 ante Kuiper -al que aventajó en sólo 48 segundos- y Van Impe -que volvía a ser tercero-. pero ahí se terminó Thevenet como figura. Volvió a abandonar en la edición de 1978 y se arrastró aún más en el presente año que corrió el Giro, quedando en el puesto 31, a una hora diez minutos y 52 segundos del vencedor, Saronni. Su equipo de diez años. el Peugeot, no le convocó ya para el Tour. Después, su situación no mejoró en la Vuelta a Alemania y aunque en un criterium de verano incluso ganó a Hinault en un sprint, en otro se fracturó un hueso de la muñeca izquierda, tras una caída. Por último, fue despedido, pese a faltarle un año de contrato por cumplir.

Males derivados de la droga

El ciclismo de competición español no tiene arreglo desde hace tiempo, por múltiples razones, aunque la principal es su dureza excesiva, no compensada. El equipo Teka santanderino, al no salir corredores, se ha decidido por Thevenet, al que ha aceptado los certificados médicos de los análisis hechos en Lyon y que dan su salud como buena. Sin embargo, el riesgo de que tal fichaje sea rentable es una gran incógnita cuando su bajo rendimiento, sus males pasados, como una prostatitis, su respiración jadeante al menor esfuerzo, con síntomas de arritmia, sus dolores agudos en el pecho o un posible reumatismo, provinieron muy posiblemente de la cortisona que él mismo confesó -como Moser, y se sospecha que Merckx y Maertens- haber ingerido. Tras el doping clásico de las anfetaminas y similares, con efectos y posibles secue.las inmediatas -al que tampoco escapó Thevenet-, los corticoides invadieron el campo deportivo junto a los anabolizantes las transfusiones sanguíneas o las vitaminas intravenosas -también el caso de Maertens-. Sus secuelas fueron ya de efecto retardado. La inyección o ingestión de cortisona para favorecer el esfuerzo físico prolongado tiene como consecuencia el grave trastorno de las glándulas suprarrenales, a las que se ayuda con más hormona de la que producen, pero que se «acostumbran» a no trabajar por recibir la dosis desde fuera. Al cesar el doping o incluso antes, los efectos secundarios comienzan a producirse, pues se ha alterado el «sistema hipófisis-suprarrenales». La menor resistencia a las infecciones -respiratorias, por ejemplo- o los problemas en los distintos sistemas del cuerpo: muscular, nervioso, etcétera, proliferan.

El peligro de la cortisona, en un plazo más o menos largo, está comprobado que es muy grave cuando las dosis tomadas por muchos ciclistas sobrepasan las utilizadas en tratamientos cancerosos. A su lado, las tradicionales anfetaminas han podido quedar como inocuas en ciclistas con diez y quince años de profesión. El efecto de éstas era en pleno esfuerzo. La muerte de casi veinte corredores en activo o que dejaron su profesión hacía poco tiempo, a causa de crisis cardiacas en los últimos cinco años es todo un toque de atención. La cortisona, como uno de los últimos métodos de doping, ha debido tener gran parte de culpa. El Teka se ha arriesgado a fichar sólo un «nombre» para la Vuelta a España y el Tour, sobre todo, pero que ha pagado y aún puede pagar los efectos de la droga. Cuando Francia desprecia un ídolo, por algo será.

Los corticoides no figuran entre los productos prohibidos en el deporte internacional como doping, pues su uso no puede ser probado. La hidrocortisona inyectada se mezcla, en la sangre, con la que produce el organismo y no es posible detectarla.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_