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Reportaje:Los españoles, en paro / 1

El País Vasco: de la inmigración masiva, a cien mil parados en sólo cuatro años

Félix Hernández, palentino, 49 años, padre de tres hijos, lleva dos meses preparando la vuelta. En enero de 1980 su subsidio de paro se habrá acabado y sus posibilidades de encontrar trabajo en Alonsótegui, uno de los barrios periféricos de Baracaldo, en la margen izquierda de la ría de Bilbao, se habrán agotado. «No tendré más remedio», afirma, «que vivir a cuenta de mi hijo mayor (todavía no ha perdido su empleo de soldador en Echevarría, SA) o volver a mi pueblo, Astudillo.»La vuelta de Hernández a su pueblo natal, después de diez años de trabajo en Vizcaya, no se le presenta muy agradable. «Cuando vine, eran los años buenos aquí», cuenta. «Todo marchaba bien y hasta me resultó bastante fácil aprender un nuevo oficio, calderero.» Hoy, sin embargo, Félix es todavía relativamente joven, le que dan casi quince años de vida activa y tiene que decidir sobre la inseguridad de un empleo ocasional en su País Vasco adoptivo o regresar a sus pequeñas propiedades agrícolas en Astudillo. «Sinceramente, no sé lo que haré, pero algo tendré que hacer, y pronto», piensa. «El problema es que mis hijos se han integrado y no quieren volver, y el regreso es escasamente atrayente, en tales circunstancias, para mi mujer y para mí.»

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Félix Hernández forma parte de todas las estadísticas del País Vasco. En los años sesenta fue uno más del medio millón de emigrantes que decidieron instalar su residencia y construir de nuevo su vida en una de las provincias vascas. Hoy, para su tristeza, las circunstancias de entonces han cambiado, el País Vasco atraviesa una de las crisis sociales y económicas más graves de su historia y se ve incluido también en la lista in crescendo de parados, casi el 10% de su población activa a finales del tercer trimestre de este año.

El caso del trabajador palentino, obviamente, no es el único. El agricultor metido a calderero, pone al descubierto cuál es la situación real de Euskadi. un país donde la crisis que sacude la economía española y mundial está dejando un reguero de pérdidas empresariales, expedientes de crisis, regulaciones de empleo, cierres o huidas de empresas, deficiente gestión, falta de inversión y. en último extremo, desempleo.

En Bilbao, afirma Chemy Cantera, economista de CCOO de Euskadi. «hay algunos grupos que llegan a decir que el País Vasco está en quiebra. «Bueno». añade, «yo no llegaría a ser tan catastrófico, pero, evidentemente, la situación es peor que mala.» Es curioso que, pese a la gravedad del momento, un análisis estadístico macro económico detallado, especialmente en lo que se refiere al paro, no existe. Sólo hay algunos informes sectoriales. La Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao ha realizado en el último año varios esfuerzos en este sentido, pero sus trabajos, muy positivos, están prácticamente limitados a Vizcaya. Otro tanto ha hecho Adegui, la patronal guipuzcoana, sobre su provincia. A nivel global, excluida Navarra por decreto, el Consejo General Vasco se propone hacer un estudio exhaustivo para enero, a través de su Consejería de Trabajo. Y en Navarra, provincia que por el momento se está libran do de los aspectos más graves de la crisis (al igual que Alava), los esfuerzos parten conjuntamente de la Diputación y la Administración central.

Por eso, las cifras globales oficiales sobre el nivel del desempleo son harto confusas, contradictorias y, en algunos casos, claramente contestadas por los organismos autonómicos o por los centros de estudios privados, empresariales y sindicales. En el segundo trimestre de 1979, por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística calculaba un índice de paro para las provincias vascongadas del 9,78% de la población activa, casi punto y medio por encima del nivel estatal. En Navarra el índice era también alto, 8,58%, aunque ligeramente inferior a la media nacional, de un 166%.

Desde junio de este año, la situación ha cambiado y, por supuesto, hacia peor. La Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Vizcaya, en un estudio que lleva esa fecha, estimaba el porcentaje de parados en un 15,82% en el caso de. Vizcaya, cifra que supera en más de seis puntos el índice ofrecido por la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE. Hay que advertir que la Cámara bilbaína incluía en su cálculo, además del concepto de parado OIT (desempleado que busca activamente trabajo), el desanimado, que no lo busca, y los activos marginales. Ni que decir tiene que estas cifras son válidas para Guipúzcoa (Adegui calcula el índice del paro en un 14,50%), pese a las diferencias intrínsecas de su industria y economía, y sólo son orientativas para Alava y Navarra.

"Las estádIsticas oficiales ofrecen lagunas importantes

(Angel Toña, del CGV)

Otros datos que acercan a la realidad, pero desde otro punto de vista, son los recogidos por las oficinas de empleo del SEAF-PPO. Aunque fuentes oficiales del Ministerio de Economía señalan al respecto que no equivalen a los niveles reales de paro, aclaran extremos reveladores sobre la situación. En las tres provincias englobadas en el ente preautonómico vasco, el número de parados registrados a finales de septiembre se elevaba a 70.102 personas. En Navarra, en octubre, el paro registrado se elevaba a 11.120 personas, lo que colocaba la cifra total en 81.222 personas. Los puntos clarificadores de esta estadística vienen cuando se analiza que en ellas no se incluyen los trabajadores afectados por suspensión temporal del puesto de trabajo (cerca de 7.000), más otros 22.000 desempleados parciales (reducción de jornada), los 40.000-45.000 juveniles menores de veinticinco años, más los 2.500 con jubilación anticipada. En

total, pues, la cifra supera los 150.000 parados, casi un 15% de la población activa.

Para Angel Toña, secretario de empleo de la Consejería de Trabajo del CGV, no hay duda de que las estadísticas sobre el paro registra(lo ofrecen lagunas importantes. «El desempleo está incrementándose a marchas forzadas en las tres provincias vascongadas en los últimos meses y parece ser que el objetivo de las estadísticas es esconder este fenómeno por aquello de Ja teoría del avestruz», dice. Por eso, el CGV estima que, además del paro registrado, el «auténtico desempleo» incluye a los registrados, a los parciales, a los jóvenes y mujeres y a los que se han visto obligados a reducir su jornada o su trabajo anual.

"En Euskadi no ha habido desempleo hasta hace cuatro años"

(Dorao Lanzagorta, economista)

El alto índice de paro en Euskadi, una zona del Estado que llegó a importar medio millón de personas a lo largo de los últimos veinticinco años para hacer frente a un proceso creciente de desarrollo industrial, está produciendo una enorme preocupación en los nuevos órganos autonómicos del País Vasco, que, conscientes de que tras las elecciones al Parlamento vasco en marzo y con los conciertos económicos en proceso negociador el problema se les cae encima, quieren aclarar primero su origen histórico y evitar así que se les venga también encima la responsabilidad. «Hay que tener en cuenta que el desempleo es un fenómeno nuevo en este país», dice Jesús Dorao Lanzagorta, secretario de la Cámara de Comercio de Bilbao. En ello coincide Juan María Ollora, el senador del Partido Nacionalista Vasco, que, como experto en temas económicos del PNV, forma parte de la comisión negociadora de los conciertos económicos. «En Euskadi el desempleo empezó a aparecer en niveles alarmantes hace tan sólo cuatro años», señala el peneuvista.

Para entender en su alcance real la crisis económica vasca y su efecto -el desempleo- es preciso entrar en los orígenes de la situación. «Euskadi empezó a sentir la crisis de 1973 dos años después, quizá corno consecuencia de la particularidad de la industria vasca», explica Dorao Lanzagorta. Hasta entonces, la situación se había capeado con soluciones de tipo coyuntural y gracias, quizá, al mantenimiento de un valor artificial de la peseta, que permitió a muchas empresas siderúrgicas y de bienes de equipo (que junto a las navales forman el cuerpo industrial vizcaíno y guipuzcoano) compensar la caída del mercado interno con un relanzamiento de las exportaciones.

A partir de 1975, sin embargo, la crisis comienza a aparecer en toda su crudeza. Los crecimientos salariales, el hundimiento de la inversión, la previa descapitalización de Euskadi, el impacto de la crisis del petróleo y el coste del cambio político comienza a dejar su enorme herencia sobre la estructura económica del país, en opinión de Antonio Pérez Calleja, del servicio de estudios de la Caja Popular Laboral.

Una estructura económica, por lo demás, que debido a sus limitaciones sectoriales y al hecho de estar basada en un desarrollo tecnológico anticuado deja sin margen de maniobra a los empresarios vascos. A partir de 1976, los expedientes de crisis o los de regulación de empleo se acumulan en las delegaciones de Trabajo de Bilbao y San Sebastián. Un cálculo aproximado realizado por la asamblea de delegados de empresas en crisis estimaba que más de 1.700 empresas vizcaínas habían presentado expediente de reestructuración en los nueve primeros meses del año, una media de doscientos por mes.

Con la entrada en la década de los ochenta, sin embargo, algunos estiman que el panorama puede comenzar a presentar visos de solución, aunque sólo sea por los cambios políticos y económicos que la aprobación del Estatuto de Guernica pueda traer para el País Vasco. Dice Ollora, negociador del PNV de los conciertos económicos: «Aparte de las implícaciones internacionales y estatales de la crisis, existe también una óptica particularísirna vasca.» Mucho más pesimista se muestra Iñaki Áldekoa, parlamentario foral navarro y secretario general del ESB (Partido Socialista Vasco), uno de los grupos que conforman la coalición abertzale Herri Batasuna. Para Aldekoa, quizá la voz más áspera a la hora de identificar las causas de la crisis económica en Euskadi, «hay que tener en cuenta que durante los últimos veinte años el proceso de descapitalización en el País Vasco ha sido enorme». «Las industrias», añade, «son de la primera generación tecnológica y el gran mito de la industria vasca es hoy tan sólo una enorme máquina de hacer pucheros.»

Incluso desde otros puntos de mira muy diferentes al de Herri Batasuna se ve la situación con parecido pesimismo. Dorao Lanzagorta no duda en sentenciar que «el túnel del año 1980 es mucho más negro de lo que se cree» y Juan Alberdi, de la Asociación Democrática de Empresarios Guipuzcoanos (Adegui), matiza aún más: «A la vista de las previsiones de crecimiento del PIB español para 1980, las expectativas del mercado interior no son ciertamente favorables luego no podemos menos que esperar que la actual tendencia creciente de la tasa de paro se va a acelerar en este próximo año.»

"Olarra prefiere guardaespaldas a pagar el impuesto revolucionario"

(Chemy Cantera, CCOO)

Para más inri, el clima de violencia y la amenaza constante del impuesto revolucionario termina por deprimir mucho más a un amplio sector del empresariado vasco que junto a las quejas tradicionales o comunes a los hombres de negocios de que para invertir necesitan reducir los costes del dinero y un clima político y sindical favorable cierra la boca cuando se le interroga sobre el tema. «El efecto del impuesto revolucionario sobre el nivel general de inversión es de difícil cuantificación», nos dice un empresario alavés, una provincia relativamente poco castigada por las presiones de ETA (m). «No obstante, la presión armada existe y está ahí», añade Cherny Cantera. «Aquí el único que se ha librado del toque es Olarra, que prefiere invertir en guardaespaldas a dárselo a la ETA. Por lo menos genera empleo», confiesa el sindicalista. «Son disculpas», responde Aldekoa «el impuesto revolucionario son tan sólo pequeños alfilerazos.»

Sea como sea, entre amenazas y expedientes, muchos empresarios han decidido abandonar Euskadi, muchos sólo físicamente, ya que sus empresas siguen allí por imposibilidad material de trasladarlas o, muchas veces, por simple miedo a hacerlo. No obstante, empresas vascas y hasta algunas multinacionales comienzan a considerar seriamente la posibilídd de invertir en otras provincias. "La crisis del País Vasco tiene solución"

(Ollora, senador PNV)

Interesado en que esto no ocurra, y con el Gobierno vasco a punto de caer en sus manos en marzo (si se cumplen los pronósticos de las encuestas), el PNV trata de restar importancia a este tema. «El País Vasco tiene solución», dice Ollora: «Las grandes empresas vascas tienen solución», insiste el senador nacionalista rechazando la interpretación de Aldekoa, quien piensa que «lo único que vale de las grandes industrias de la margen izquierda bilbaína son los solares.» Pero frente a las alternativas revolucionarias de HB, los nacionalistas vascos, se rumorea en Bilbao, tienen ya su plan para rescatar a Euskadi de la crisis. El plan, si existe, se está elaborando en gran secreto y se dice que participan otros grupos políticos como el PSOE y UCD.

En cualquier caso, la solución para los que, aparentemente, van a ser los responsables del Gobierno vasco antes de tres meses tiene sólo un pequeño margen de actuación, condicionado al desarrollo de las competencias que el poder central traslade al órgano autonómico vasco dentro de los conciertos económicos. En ellos, opinan muchas voces autorizadas en el País Vasco, se va a decidir elfuturo a medio plazo de la economía vasca. En ellos, remata Angel Toña, socialista, de la Consejería de Trabajo del CGV, y en la voluntad que tenga el Gobierno de Madrid para negociar una solución global con los próximos gestores de la Administración vasca.

Indudablemente, las elecciones de marzo al Parlamento vasco van a despejar una gran incógnita en el proceso autonómico vasco y en las medidas que se adopten para salir del atolladero económico. El Partido Socialista de Euskadi (PSOE) tiene, más o menos, decidido pasar a la oposición, como la segunda gran fuerza política vasca, si el PNV confirma su liderazgo electoral de las últimas consultas.

Si así sucede, es previsible que el PNV forme un Gobierno monocolor vasco y se convierta ya definitivamente en el interlocutor único del Gobierno de Madrid. En ese caso se despejará también hasta qué límite dan de sí los conciertos económicos.

Con todo, Ollora mantiene que el Gobierno vasco puede empezar a funcionar antes del verano de 1980 y empezar a ejecutar la política que le faculta el Estatuto y, eventualmente, los conciertos. ¿Cuál va a ser esa política? «Muy sencilla», responde el economista del PNV. En primer lugar, «queremos como primer paso una solución intermedia en el tema de los conciertos que perdure durante todo 1980». «Esa solución intermedia», añade, «exigiría la elaboración de un mecanismo de recaudación fiscal en manos del Gobierno vasco que se encargaría de poner en manos del Estado su parte correspondiente, inclusive el llamado fondo de compensación contemplado en la Constitución.

Con esa facultad recaudatoria, el Gobierno vasco piensa realizar su propia política económica, inclusive la monetaria. «Si es que podemos», matiza Ollora. Las prioridades quedarían fijadas en la lucha contra el estancamiento, el aumento de las inversiones públicas y la creación de sociedades míxtas para la reconversión industrial,de Euskadi, ese gran proyecto a medio plazo que algunos piensan que es la gran solución.»

¿Por qué la insistencia de una política económica autónoma? «Queremos corregir», dice el senador, «los defectos del plan económico del Gobierno.» En su opinión, el PEG tiene una gran laguna, que es la ausencia de una política de rentas. «Si los salarios siguen creciendo», amenaza, «no habrá ni inversión ni recuperación.» Luego está la política monetaria, que en su opinión es restrictiva y poco acorde con las últimas ideas académicas internacionales sobre lo que hay que hacer para salir de la crisis. Y luego, el Pacto Vasco, una especie de acuerdos de la Monclo a, a lo euskera.

Para esto, claro, deben contar con el apoyo de los sindicatos y de los empresarios. Con los últimos podría ser, sugieren fuentes de Adegui, la patronal de Guipúzcoa. Con los primeros, es la duda, aun que Mendizábal, de ELA-STV, no lo descarta cuando afirma que «en Euskadi iremos a negociar convenios a todos los niveles». Comisiones y UGT podrían pasar por ello si ELA lo hace, opina un sindicalista nacionalista. «Lo importante es negociar cualquier solución con todos», dice, por su lado, Chemy Cantera, de CCOO de Euskadi. La incógnita, la gran incógnita, continúan siendo los grupos abertzales y, en última instancia, la ETA, en sus dos ramas.

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