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Tribuna
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Obligado cumplimiento

El decreto de 1959 no hubo nunca necesidad de aplicarlo -porque no hizo falta. En la Copa de Europa de aquel año, el Madrid se negaba a que las cámaras entrasen en Chamartín. Fue el propio ministro de la Gobernación, Camilo Alonso Vega, quien recomendó a Bernabéu, en función de la amistad que les unía, que el problema se resolviera amistosamente. Al ministro le preocupaba tener que ser él precisamente quien «metiera los caballos en el Bernabéu». A consecuencia de aquel partido, el Madrid comenzó a firmar sus sustanciosos contratos con Televisión, de dos años de duración cada uno.El Madrid supo sacar buena tajada de aquella situación. El último favor madridista fue para el Gobierno Arias, el 30 de abril de 1976. Adolfo Suárez, ministro secretario general del Movimiento, y Martín Gamero, ministro de Información y Turismo, convinieron que Televisión -dirigida entonces por el señor Peña Aranda- transmitiera el Madrid- Barcelona. Aquel año hubo una fuerte polémica por los constantes cambios de fechas del calendario. La Federación llegó a dictar normas estrictas sobre el adelantamiento y retraso de encuentros. El Madrid-Barcelona del domingo 2 de mayo fue adelantado al viernes 30 de abril, víspera del Primero de Mayo.

No se aplicó formalmente el decreto, pero el Madrid percibió catorce millones de pesetas, que fue el detrimento sufrido en taquilla. Cobrar, por cierto, le costó tiempo al Madrid, porque el Ministerio que entonces ocupaba el señor Reguera Guajardo, ex socio del Madrid y actual socio del Atlético, no se dio demasiada prisa. Adolfo Suárez, que ya era presidente, resolvió el problema.

El Madrid-Barcelona fue el último magno programa televisivo antimanifestación.

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