La crisis económica y social ha Ilegado también a Polonia
«La decepción del pueblo polaco es evidente», declara un periodista de Interpress. Las razones son muchas y de todo tipo. Algunos atascos se producen ya en las horas punta en la principal arteria de Varsovia, que une las tres avenidas de Nowy Swiat-Krakowskie-Przedmiescie.Se trata de un símbolo externo, «es la motorización polaca con el Fiat 126, como en España lo fue el 600, asegura un joven polaco conocedor de la reciente historia española.
Pero tras la fachada se oculta el alto precio del automóvil, el tiempo necesario para conseguirlo (tres años) y la picaresca polaca de obtenerlo pagando en las tan queridas divisas extranjeras, que recortan en veinticuatro meses el plazo de espera.
El sentimiento antiruso, tan extendido, es utilizado por determinados elementos del partido para achacar. a la dependencia de Moscú todos los males económicos y políticos que aquejan al país. Sin embargo, «lo que tratan de ocultar es su propia incapacidad para resolver problemas polacos en Polonia». Una joven universitaria de la ciudad de Gdansk afirma sin ningún tipo de ambages: «En Polonia se puede conseguir de todo, sólo se necesita mucho dinero, mucho tiempo y mucho esfuerzo.»
El desánimo de la población es evidente, pero el «POUP está acentuando su papel en la sociedad en este momento de la construcción del socialismo, su Buró Político es el único que forma las líneas principales del país», afirma el diputado del grupo católico PAX Witold Jankowski.
El propio primer ministro del partido Edvard Gierek, es consciente de este desánimo social, ,y en su informe sobre los trabajos del próximo congreso, el pasado día 29 de octubre, se refirió continuamente «a la construcción del socialismo», pero ninguna consigna ideológica traslució de su lectura, incluso se excluyó el término marxismo.
«Se trata de las limitaciones ideológicas del régimen»", dice Jankowski, «como quedó demostrado con la visita de Juan Pablo II».
Un partido que no crece
De una población total de 35 millones de habitantes, apenas tres millones pertenecen al partido, «y de ellos hay que descontar a los arribistas, que forman una gran cantidad », como asegura un joven de Varsovia.
Este relativo fracaso del Gobierno comunista para atraer a polacos al interior del partido, incluidos los católicos que no tienen impedimentos para ingresaren el POUP, ha obligado a una reformulación de la estrategia del partido de requerir «la unión de todo el pueblo en el desarrollo del país», nada de marxismo o comunismo.
En los astilleros Lenin, de Gdansk, en el impresionante. puerto, el número uno del mar Báltico, su portavoz Wtadystaw Kita afirma que la estructura de las grandes, empresas polacas «es similar» a estos astilleros, con un volum en de negocios, en el presente año, de 14.000 millones de zlotys (un zloty = 2,50 pesetas), y no duda en afirmar que las decisiones obreras en el seno de la empresa «son muy democráticas».
Pero la estructura democrática del astillero deja mucho que desear. De sus 16.500 obreros privilegiados (con sueldos de cuatro a 16..000 zlotys, frente a una media nacional de 4.500), tan sólo 3.122 son miembros del POUP, algo menos de la quinta parte. Sin embargo, los cincuenta miembros de la representación sindical (pleno del consejo de empresa) deben compartir las mismas responsabilidades con el pleno de los trabajadores del partido (31 delegados), formando atribos la Conferencia de Autogestión (PR) que hará «recomendacionés» a la dirección, nombrada por el ministerio correspondiente. Las elecciones son con lista cerracla y un delegadopor cada setenta1rabajadores, que, eso sí, pueden ser revocados en cualquier momento. De estos astilleros partieron los huelguistas. que en diciembre de 1970 consiguieron, a la postre, el derrocamiento de Gomulka y su, sistema neoestalinista.
Aquéllas huelgas políticas tuvieron una inmediata repercusión en el campo polaco, hoy con enormes dificultades económicas, según reconoce el propio, ministro de Agricultura, Andrej Kacala, con.pérdidas «irrecuperables que ascienden a 5.500 Millones de zlotys,». En 1970 se suprimió la venta obligatoría al Estado de todos los productos agrícolas y se introdujo el seguro social y de jubilación, un «deseo que sigue vigente para allanar las muchas diferencias que hay entre el campo y la ciudad», en,opinión de la diputada del Partido Campesino Unificado (ZSL), con 112 escaños en el Parlamento (Sejm), Jadwiga Biernat.
Del total de tierras cultivables en Polonia, el 70% está en manos privadas, «pero cada agricultor no puede poseer más de cien hectáreas». El sentimiento contrario al campesino individual no es exclusivo del partido jóvenes universitarios y la población de las ciudades sospechan «de la simplicidad de estos pequeños campesinos y su desmedido deseo de obtener más y más bienes materiales».
Pero, al margen de la mala gestión económica del Gobierno, la climatología, especialmente adversa, se alió el año pasado contra Polonia. Las propias estadísticas oficiales no han podido ocultar las deficiencias en miles de toneladas de carnes y pescados, en especial estos últimos, cuando Polonia es la segunda industria de construcción pesquera del mundo.
Hoy, el interés del ZSL es procurar la mecanización del campo polaco y lograr un trabajo especializado más fructífero, pero en las conversaciones con responsables de la agricultura se ocultan veladamente los problemas que hay con la Organización de Autoayuda Campesina (Somopomoc Cluopsha), que debe fijar con los campesinos los precios de los productos.
Oficialmente, el índice de inflación del país se sitúa en el 8%, pero, según una fuente occidental residente en Varsovia, «este año puede alcanzar realmente hasta el 20%».
Ante este panorama, las más altas instancias del partido no ocultan que la crisis es «importante y palpable, no es necesario ser un economista para comprobarlo », dice el redactor jefe de la revista Polytika, Mieczislaw Rakowski.
Entretanto, «Gierek es la solución menos mala», dice un lector del club de prensa de Gdansk, donde se pueden leer publicaciones occidentales. La opinión parece extendida y existe un respeto por la personalidad del primer secretario, «quien, al menos, realiza un trabajo del que se responsabiliza». Hablar del sistema y proponer soluciones de recambio es algo más problemático, «los rusos están ahí, al lado,», se dice a media voz.
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