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El ingreso de México en el GATT provoca críticas internas

La aprobación del Consejo de Representantes del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) del proyecto de protocolo para que México se convierta en su miembro plenario número 85, decisión adoptada ayer por ese organismo en Ginebra, despertó aquí una serie de encontradas declaraciones y polémicas.Por un lado, el Congreso del Trabajo (CT), máxima organización del movimiento obrero mexicano, afirmó, a través de un estudio, que el ingreso de México en el GATT lesionará la autonomía del Estado nacional. Mario Suárez, vicepresidente de esta central, propuso la realización de reuniones públicas de todos los sectores productivos del país, a fin de analizar las consecuencias de un paso económico y político de esa naturaleza.

En tanto, el secretario de Comercio, Jorge de la Vega Domínguez, dijo que en la decisión final al respecto «no caben geometrías políticas de izquierda, de centro o de derecha», y reiteró que en ningún momento se plantearía esta posibilidad si «realmente fuera lesiva para México y la industria nacional». El funcionario -uno de los hombres de confianza del presidente- desechó que hubiera presiones estadounidenses para el ingreso al GATT, pero puntualizó que la medida posibilitaría un crecimiento del comercio bilateral con Estados Unidos en un 70%.

De la Vega Domínguez negó que la afiliación al GATT comprometa las ventas de hidrocarburos. «El petróleo y gas», dijo, «seguirán vendiéndose mediante acuerdos por separado.»

Sin embargo, esta situación ha causado profunda alarma en los sectores de la pequeña y mediana industria. Sus portavoces aducen que el ingreso al GATT beneficiará a los grupos exportadores, donde predominan el gran capital nacional y transnacional, en tanto que el abandono de una política proteccionista y la apertura del mercado interno a las manufacturas de los socios del GATT perjudicaría sensiblemente a las empresas menos poderosas. Una franja industrial ineficiente y que tiene capturado al mercado interno quedará en la cuerda floja de la competencia desigual, de la quiebra o la desaparición. «Ello», dicen los críticos del ingreso, «provocará mayor desempleo y profundos conflicto sociales.»

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