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Reportaje:Situación actual de la crisis del petróleo / 1

La reducción de producciones de crudo y la dificultad del abastecimiento

Como consecuencia de la crisis iraní de finales de 1978 y principios de 1979, los acontecimientos que desde hace algunos años afectan al mercado mundial del petróleo han entrado en una nueva fase acelerada, y, en gran medida, incontrolada, que se caracteriza esencialmente por un incremento rápido de los precios, por un equilibrio cada vez más precario entre la oferta y la demanda y por un desorden cada vez mayor en los circuitos tradicionales de aprovisionamiento. La disminución de la oferta de crudos ligeros y de bajo azufre y la escasez de algunos productos refinados que comienzan a manifestarse permiten hablar sin exageración de una situación de crisis cuyo final no se vislumbra, y cuya evolución más probable es una agravación continua a lo largo de los próximos meses y años.Aunque la revolución iraní haya sido la que ha marcado el punto de partida de esta segunda fase de la crisis energética, realmente no ha sido más que un factor catalizador de los problemas que eran ya previsibles desde hace algunos años, siendo su resultado el haber adelantado en tres o cuatro años la agudización de la crisis energética, tal como estaba previsto en la mayor parte de los análisis,

Desde mediados de los años sesenta, la evolución del sistema energético mundial se ha caracterizado por un crecimiento continuo del consumo de petróleo, por una disminución de los descubrimientos y las capacidades de producción y por retrasos considerables en el aprovechamiento o la puesta a punto de fuentes energéticas alternativas. En concreto, y por lo que respecta al ritmo de descubrimiento de nuevas reservas, se ha pasado de una media de 2.500 millones de toneladas/año entre 1950-1965 a 1.500 millones de toneladas/año entre 1970 y 1977. No es menos significativo el hecho de que más de la mitad del incremento anual de reservas se debe fundamentalmente a la revaluación de yacimientos antiguos. La consecuencia de ello ha sido un continuo descenso de la relación entre las reservas probadas y la producción (cuadro 1).

Esta caída en la cifra de descubrimientos de nuevas reservas no quiere decir exactamente que los recursos de hidrocarburos aún por descubrir no puedan ser todavía importantes; de hecho, un reciente estudio de la OCDE los evaluaba en 800.000 millones de tep (1) (toneladas equivalentes de petróleo), de los cuales 300.000 millones serían petróleo y 500.000 de gas natural (2). Sin embargo, la dinámica político-económica del mundo petrolero hace que la exploración no pueda concentrarse en las zonas más prometedoras, tanto que el 80% del esfuerzo exploratorio mundial se realiza hoy en el mundo industrializado y generalmente en zonas ya muy exploradas con posibilidades reducidas de grandes descubrimientos. Hoy casi ninguna compañía arriesga cantidades significativas en explorar en los países de la OPEP, o incluso en el Tercer Mundo, y los Gobiernos de estos países apenas hacen un esfuerzo más que simbólico en continuar explorando su propio subsuelo. Mientras esta dinámica no cambie, y desde luego no tiene trazas de cambiar a corto plazo, los descubrimientos de nuevas reservas seguirán siendo limitados por muy importantes que puedan ser los recursos teóricos y la escasez será real.

En definitiva, el fondo del problema es la escasez de reservas probadas en relación con la demanda, agravado además por la concentración de oferta en unos pocos países y sociedades, que están intentando sacar el máximo partido de esa escasez y como consecuencia conjunta, la imposibilidad material a medio plazo de que el petróleo continúe suministrando demanda incremental de energía del mundo industrializado, tanto en los países de economía de mercado como en los de economía planificada.Los aprovisionamientosPor estas razones, la situación de aprovisionamientos de petróleo y sus derivados es previsible que continúe empeorando. De hecho, después de un cierto respiro en el segundo y el tercer trimestre de 1979, todo apunta hoy hacia un empeoramiento en el último trimestre del año para alcanzar de nuevo una situación de desabastecimiento a lo largo de 1980. A máslargo plazo, todas las previsiones señalan a un creciente déficit entre la demanda y la oferta de petróleo que para el conjunto de países de economía de mercado podría llegar a una cifra comprendida entre los cuatro y los seis millones de barriles diarios en 1985 (entre 4 y 6 veces el consumo actual de España) (cuadro 2).Los elementos fundamentales en los que se basan tan pesimistas conclusiones son básicamente los siguientes:- A medio y largo plazo, la política de los países de la OPEP es la de conservar al máximo sus reservas. Los países del golfo Pérsico están produciendo hoy unos veinte millones de barrilesldía, y los análisis más fiables estiman que dicho nivel no será superado en 1985.- El resto de los países de la OPEP está produciendo alrededor de diez millones de barriles/día, pero su capacidad de producción es limitada, y aunque política yeconómicamente puedan desear incrementar esta cifra, su producción caerá a unos ocho millones de barriles/día para 1985 por falta de reservas suficientes.

-Otras fuentes de suministro que pueden aliviar esta caída en la producción de la OPEP no pueden considerarse operativas hasta los años noventa. Es dudoso que pue dan producirse descubrimientos espectaculares como el mar del Norte o Alaska, y además, en caso de producirse, no representarán ayuda antes de cinco u ocho años.

- México es hoy la variable más importante a medio plazo, ya que tiene un alto nivel potencial de re servas; no obstante, el objetivo ac tual de sus dirigentes es estabilizar la producción en 2,5 millones de barriles en 1985, pues la política de este país se centra, de momento, en una explotación muy conservadora y profundamente nacionalista de su nueva fuente de riqueza.

- Los programas actuales de combustibles sintéticos en Estados Unidos llevan a una producción de menos de 0,5 millones de barriles/día en 1990, cantidad insignificante cara a las necesidades del país.

No obstante, si se diera prioridad a este tipo de combustibles, las cantidades a obtener podrían incrementarse sustancialmente, pero no antes de finales de los años ochenta. Aunque los problemas ecológicos planteados por este tipo de producciones son tan grandes (muy superiores incluso a los de la energía nuclear), que es muy dudoso un recurso masivo a los mismos.

En definitiva, la consecuencia de toda esta situación es de que la producción de petróleo puede haber alcanzado ya su máximo, o en todo caso lo alcanzará en los próximos tres o cuatro años. Por estas razones, lo único claro en el mo mento actual es que la crisis energética se agravará de día en día hasta el punto de que en el futuro inmediato no será posible estar seguros de poder incrementar la cantidad de petróleo necesaria para sostener un crecimiento económico aceptable. Más en con creto cabe señalar que en el área de la OCDE todos los países estarán continuamente al borde de la ruptura de su aprovisionamiento s al menos hasta 1985.

Roberto Centeno 39 años, es ingeniero de Minas y economista. Catedrático de Economía en la Universidad Politécnica de Madrid. Ha desarrollado su actividad profesional en empresas del sector energético como Enagas y CAMPSA, donde en estos momentos ocupa el cargo de consejero delegado. En 1975 publicó uno de los pocos tex tos escritos por un español sobre temas energéticos, La economía del petróleo y del gas natural.

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