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Los trabajadores de Leyland aprueban la reestructuración (25.000 despidos) de la empresa

En una decisión sin precedentes en la historia de las relaciones laborales en el Reino Unido, los trabajadores de la British Leyland han hecho caso omiso de las recomendaciones de sus representantes sindicales y han decidido por abrumadora mayoría aprobar un plan de modernización de la empresa, que contempla el cierre de trece fábricas y la pérdida de 25.000 puestos de trabajo. La decisión de los trabajadores supone asimismo un revés y un importante desafío para el mayor sindicato británico, The General and Transport Workers Union, que agrupa la mitad de la fuerza laboral de la Leyland y que había realizado una fuerte campaña en contra de la adopción de los planes de la empresa.

British Leyland, el gigantesco complejo automovilístico británico nacionalizado, decidió llevar a cabo una votación por correo entre sus 152.000 empleados, a pesar de que los representates sindícales habían rechazado por unanimidad el plan. Según declaró el presidente de la compañía, el australiano sir Michael Edwardes, la impresión reinante en la dirección era que la decisión de los líderes sindicales no representaba el verdadero sentir de la mayoría de los empleados.Los hechos han dado la razón a Edwardes, ya que el resultado de la votación no deja lugar a dudas sobre los deseos de los trabajadores de Leyland. El apoyo a los planes de la empresa se ha conseguido en una proporción de siete a uno. El 80% de la plantilla ha participado en la votación, que ha arrojado un resultado de 106.062 votos a favor y 15.541 en contra.

En una conferencia de prensa convocada para anunciar los resultados, sir Michael Edwardes mostró a los periodistas sus poderes: los votos afirmativos. «A la vista está lo que de verdad piensan nuestros empleados», dijo Alentado por la aplastante mayoría, advirtió contra cualquier intento de boicotear el trabajo en el futuro.

«Si a algún directivo, a algún representante sindical o a algún empleado no le gusta el calor de la cocina, esta es una gran oportunidad para que se marche. Los que no estén dispuestos a trabajar por el bien de la empresa, harían mucho mejor en irse a otro sitio», declaró el presidente de British Leyland.

Edwardes no había dejado lugar a dudas sobre sus intenciones British Leyland no podía mantenerse abierta en las circunstancias actuales con los escasos niveles de productividad, una mala calidad de producto y huelgas constantes. Sir Michael mantuvo laboriosas conversaciones con los representantes del personal y explicó por carta a toda la fuerza laboral que la única forma de sacar a British Leyland de su marasmo actual era poniendo en marcha un ambicioso plan de reestructuración, que incluye el cierre total o parcial de trece factorías y el despido de 25.000 trabajadores en el plazo de cinco años.

El presidente advirtió que para que ese plan triunfase necesitaba contar con el apoyo de los trabajadores. Sin ese apoyo recomendaría al Gobierno el cierre total de British Leyland.

La ejecutiva de la Confederación Sindical de Obreros Mecánicos y de Astilleros, que agrupa a todos los sindicatos con representación en Leyland, dio el visto bueno al plan. Pero los representantes sindicales de la empresa se opusieron y pidieron a sus representados el voto negativo, arrastrando en su postura a algunas organizaciones sindicales, tre ellas, a la poderosa Transport and General Workers Union.

La luz verde de los trabajadores permitirá ahora a Edwardes solicitar del Gobierno los créditos necesarios, estimados en unos 425 millones de libras (unos 60.000 millones de pesetas) para lanzar al mercado cinco nuevos modelos en los próximos años.

Una de las causas de la pérdida gradual del mercado por parte de British Leyland ha sido precisamente la ausencia de nuevos modelos, que la han dejado indefensa ante la competencia extranjera en los mercados interiores y exteriores. El primer modelo que saldrá al mercado será un nuevo supermini, bautizado con el nombre de minimetro, que esperan lanzar a finales del próximo año.

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