"La democracia es la única vía al socialismo"
«La democracia es la única vía al socialismo», dijo anoche el secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Felipe González, en la conferencia inaugural del ciclo del Club Siglo XXI sobre «Convivencia y respeto social». Presentó al conferenciante el ex presidente de las Cortes Antonio Hernández Gil, a quien Felipe González calificó de «paradigma de la convivencia y del respeto social» y elogió su ecuanimidad e independencia de criterio. Unas 2.000 personas asistieron a la conferencia, que muchas de ellas siguieron a través de un circuito cerrado de televisión, en los pasillos y otros salones del hotel.
Felipe González propugnó el progreso democrático en todos los planos -político, económico y sociocultural-, «evitando la tentación totalitaria que conlleva la concentración de distintos poderes en un vértice». «Cuando desde nuestra óptica hablamos de socializaciones, tanto económicas como culturales, estamos negando la estatalización y tratando de potenciar la participación de los distintos sectores sociales afectados en un permanente equilibrio.»El conferenciante expuso, en primer lugar, su experiencia en Caracas, hace aproximadamente un año, en el desarrollo de un coloquio sobre «Democracia, autoritarismo y totalitarismo», antes de adentrarse en el análisis de nuestra realidad. Ya en esta parte de su disertación, el señor González recordó que, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los sistemas democráticos, «entre nosotros, la aproximación crítica a cualquiera de nuestros graves problemas conlleva un cuestionarniento implícito o explícito del sistema de gobierno».
El líder socialista insistió en la afirmación hecha en la clausura del reciente Congreso Extraordinario del PSOE sobre la fragilidad de nuestra democracia y redefinió el proyecto socialista como «una tarea compleja y difícil de defensa de la democracia y de oferta de cambio». Añadió que el PSOE ha de ejercer esta tarea en el plano de la oposición crítica y constructiva al Gobierno, «eliminando malentendidos sobre supuestas tentaciones coalicionistas», en el ejercicio firme del poder, «donde el pueblo nos lo ha confiado», y en la movilización responsable de conciencias y actitudes sociales para combatir «el desempleo, la baja productividad, el reparto injusto de la riqueza, la especulación, la atonía de la cultura y todos aquellos elementos que impiden a nuestros conciudadanos tener ese impulso ético capaz de superar solidariamente situaciones al mismo tiempo adversas y esperanzadas».
Analizó seguidamente, «desde una perspectiva de Estado», problemas como la violencia y el terrorismo, la situación económica de crisis y el paro, la dialéctica entre el poder central y el poder local y la construcción del Estado de las autonomías.
Sobre el fenómeno terrorista hizo una amplia exposición, partiendo de la sensación existente de vacío de autoridad, para concluir que «toda violencia genera inseguridad y, por tanto, desestabiliza el proceso dernocrático». Pidió que tanto el poder ejecutivo como el judicial y la policía -ésta con un talante «cada vez más profesional»- cumplan con sus obligaciones democráticas.
Consideró el paro como una consecuencia de un deficiente sistema de relaciones industriales, y aseguró que el Gobierno tiene la obligación de iniciar la creación de puestos de trabajo ante la atonía de la inversión privada.
El líder socialista afirmó después que el poder central «trata de limitar la capacidad de gestión y de solución de los problemas de los poderes locales, ya de por sí poco entrenados y carentes de autoridad suficiente». Denunció el carácter disolvente para la democracia derivado de este enfrentamiento.
Por último, en relación con el proceso autonómico, «que ha de colocarnos», dijo, «en la frontera de un Estado federalizado», estimó conveniente «evitar las precipitaciones que nacen de fuerzas centrífugas». Afirmó que el verdadero sentido del proceso es «el incremento de la solidaridad entre pueblos diferenciados».
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