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La huelga de mecánicos británicos ha afectado gravemente a toda la economía del país

La huelga de la industria mecánica británica, que durante las últimas diez semanas paralizó a más de 6.000 empresas y a cerca de dos millones de trabajadores, ha terminado, tras un acuerdo entre los sindicatos y la patronal. La huelga, que consistía en un paro de dos días a principio de cada semana, ha costado a Gran Bretaña una media de cuatrocientos millones de libras semanales (57.600 millones de pesetas), y ha producido un número de horas perdidas superior al registrado en la totalidad de 1978.

El acuerdo se produjo tras seis horas de reuniones secretas en el hotel del aeropuerto de Gatwick entre representantes de la federación de industrias mecánicas y la confederación sindical de trabajadores de astilleros y mecánicos.Ambas partes habían registrado en los últimos días grietas en las posturas de sus respectivos afiliados. Así, el sindicato de electricistas había amenazado con llevar a cabo una votación nominal entre sus miembros para decidir la incorporación al trabajo, mientras que las compañías de la industria mecánica de la zona de Londres habían anunciado su decisión de plegarse a las demandas sindicales.

La confederación pedía un sueldo mínimo de ochenta libras semanales (unas 12.000 pesetas) para los obreros especializados, una semana laboral de 39 horas hasta 1982 y de 35 a partir de esa fecha, y unas vacaciones más prolongadas. Como siempre ocurre en estos casos, el acuerdo se ha logrado a la mitad de las dos posiciones.

El salario mínimo ha quedado fijado en 73 libras, los días de vacaciones se aumentan en cinco y la semana laboral se reduce a 39 horas a partir de noviembre de 1981. Mientras que para la federación no ha habido ni vencedores ni vencidos, el presidente del poderoso sindicato de trabajadores mecánicos ha calificado las nuevas condiciones como «una victoria en nuestra lucha para conseguirla semana de 35 horas».

Entre las industrias que cerraron sus instalaciones como consecuencia de esta huelga se encuentra la división aeronáutica de la Rolls-Royce, que llevó a cabo un lock-out en todas sus instalaciones y procedió al despido de la mitad de su fuerza laboral, de 60.000 hombres. Se espera que la Rolls, que se dedica principalmente a la fabricación de motores de aviación para la industria norteamericana, reabra inmediatamente sus instalaciones.

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