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Graham Greene

apurará hoy algo más lentamente el whisky pálido que degusta todas las tardes. El autor de El factor humano celebrará con ese alcohol rebajado, en su casa de Antibes (Francia), su universario número 75. En la tranquilidad de su cuarto de trabajo, el señor Greene no sabrá que un escritor español, Miguel Delibes, acaba de declarar en Suecia que ya es hora de que la academia que concede el Premio Nobel se acuerde del escritor inglés. Grabam Greene está acostumbrado a este tipo de generosidades, porque él mismo las practica en igual medida que su colega de Valladolid.

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