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Congreso Extrordinario del PSOE

La corriente "fefipista" domina claramente el Congreso Extraordinario del PSOE

A falta de algunas dudas, la corriente mayoritaria del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que dirigen Felipe González y Alfonso Guerra, tenía ayer perfilada una candidatura completa a la comisión ejecutiva del partido, con algunas dudas que fueron objeto de contactos y negociaciones a lo largo de la jornada de ayer. El Congreso Extraordinario del PSOE discurrió, en su sesión inaugural, por cauces perfectamente establecidos, con la vaga sensación en el ambiente de que todo está bastante atado y poco es lo que queda por discutir. Media un abismo entre el desarrollo del 28.º Congreso y el que ayer comenzó sus trabajos.La precandidatura a la comisión ejecutiva, antes mencionada, fue preparada en una reunión celebrada por Alfonso Guerra y numerosos cabezas de delegación, en la noche del jueves al viernes. Asistieron a la misma, entre otras personas, Ciriaco de Vicente, Raimon Obiols, Manuel Marín, José Luis Rodríguez Pardo, José Vida, Virgilio Zapatero, Gabriel Urralburu y algunas otras personas. No asistieron, entre otras personas significadas, los portavoces de Euskadi y Madrid, señores Benegas y Puerta, respectivamente.

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Todos los componentes de la mesa del congreso son moderados

Renovación en la ejecutiva

Esta candidatura, que en realidad tiene carácter de prelista, responde perfectamente a las ideas existentes en el seno del núcleo motor de la misma, que consisten -como ayer explicaba EL PAIS- en conseguir una renovación importante de la comisión ejecutiva que actuó hasta el 28.º Congreso, conservando sólo un reducido grupo de la anterior, e introduciendo numerosos nombres nuevos.

De dicha lista, parecen muy probables los siguientes: Ramón Rubial, Felipe González, Alfonso Guerra, Carmen García Bloise, Javier Solana, Raimon Obiols, Ciriaco de Vicente, Luis Fajardo, Enrique Múgica, María Izquierdo, Antonio Sotillo, Joaquín Almunia, Francisco López del Real, Carlos Corcuera, Carlos Gigarrán, Pedro Bofill y Donato Fuejo.

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Nombres sobre los que ayer existían dudas eran, entre otros, los de Guillermo Galeote, Ignacio Sotelo, José Federico de Carvajal, Joan Lerma, José Bono, Gregorio Peces-Barba, Txiki Behegas y José Luis Albiñana.

Las dudas procedían de los reparos que los representantes de Castilla-León, algunas federaciones de Castilla-La Mancha y Murcia mostraron sobre la lista completa, por considerarla en su conjunto «excesivamente continuista». Para solucionar los problemas surgidos se preveía de madrugada una nueva reunión de jefes de delegación para buscar un acuerdo.

Ningún miembro del sector crítico figuraba en la precandidatura de la corriente mayoritaria. A medianoche, miembros de este sector pusieron en circulación una lista de integración formada por las siguientes personas: presidentes, Enrique Tierno y Ramón Rubial; secretario general, Felipe González; vicesecretario general, Alfonso Guerra; secretario de organización, Javier Solana; secretaria de adminitración, Carmen García Bloise, y secretario de formación, Luis Gómez Llorente. También figuran en esta lista Manuel Sánchez Ayuso, Ciriaco de Vicente, Manuel Abejón, Alonso Puerta, Enrique Múgica, Pedro Viana, José María Obiols, Sarazíbar, Máximo Rodríguez, Fernando Morán, Francisco Bustelo, María Izquierdo, Joan Pastor, José María Benegas, Martínez Bjorkman, Rodríguez-Amadiós, María Paz Felgueroso y Francisco Ramos.

El sector crítico comprobó, desde muy temprana hora de ayer, las nulas posibilidades de entendimiento que existen con el sector de Felipe González y Alfonso Guerra, al ser derrotado el único candidato que presentaron a un puesto en la mesa que preside los debates -Manuel de la Rocha-, después de haber aceptado votar a todos los demás candidatos.

Alfonso Guerra, protagonista

Tal vez la imagen que mejor define lo ocurrido ayer en el Congreso Extraordinario sea la de Alfonso Guerra, ex secretario de organización del PSOE, levantando su tarjeta de voto. Cada vez que el señor Guerra lo hacía, estaba votando por el 25% del partido, lo cual exphca su fuerza. Alfonso Guerra triunfó en cuantas cuestiones de orden propuso, y además fue el hombre más aplaudido de los que intervinieron a lo largo de la jornada. Su protagonismo, ayer, fue indiscutible, incluso con la inevitable frase polémica que caracteriza su estilo (véase referencia de la intervención en estas mismas páginas).

El congreso se había iniciado con dos golpes de efecto: uno, de menor entidad, que consistió en una conversación Alfonso Guerra-Luis Gómez Llorente, fotografiada por una nube de periodistas gráficos; otra, más importante, que consistió en la coincidencia entre la entrada de Felipe González y el canto de La Internacional, puño en alto. Posteriormente, hubo aún un tercer dato de interés: Alfonso Guerra trasladó al congreso del PSOE el sistema de «junta de portavoces» que funciona en las Cortes. De esta forma, los portavoces de delegaciones fueron convocados dos veces para resolver a puerta cerradas problemas planteados en el congreso; las sesiones fueron suspendidas durante el tiempo que los portavoces permanecieron reunidos.

Unido este método de trabajo al general convencimiento de que todo está muy claro y que la relación de fuerzas es prácticamente inamovible, el tono de las intervenciones fue bastante bajo y el debate que precedió a la elección de ponencias para su discusión en comisiones apenas suscitó interés en los congresistas, con la señalada excepción de Alfonso Guerra y algún otro orador. En la tribuna pública, prácticamente ninguna de las personas que intervinieron tocaron los problemas más importantes del debate socialista; sin duda, todos se reservaban, si acaso, para la discusión en comisiones.

Delegaciones extranjeras

Por lo demás, hubo muchos saludos fraternales, telegramas, mensajes y demás signos habituales de confraternización de organizaciones socialistas y progresistas en general; el más aplaudido fue el del Frente Sandinista, así como las menciones a Bettino Craxi y Mario Soares, que no se encontraban en la sala cuando sus nombres fueron pronunciados y ovacionados.

La impresión general de la primera jornada del congreso socialista confirma por completo las ideas existentes en las jornadas previas al mismo: el congreso se ha jugado ya en las asambleas celebradas a nivel provincial, hay una relación de fuerzas claramente fa vorable al sector moderado, corriente mayoritaria, o línea González-Guerra (las denominaciones han sido un problema en este debate, como se sabe); el sector crítico ha acudido al congreso de forma casi testimonial, e incluso su representación más numerosa que corresponde a Madrid, no puede hablar ni votar, porque tales capacidades están reservadas a los portavoces, en este caso, a Alonso Puerta. En fin, sólo queda por per filar la ponencia política y unos cuantos nombres de la ejecutiva -el único problema serio está planteado en el País Valenciano-. El hecho de que pueda surgir alguna fuerte discusión en comisiones, a puerta cerrada, no empaña la impresión general.

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