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Tribuna
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Política de alianzas: un problema a medio plazo

La unidad de la izquierda, el Gobierno de coalición con UCD o la definición de las posibilidades de una política plenamente «autónoma» ocupan espacios relativamente breves en los documentos preparados para el Congreso Extraordinario del PSOE. Los planteamientos de moderados, radicales y terceras vías no son coincidentes sobre esta cuestión, pero el problema de las alianzas, uno de los más importantes a medio plazo, aparece simplemente esbozado en los diversos textos.El planteamiento de cada opción en lucha está dirigido a que no se cieguen los caminos hacia el objetivo estratégico que consideran más conveniente; así, hay un sector moderado que procura eliminar obstáculos a la perspectiva de una futura coalición con fuerzas no socialistas, mientras la línea crítica trata de salvaguardar la posibilidad de un «entendimiento» con el resto de la izquierda. En medio quedan una serie de sectores que giran en torno a la fórmula de la coalición «sólo en caso de extrema gravedad».

Separa claramente a moderados y críticos la cuestión del órgano que ha de tomar decisiones en materia de alianzas: los moderados, según matices, piden que lo haga la ejecutiva o el comité federal; los críticos prefieren la caución de un congreso extraordinario. Una y otra soluciones inciden en los problemas de organización, eficacia y reparto interno de poder, que ya en un trabajo anterior hemos señalado como asunto fundamental del enfrentamiento entre las diversas fracciones del PSOE.

Si examinamos la posición adoptada por las principales federaciones, en Andalucía hay dos posturas: la moderada, de Córdoba y Sevilla, y la radical de Málaga. Para el caso de que esté en peligro la democracia, los redactores de los textos sevillano y cordobés admiten «colaboraciones de carácter temporal con fuerzas cuyos presupuestos y fines son el reflejo de intereses diferentes a los que el socialismo democrático incorpora y defiende»; por el contrario, la ponencia malagueña estima que esa situación debería dar lugar a un Gobierno de concentración de todas las fuerzas parlamentarias, ya que, en una hipotética colaboración con UCD, el PSOE ocuparía, la posición subordinada y se le impondría la renuncia a sus señas de identidad como partido de clase.

Destaca también, en este último texto, un problema al que apenas dedican atención el resto de las propuestas de ponencia, como es la concreción de los programas de los ayuntamientos de izquierda. Entiende la ponencia malagueña que el momento oportuno para ello es el estudio del presupuesto municipal del año próximo, previsto para este otoño. El deseo de un buen funcionamiento del pacto municipal de izquierda aparece mencionado, no obstante, en otros textos, singularmente los de federaciones castellanas.

Madrid dedica a la cuestión de las alianzas un apartado especialmente detallado: se rechaza la teoría bipartidista, se propugna el entendimiento con el resto de la izquierda y se establece la necesidad de un congreso extraordinario para el caso de que llegue a plantearse la participación del PSOE en el Gobierno, aunque de entrada establece que este partido debe permanecer en la oposición durante los próximos años.

La condición del congreso extraordinario figura también en la ponencia de Euskadi, si bien existe otro texto de Vizcaya en el que no aparece dicha caución. Cataluña y la mayoría de las federaciones valencianas alimentan la corriente general de que no debe haber coalición, salvo en caso de peligro de involución política, con la excepción radical de la agrupación de Valencia, cuya postura es que no haya coalición «pase lo que pase».

Parece, pues, que hay materia para la discusión. Existe, por supuesto, el denominador común de una política autónoma como punto de partida, pero este es un principio general cuya proclamación parece obvia.

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