_
_
_
_
_
Suecia, ante las lelecciones legislativas/ 1

La crisis económica incrementa la inestabilidad del electorado sueco

Mientras el corto verano sueco se extingue rápidamente, luego de tres meses con más lluvias que el sol, el centro del interés nacional se desplaza hacia las elecciones generales del próximo 16 de septiembre. Ese día, el pueblo sueco concurrirá a las urnas para elegir los hombres que tendrán la responsabilidad del Gobierno durante los tres años venideros que, según todas las opiniones, serán años dificiles. Informa desde el corresponsal de EL PAÍS, .

Contrariando lo que ha sido una tradición del país en materia de elecciones, esta vez, a poco más de veinte días de su realización, nadie se atrevé a formular un pronóstico sobre sus resultados. En lo que hay opinión formada, en,cambio, es que esos resultados podrían los próximos años modificar el mapa político de Suecia. Los observadores estiman que algunos partidos difícilmente podrán asimilar una derrota sin que estallen crisis internas, que hasta ahora han podido ser contenidas, pero no eliminadas. De la misma manera, para algunos dirigentes un resultado adverso puede hipotecar él futuro.Esta incertidumbre introduce una variante inusitada en un panorama político habituado a conocer anticipadamente y con un gran margen de aproximación el comportamiento de los electores. Esto da rienda suelta a las especulaciones y suscita no poca inquietud entre los dirigentes, que además de no saber cuál será su suerte en el cómputo de votos, pre sienten que más que el cargo, lo que estará en juego en estas elecciones será su destino político..

Desde hace casi dos meses, el Instituto Oficial de la Opinión Pública, SIFO (Staten Institute foer Opinions Undersoekningar), no ha dado a conocer nuevas cifras sobre las preferencias del electorado. Las últimas mostraban un alarmante retroceso de la socialdemocracia y, un avance del sector más conservador de la coalición «burguesa».

Lo que sí se sabe, luego de estudios sistemáticos durante las últimas dos décadas, es que la inestabilidad del electorado es cada vez mayor. Hasta hace unos años existía una relación casi matemática entre la extracción social del votante y el partido por el que optaba. La condición de obrero presuponía el voto por la socialdemocracia, SAP (Sveriges Socialdemokratiska Arbetare Parti), y en mucha menor proporción, por el partido comunista, VPK (Vaensterpartiet Kommunisterna), de la misma manera que un empleado administrativo era un votante Potencial de alguna formación de centro-derecha.

Sin embargo, cada vez más, esta « predestinación» electoral ha ido desapareciendo. La «desviación» es particularmente notable en los votantes jóvenes, cuyo comporta miento político, en términos generales, parece contradecir en Suecia conductas bastante universales Pero, esto roza un aspecto de la sociedad sueca, el de su juventud, que es capítulo aparte.

Rastrear las motivaciones de estos cambios, todavía imprecisos, llevaría a transitar tentativamente muchos caminos. Pero no existen dudas de que la crisis económica que afecta al mundo occidental ha tenido también aquí una incidencia importante.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Suecia ha sido durante mucho tiempo, y aún lo sigue siendo, una especie de espejo donde se miraba el mundo capitalista. Un país donde, sin alterar lo esencial del sistema, se había logrado eliminar aquellos factores que son causa habitual de tensiones sociales.

A lo largo de casi medio siglo, que coincidió con la presencia de la socialdemocracia en el poder, Suecia pudo desarrollar una industria altamente tecnificada y competitiva, que le permitió alcanzar un puesto privilegiado como país exportador. Paralelamente, los altos salarios y un sistema impositivo -que es un punto de fricción en estas elecciones- proporcionaron a su población uno de los niveles de vida más altos del mundo y un aparato de seguridad social que ampara al individuo desde la cuna a la tumba.

Sin embargo, esta. estructura, que parecía inconmovible -y que permite explicar muchas peculiaridades de la sociedad sueca-, comenzó a agrietarse. Aunque más tarde que en el resto de la Europa occidental, los síntomas de la recesión surgieron inequívocamente presentes desde fines de 1976.

La recesión se hizo notar particularmente en la indústria -siderúrgia y construcciones navales- y fue paliada mediante el incremen to de trabajo en el sector público y otras medidas de política laboral que contaron con el apoyo de todos los partidos. Estas medidas, de mandaron grandes gastos y contribuyeron a situar el déficit presupuestario en un nivel sin precedentes en Suecia.

Uno de los sectores más castigados por la desocupación ha sido la juventud. Su índice de desempleo, en 1978, fue de un 8% entre las personas menores de veinte años, y de un 5 %, para las de entre veinte y veinticuatro, mientras el promedio para toda la población activa fue de un 2,5 %. En Suecia no se vivía una-situación similar desde la crisis del año 1929.

Si bien 1979 ha señalado una tendencia a la recuperación, están lejos de haberse eliminado los motivos -muchos de ellos externosq- ue provocaron las dificultades. Es más, algunos economistas suecos han hecho un diagnóstico bastante sombrío respecto al futuro de la industria.

Este deterioro en los cimientos del edificio ha repercutido en la superestructura. Brotes aislados de tensiones sociales han aparecido aquí y allá por diversos motivos. Nada grave y finalmente resuelto sin mayores traumas, pero también inequívocas señales de que algo comienza a funcionar con dificultad en una maquinaria considerada perfecta.

De tres años a esta parte, muy gradualmente, él estilo de vida apacible con matices de calma bucólica de la vida sueca ha ido. perdiendo esos rasgos para teñirse de cierta exasperación típica de las sociedades industrializadas en crisis.

En este marco, muy someramente descrito, se encuadran las próximas elecciones. Ninguna duda hay de que los factores mencionados, más otros, como el problema energético y las fuentes de sustitución del petróleo, influirán en el comportamiento electoral del pueblo sueco.

De lo dicho hasta aquí podría desprenderse que Suecia vive actualmente un clima de fervor preelectoral acorde con la importancia del momento histórico. Nada más lejos de la realidad, todo transcurre dentro de la mayor calma, al menos hasta ahora. Según el viejo estilo sueco, no se ven reuniones multitudinarias ni oradores arengando a las masas enardecidas.

Apenas sí algunos signos denotan la proximidad de las elecciones. La prensa escrita y la televisión dedican grandes espacios a, informar sobre el tema. Todos los lugares públicos están cubiertos por los carteles de propaganda electoral. Justo el 16 de agosto, treinta días antes de la fecha fijada para las elecciones, se dio vía libre para el «afichaje» en la ciudad. Como cuadros de una exposición, cuelgan unosjunto a otros los carteles de los distintos partidos en calles y plazas de esta capital. En lugares estrátégicos, cada partido ha instalado una pequeña stuga -cabaña de madera-, que hace las veces de local de distribución de propaganda al público que pasa.

Otro signo que modifica la fisonomía habitual del paisaje sueco es la presencia, que la televisión recoge puntualmente, cada fin de semana, de los candidatos en barrios de la capital y ciu dades del interior. En estas reuniones, candidatos y electores dialogan en forma casi coloquial sobre los temas que preocupan a la comunidad con vistas a las elecciones. No podría asegurarse que tal forma de comunicación suponga una comunicación más profunda. Lo que sí confirma es que la política no es pasiónde los suecos. Un pueblo que no se caracteriza precisamente por sus grandes pasiones.

Ello no impide, sin embargo, que cada ciudadano ejerza su derecho a elegir nuevos gobernantes. Ni tampoco que muchos de ellos, sobre todo de las generaciones adultas, intuyan, no sin inquietud, que también a su querida Sverige le ha llegado la hora de apretarse el cinturón.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_