Villanueva y su gente
Se emite hoy el segundo programa de El señor Villanueva y su gente, serie -telecomedia, según la definición oficial- de producción propia en trece episodios de media hora, escritos por el dramaturgo Víctor Ruiz Iriarte, veterano colaborador de la televisión, realizada por Manuel Ripoll, también con muchos años de experiencia en Prado del Rey, e interpretada por Ismael Merlo (Nicolás, el padre, abogado, liberal, con vocación de diputado), Lola Herrera (su señora, doña Cristina, mujer de sus labores y frivolidades sociales, viste elegantemente y lleva, según Tele-Radio, un moño muy cuidado), Gonzalo Fernández (Nico, el hijo, estudia Arquitectura y también es de derechas, le gustan las motos y está enamorado de la criada), Carmen Utrilla (Lina, la hija, hace de rebelde, se cree que es de izquierdas y en el primer episodio amenazó con afiliarse a UGT, ¡Dios salve a la central!) y Verónica Urueta (es Rosita, la chacha, honrada y pueblerina, porque no hay comedia ni dramático que se precie de TVE si no hay criada dentro).La telecomedia se anunció la pasada primavera, en sustitución de Que usted lo mate bien. Pero los gerentes y programadores no calcularon. La serie no estuvo pronta y se equivocaron en cuatro meses. Ahora pretende sustituir a Los Roper. Moral no les faIta. Quisimos saber el esfuerzo económico que supone para el contribuyente, pero el directivo que sustituye al señor Roel, máximo jefe de los dramáticos, dijo: «No tenemos costumbre de decir lo que cuesta». Insistimos y repuso: «Y además hasta que no salga no se puede decir». «Nos te memos que usted no ve la televisión, porque ya salió el primer episodio el pasado jueves».
«Ya, pero quiero decir que hasta que no salga del todo. »
Se supone que esta telecomedia es de ficción, pero costumbrista y basada en situaciones reales, según los autores, y que es distraída y amable, de acuerdo con todas las informaciones oficiales. El señor Villanueva y su gente son familia de alta burguesía, viven en un chalé a las afueras, son una célula social creada a imagen y semejanza de directivos y profesionales de la Casa que han parcelado los alrededores de Prado del Rey, Ayuntamiento de Pozuelo. Son gente muy rica y muy mal educada, y aparentan más de lo que son. Eso sí, son gente de bien, tranquila, serena y, sobre todo, «de orden». Sus hijos parece que no han hecho nada para merecerse esos padres. Lo más divertido e importante de la telecomedía es la dirección de actores y el estilo del realizador, de acuerdo con la doctrina de Prado del Rey y sus platós: si Nicolás se levanta, la cámara también; Bárbara se va a la puerta, el objetivo la sigue al pie de la letra; Rosita no sabe dónde ponerse, el operador tampoco, y si Lina estornuda, la cámara intenta un atchís.
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