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Final extranjera para el Villa de Madrid

El Trofeo Villa de Madrid no tendrá hoy representante español en la final. Los organizadores querían un Atlético-Real Sociedad para la última jornada. Así será, pero ambos equipos dirimirán el tercer y cuarto puestos y no la final, que es lo que da cierto prestigio y lleva público al campo. La Real cayó ayer ante el otro conjunto »extranjero, el Stuttgart, y también por penalties. Pero al menos perdió después de haber jugado al fútbol, que es lo que no se vio en el Atlético-Grasshoppers.Fracaso es el calificativo que corresponde a la presente edición del Villa de Madrid. El público no ha respondido, porque apenas le ofrecieron alicientes. Y no ha habido sorpresas. El lunes, Atlético y Grasshoppers dieron de sí todo lo que cabía esperar. Ayer, la Real y el Stuttgart mejoraron el espectáculo deportivo. Por algo los vascos acabaron la pasada temporada en gran forma, y los alemanes son los actuales subcampeones de la Bundesliga. Pero tanto el cartel de uno como de otro para un torneo veraniego no es lo suficientemente atrayente como para medio llenar el campo del Manzanares.

El Stuttgart confirmó ayer su condición de favorito para llevarse el trofeo. En la República Federal de Alemania ya comenzó la temporada liguera y eso se notó. Se mostró más en forma que la Real y movió el balón con mayor soltura y además su nivel de juego es de cierta altura. La Real fue un dignísimo rival. Perdió, pero por penalties, gracias a que Arconada mantuvo su meta imbatida durante los noventa minutos de juego, a pesar de que si hubiera encajado dos goles nadie le hubiera achacado la culpa de la derrota.

Arconada fue una de las estrellas del encuentro. Dejando al margen su seguridad bajo los palos, tuvo dos acciones felicísimas a duros disparos lejanos de los delanteros alemanes en el primer tiempo. Después, su cobertura le arropó más y no dejó a los rivales dominar la pelota al borde del área, aunque fuera a base de fuertes entradas. Otra de las figuras del encuentro fue el internacional Hans Müller, que dejó patente sobre el campo un saber estar y una visión de juego envidiables.. Sobre él giró todo el juego del Stuttgart, basado en acciones rápidas de apoyo, que únicamente deslució el extremo Kelsch, demasiado empeñado en hacer la jugada él solo por la banda.

La Real comenzó muy bien. Quizá con demasiada fuerza, que dejó sin fondo a los jugadores según transcurrió el partido. Sacó el balón jugado desde atrás y lo movió con soltura y verticalidad durante la primera media hora. La falta de una óptima preparación física provocó en la segunda parte que sus jugadas fueran ya más horizontales en el centro del campo. En esta fase los momentos más brillantes correspondieron a Alonso y López Ufarte. La fuerza del primero y la sabiduría del segundo llegaron a poner en apuros a la defensa rival, desbordada en dos jugadas que no acabaron en gol, una por la soberana parada del meta y otra por el fallo de Satrústegui, ante la misma puerta, al darle el balón en el pecho y quedar incontrolado.

El partido reunió los suficientes alicientes para que al menos el público tuviese oportunidad de aplaudir. Sólo le faltaron los goles. Pero juego se vio. Tanto de conjunto como de acciones individuales. Y es que por lo menos hubo ilusión en los jugadores.

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