Desacertada presentación del Atlético
El Atlético se presentó ayer ante su público en el primer partido del Trofeo Villa de Madrid. Este año no estará en la final. Su juego careció de la inteligencia precisa para llevar el peligro al campo contrario y eso que el rival, el Grasshoppers, mostró buenas maneras, pero nada más. Para colmo, en la serie de penalties, estuvo desacertado a pesar de que Urízar mandara la repetición de dos lanzamientos que habían ido fuera.La pobre actuación del Atlético vino a corroborar que sigue con los mismos defectos que el año pasado. Tal y como terminó la temporada anterior ha comenzado ésta. Tampoco podía ser de otra manera, porque no ha habido renovación en el equipo. La única novedad, Marcos, no pudo alinearse por estar en Japón para disputar el mundial juvenil. Ante esto, la expectación se centró en las reapariciones, de Leal y González y en comprobar si Ayala cumplía su compromiso moral de no hacer recordar que Oliveira -que deslumbró en su debut con el Betis- podría ser jugador rojiblanco.
Leal y González hicieron poco y a ambos se les notó una alarmante baja de forma. Leal trotó sin más y cuando se quedó de director del juego al retirarse Marcial, el joven Quique tuvo la suficiente personalidad como para hacerse ver más en el campo que sus compañeros de línea. Respecto a González, sólo tuvo dos acciones acertadas de habilidad en el área. Ayala tuvo que ser sustituido; con eso queda dicho todo. Rubio, con dos jugadas de su marca, provocó que la afición le viera como titular en vez del argentino. El más vivaz en la punta del ataque fue Rubén Cano, a quien no le falta ilusión para jugar al fútbol y cuando se empleó con velocidad y fuerza llevó el peligro. La estrella del Atlético fue ayer Pereira. Sigue en su línea espectacular y resolutiva; además, cuando se fue al ataque, resultó uno de los peones que con mayor visión movió la pelota.
El juego atlético se basó exclusivamente en los lanzamientos de Marcial, no demasiado lucidos, y un apelotonamiento general de hombres en los últimos metros. El gol se buscó con tiros lejanos, siempre mal dirigidos, y cuando más cerca se estuvo de conseguirlo fue en barullos originados en el área. Guzmán y Marcelino buscaron el juego abierto, pero sus condiciones no son las de extremos, y sus acciones acabaron continuamente con centros muy apurados desde la línea de fondo. Fue suficiente que saliera Rubio para que animara algo el juego y se escucharan los únicos «Aupa Atleti» del partido, aunque totalmente desangelados, porque a sus jugadas les faltó ese remate oportuno para llevar el huy a las gradas,
El partido tuvo poca historia y sí mucho aburrimiento. Todo giró en tomo a un equipo, el suizo, que se defendía hasta con seis hombres en línea, y otro que atacaba sin orden, pese a que absolutamente todas las jugadas pasaron por el cerebral Marcial. Pero sin extremos en las bandas y sin afán de lucha nada había que hacer. Esperar el final, cada vez con mayor impaciencia, porque tras los penalties la eliminatoria concluyó a las doce menos cuarto de la noche. Y para lo que hubo que ver, el tiempo llegó a ser oro.
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