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Los sindicatos franceses anuncian movilizaciones al Gobierno

El Gobierno francés anunció ayer nuevas «consecuencias dolorosas e inevitables» para el nivel de vida de los franceses, pero en apariencia al menos no se inquieta ni lo más mínimo de las «agitaciones verbales» de los sindicatos y de los gaullistas y comunistas.La repercusión ya sensible de la crisis en la vida cotidiana de los franceses (un 20% de la Población o no ha ido de vacaciones o las ha reducido sensiblemente), según anunció ayer el primer ministro, Raymond Barre, es poca cosa respecto a lo que les espera a sus conciudadanos a partir del otoño entrante.

Como consecuencia sobre todo de la factura petrolífera (30.000 millones de francos el año próximo), el primer ministro afirmó que «en lo sucesivo se trata de elegir entre el mantenimiento del poder adquisitivo y su amputación», es decir, «se acabó la posibilidad de aumentarlo».

Ante el futuro sombrío, los sindicatos, como ya no se recordaba, han despertado con antelación. En pleno mes de agosto, quizá para evitar un desbordamiento posterior, los comunistas y los gaullistas, por un lado, y las tres centrales sindicales más representativas han desencadenado un concierto de «ultimátums» que el profano pudiera interpretar como un cataclismo que acabaría rápidamente con el giscardismo.

Tras sus vacaciones en Yugoslavia, Georges Marchais, secretario general del Partido Comunista (PCF), fue el primero en anunciarle al Gobierno «momentos gravísimos que nosotros nos encargaremos de provocar». En el mismo tono, el líder de la central de tendencia comunista (Confedración General de los Trabajadores, CGT), Georges Seguy, prometió ayer «acciones inmediatas».

Su homólogo de la segunda central más potente (Confederación Francesa Democrática del Trabajo, CFDT), Edmond Maire, y André Bergeron, líder de la tercera central (Fuerza Obrera, FO), socialista, mucho más moderada que las anteriores, han manifestado todos que, frente al recorte insoportable del poder adquisitivo de los obreros, la movilización y la acción será su respuesta en cuanto haya pasado el 15 de agosto. Ayer, el dirigente gaullista Michel Debré entró en liza para denunciar la mala gestión del Gobierno. El señor Debré, como los comunistas, estima que las subidas sucesivas del petróleo no justifican la irresistible subida de los precios. En los seis primeros meses del año, el coste de la vida ha aumentado el 5,5 %, del que sólo el 0,9% corresponde a la carestía de los productos energéticos. Este cálculo les parece simplista a los expertos, porque la incidencia del petróleo aún no ha jugado plenamente. En cualquier caso, frente a una situación sin precedentes en las sociedades industrializadas, los sincicatos también parecen desarmados, a juzgar por el clasicismo de su estilo reivindicativo.

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