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Cunningham, condicionado por su novia y un mecenas

El perfil humano de Cunningham, el más caro fichaje de la historia madridista, aparece claramente marcado por dos personas: John Gordon, una especie de manager para todo, y Nicky Hare Brown, su novia. La imagen de un Cunningham triunfador en el terreno de juego va a depender en gran medida, de su estabilidad y libertad emocional fuera de él. Deportivamente, Cunningham es un auténtico atleta. Ayer se entrenó en solitario en Chamartín, un día antes de la presentación oficial del equipo, que será esta tarde.

Los padres de Cunningham sonjamaicanos, aunque él nació en Londres. Tiene veintitrés años y conoció a su novia hace ocho. Ambos parecen inseparables. Su relación afectiva confiere una imagen de serenidad al jugador, que, al igual que otro futbolista que pasó por el club blanco, el alemán Netzer, no piensa por el momento en un casamiento tradicional. Su vida privada en este aspecto parece, por el momento, felizmente marcada. Y se asegura que esta vez no habrá interferencias extrañas por parte del club.Lo que no pudo, ni quiso, explicar Cunningham es esa otra relación con su «mecenas» Jhon Gordon, un empresario ya retirado y, al parecer, hombre económicamente fuerte. Desde hace tiempo, Gordon, que fue directivo del West Bromvich Albion, trata todos los asuntos relacionados con el jugador. El es el encargado de regatear las cuestiones económicas, de plantear las condiciones de Cunningham, incluso de contestar a una serie de preguntas de tipo personal. Gordon parece saber más de la vida del nuevo jugador madridista que éste. O, al menos, de su personalidad. ¿Hace mucho tiempo que conoce a Cunningham?, le preguntó EL PAIS. «Sí», fue su seca respuesta. Al propio jugador se le transmitió la misma pregunta, a la inversa. Cunningham se limitó a contestar: «Este tema prefiero dejarlo aparte.» Lo cierto es que la relación del, por otra parte, afable «míster Gordon» es algo más que la típica del «mecenas más que amigo». Le observa en sus ejercicios físicos y con el balón, está pendiente de todos sus movimientos. Es segura su presencia casi siempre al lado de Cunningham. Ya habla de la concentración holandesa de Zeist, y de La Coruña.

Cunningham, en breve, comenzará a recibir clases de español, por supuesto junto con su novia. En síntesis, Cunningham considera que es una persona «sincera, sensible y humana». Su principal defecto, que «casi es una virtud», dice, es el estar pendiente al máximo de su profesión. Cuenta para ello el ejemplo más cercano. Se levantó ayer pensando si le permitirían entrenarse algunos minutos en Chamartín. Le gusta la popularidad «como a todos los humanos», y no comprende la postura de aquellos personajes que por su actividad sean famosos y se nieguen a admitir una firma de autógrafos o atender a los periodistas. Se dice que es un consumado bailarín. No lo niega, aunque en seguida saca a colación la frase diplomática: «Me gusta ir a bailar con mi novia a una discoteca, pero siempre que estoy libre. Además, moverme en una pista de baile me sirve de ejercicio también para el fútbol.»

Sus preferencias musicales se encaminan hacia el soul, el blues y la música latinoamericana. Hay un cantante que le gusta de forma especial: Hot Chocolate. Le gusta también el cine. Clint Eastwood, Glenda Jackson y Tatum O'Neall son sus actores preferidos. Practica el baloncesto y el squash, y también se siente atraído por el atletismo. No es supersticioso, aunque suele estar obsesionado en cada encuentro con esquivar las posibles duras entradas de sus rivales. Recuerda con especial agrado a Peter Angell, un personaje que también le ayudó al comienzo de su carrera en el equipo Orient, de segunda, y no sólo en los aspectos deportivos. Su padre fue un «excelente jockey», y sus ídolos futbolísticos son varios: Keegan, de los actuales, y Best, Francis Lee y, por supuesto, los grandes monstruos como Di Stéfano y Pelé. No cree que tenga problemas de adaptación al fútbol español -«Estoy acostumbrado a la dureza»- ni tampoco a la vida en Madrid. Por lo pronto ha encontrado, con su «cicerone» del club madridista, José Luis López Serrano, algunos lugares donde degustar una de sus aficiones gastronómicas predilectas: los mariscos. No fuma ni le gusta el alcohol: Durante su comida de ayer -marisco en abundancia, tortilla de gambas y pescado-, se tomó cuatro «tanques» de zumo de naranja.

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