Documentación científica de todo el mundo en pantallas terminales españolas
Cualquier científico del mundo no puede trabajar hoy sin documentación; no puede prescindir de datos sobre investigaciones similares a las que él intenta llevar a cabo, que ya llegaron, tal vez, a donde él quiere llegar o que demostraron la inutilidad de ciertas corrientes de investigación. A lo largo de un seminario de cooperación franco-española en el campo de la información científica y técnica, concluido ayer en Madrid, se divisa el papel extraordinario en la construcción del futuro de la información que va a suponer la creación de gigantescos bancos de datos. Un ejemplo español de lo que supondrá la teledocumentación lo constituye la Red-Inca (Red de Información Científica Automatizada).
«La Red-Inca se creó a finales de l978», explica José Ramón Pérez Alvarez-Ossorio, director del Instituto de Información y Documentación en Ciencia y Tecnología del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y vicepresidente del comité gestor de la Red-Inca, quien se refiere a las ventajas de un sistema de acceso a bases de datos por terminal remoto. Desde los terminales de esta red se tiene acceso a una serie de entidades dedicadas al servicio de información. Estas grandes entidades internacionales son organizaciones que se dedican a poner datos procedentes de centros investigadores al servicio de quienes deseen conectar con ellas. Los bancos o bases están constituidos por datos, bien de tipo factual o bien de tipo bibliográfico. Un dato factual es, por ejemplo, una fórmula matemática o las características de un compuesto químico. El investigador que lo desea formula su pregunta y el enorme almacén de datos pone en la pantalla del terminal de recepción la fórmula o ecuación solicitada. Naturalmente, tras esta sencilla pregunta y respuesta está el trabajo de alimentación de datos, que exige que todo científico o investigador, o centros de investigación cuenten a la memoria de los grandes ordenadores lo que saben.Otras veces, los datos son de tipo bibliográfico; en ese caso, lo que el investigador que se dirige a la máquina pregunta es si existe algo publicado en el mundo sobre algún tema concreto. A través de la pantalla, la red responde informando sobre todos los artículos, libros o revistas publicados en el planeta cuya referencia haya sido programada, naturalmente, y que versen sobre el tema consultado.
«En España todavía no hay bases de datos accesibles» automatizadas de este modo, explica a EL PAIS, el señor Pérez Alvarez-Ossorio, lo que significa que, paradójicamente, la Red-Inca informa sobre lo que se trabaja, en unas u otras áreas, en los países del mundo que están codificando su información científica y técnica pero no lo hace sobre una investigación que, sobre la misma materia, todavía se esté llevando a cabo en otra universidad de la misma ciudad.
Unas veces el tratamiento de la información, explica el vicepresidente de la Red-Inca, se desarrolla sin diálogo con el ordenador y otras on-line, con diálogo. En este caso, que, evidentemente, es el óptimo, el demandante de información, ante los datos recibidos, puede preguntar de nuevo, pedir nuevos datos, formulando preguntas inspiradas en lo que acaba de conocer.
Cooperación franco-española
¿Cómo está organizada en Francia la información científica? Ahora es Jacques Michel, responsable máximo de la cuestión en su país, quien explica a EL PAIS lo que es el Bureau National de I'Information Scientifique et Technique (BNIST), del que él es secretario general.«Cada instituto o centro investigador tiene su departamento de documentación», explica Jacques Michel, quien añade que «toda esa información está automatizada». En otras palabras, memorias de enormes ordenadores poseen ya los datos sobre la documentación científica y técnica en Francia.
Toda la red francesa de organismos dedicados al trasvase de información científica y técnica está coordinada por el organismo del que el señor Michel es secretario general, el mencionado BNIST, que es el que administra mil millones de francos que destina la Administración francesa a la información científica, y de los que dos tercios van destinados al sector público y un tercio al privado. El BNIST tiene, según señala su secretario general, cuatro grandes funciones: «Definir la política de información científica en el país, en función de diversos factores: prioridades de la investigación, política de innovaciones, etcétera; coordinar lo que se hace en unos y otros organismos para evitar duplicidad de esfuerzos; estimular la información científica para crear nuevos sistemas y mantener, a nivel financiero, a los grandes organismos creados para tal fin.» La cooperación franco-española, sellada en este seminario, en unas conclusiones que anuncian la armonización de la política y la técnica de la información científica en ambos países, va a permitir la incorporación de nuestro país a un gran intento continental por crear redes americanas, respecto a las con las poderosas y eficientísimas redes americanas respecto a las cuales el Viejo Mundo aún está muy retrasado. También va a ser potenciado un proyecto de apoyo español a Iberoamérica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.