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Automovilismo

Las 24 Horas de Montjuich, una lucha hasta el límite físico y técnico

Las 24 Horas de Montjuich, prueba clásica en el calendario motociclista internacional, vuelven a ponerse en marcha mañana sábado. El circuito, enclavado en el parque barcelonés, volverá a ser escenario de una prueba en la que hombres y máquinas luchan hasta el límite de la resistencia física y mecánica. Es casi una asombrosa locura colectiva. Después de veinticuatro horas ininterrumpidas de carrera, los pilotos habrán recorrido casi 3.000 kilómetros, a un promedio general de 125 kilómetros por hora. Para ello se ven obligados a cambiar de marchar en 25.000 ocasiones, una cada tres segundos.

Para poder hacer frente a este tremendo esfuerzo, los pilotos tienen que prepararse durante días y días, a lo largo de los dos meses que preceden a la carrera. En una habitación de la casa, un simulacro de chasis de moto sirve para pasar horas adaptando el cuerpo a una posición que va a mantenerse durante tanto tiempo. La forzada postura que exige la conducción de una máquina de estas características puede ser un obstáculo insalvable, si el piloto no consigue la asimilación necesaria para resistir tantas horas en un postura tan poco natural.Junto a esta adaptación, el piloto tiene que hacer unos ejercicios complementarios, para fortalecer el antebrazo y darle la resistencia adecuada al esfuerzo. Al cabo de varias horas de estar apretando el embrague cada tres segundos, el músculo del antebrazo se entumece, se pone duro y casi se pierde la articulación de los dedos. Pese al trabajo de los masajistas en cada rato de descanso que proporciona el relevo -cada moto es pilotada por dos hombres, que se alternan en su conducción a lo largo del día y la noche-, si el músculo no está preparado previamente, el piloto llegará a perder por completo el uso de la mano izquierda.

Con este período de adaptación a la máquina y una gimnasia adecuada al singular esfuerzo que van a tener que realizar, los pilotos se aprestan a realizar un esfuerzo casi sin sentido, mezcla de carrera al sprint para velocistas y de resistencia de maratonianos.

Hasta hace unos años, al comienzo de la década de los setenta, este tipo de carreras era un coto cerrado de las motocicletas europeas. Pero, a partir de 1973, pnmero, poco a poco, casi tímidamente, y luego ya de lleno, Kawasaki entra en el mundo de la resistencia. Al principio, un poco en plan experimental, como banco de prueba para sus máquinas, porque el esfuerzo continuado durante veinticuatro horas ininterrumpidas, sometido a la sobrecarga de la competición, aporta datos de gran interés, que luego son de gran utilidad para las motocicletas que se comercializan.

Tras dos años de lucha entre las Kawasaki y las motos europeas con resultados alternativos, en 1976 entra en la competición de resistencia la todopoderosa Honda. Con una organización técnica, un equipo humano y unos medios hasta entonces desconocidos, Honda arrolla en estas carreras, y ocupa todos los puestos de honor. Sus éxitos se cuentan por carreras, lo que, al tiempo de crear una aureola de suficiencia sobre el equipo nipón, produce la retirada en el resto de los competidores, que no quieren hacerle el caldo gordo a la fábrica japonesa y que ésta alardee de sus humillaciones.

Con motores de mil centímetros cúbicos y 130 caballos de potencia para mover tan sólo 100 kilogramos de peso, la relación peso/potencia es más favorable que la de un fórmula 1, que tiene 480 caballos para un peso de seiscientos kilogramos. Son motos capaces de alcanzar velocidades próximas a los trescientos kilómetros por hora, aunque, si todas estas características técnicas ya son sorprendentes, aún lo es más el que puedan resistir ese ritmo durante veinticuatro horas seguidas y terminen la carrera con un promedio general superior a los 125 kilómetros por hora.

En estas condiciones, la victoria de las 24 Horas de Montjuich debe recaer en el equipo francés, compuesto por Leon y Chemarin. Aunque la oposición por parte del equipo oficial Ducatti, compuesto por el español Víctor Palomo y el italiano Mario Lega, dos velocistas, ponga las cosas más difíciles a la escudería nipona, al final, la organización de Honda debe imponerse.

A las 8 de la tarde de mañana, con los pilotos alineados enfrente de sus máquinas, al otro lado de la pista, como antaño se hacía en Le Mans, dará comienzo la carrera. Veinticuatro horas más tarde, sólo unos pocos podrán cruzar la meta.

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