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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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PSOE: renovación y debate ideológico"

Secretario general de la Federación Socialista de Andalucía (FSA -PSOE)

El XXVIII Congreso del PSOE se centró en un debate falso. La pretensión de definir la identidad del partido mediante la confirmación de su carácter marxista y el añadido de un rosario de adjetivos -de masas, de clase, federal, revolucionario, autogestionario, etcétera- revela una escasa ambición ideológica y supone una caída en métodos escolásticos a la hora de dirimir las diferencias. La definición de la identidad del Partido Socialista no puede venir dada por la mera adjetivación.

De todas maneras, el XXVIII Congreso confirmó la necesidad de una meditación en profundidad sobre las esencias y los fines que persigue el PSOE. Tras dos elecciones generales y una convocatoria municipal, con 121 diputados, setenta senadores, 1.039 alcaldes y 12.500 concejales, con casi seis millones de votos detrás de sí, en una España en crisis social, política y económica, en una Europa en la que las posiciones de la derecha se consolidan..., ¿qué pretende conseguir el PSOE?, ¿con qué medios y en qué plazos?, ¿con el apoyo de qué sectores sociales?, ¿basándose en qué criterios de ordenación de la sociedad?, ¿con qué modelo de Estado?, ¿para conseguir que los hombres y las mujeres de España sean qué cosa? Y todo ello, ¿teniendo en cuenta cuál es la situación geopolítica mundial, cuál el papel de España en el mundo y cuáles los medios de reforzar este papel y modificar aquella situación?

Proceso de renovación

Son demasiadas preguntas para ser contestadas con una sola palabra. Y las respuestas posibles son lo suficientemente variadas y matizadas como para que la prevalencia de unas u otras pudiera ser presentada como una victoria ya sea de los «radicales», ya sea de los «moderados». Independientemente de cuáles puedan ser las intenciones que estén detrás de algunas posturas con que se acudió al debate, las exigencias objetivas de la realidad española y del propio Partido Socialista son lo suficientemente serias como para exigir que no se trivialicen las conclusiones.

Creo que el período «de reflexión» abierto tras la celebración del XXVIII Congreso del PSOE puede convertirse en algo trascendental para la historia de España y de nuestro partido si es aprovechado a fondo para consolidar la posición del socialismo en España. Y ello puede ser posible si durante dicho período se concluye el proceso de renovación del partido -ideas, estructuras, hombres, modos y medios-, proceso de renovación que tuvo sus momentos más señalados en 1972 (Congreso de Toulouse) y 1974 (Congreso de Suresnes) y que la celeridad y profundidad de los cambios políticos producidos fuera de nosotros no nos ha permitido finalizar serena, honda y generosamente. El Partido Socialista inició en 1972 un proceso de renovación (único caso de renovación producida desde abajo entre todos los partidos de la izquierda en España) que produjo una acomodación a la realidad, española en cuanto a sus líderes y su estrategia se refiere (entrada de Felipe González y su equipo, política de ruptura democrática entendida como un proceso y no como un momento súbito, estrategia del compromiso constitucional culminada en el consenso, etcétera). Esta renovación del partido, sin embargo, no ha ido acompañada de un proceso de repensamiento en profundidad de los referentes ideológicos del socialismo actual. Este es el vacío que ha de llenarse para acabar de producir la adecuación del Partido Socialista a las necesidades de la España de hoy y a los afanes de sus hombres y mujeres.

Ahora bien, la culminación del proceso de renovación también en el terreno ideológico no puede limitarse a la exclusión o inclusión de una palabra en el texto de una resolución política. Es preciso que el debate abarque todos los grandes temas de cuya solución pueda depender que la estrategia socialista y la acción política cotidiana de nuestro partido se oriente hacia la elaboración de respuestas para los problemas concretos de nuestra sociedad en la perspectiva de la construcción de una sociedad distinta.

En primer lugar, es preciso efectuar un análisis de la sociedad desarrollada de nuestro tiempo. De sus crisis -económica, social, política, cultural-, de los medios que emplea el capitalismo para resolverlas y perpetuarse, de las causas de las crisis, de los instrumentos para superarla introduciendo en dicha superación criterios que hagan posible el progreso hacia un modelo alternativo de sociedad.

Sociedad socialista

Por otra parte, es necesario que se medite sobre los criterios que han de defenderse como orientadores de la sociedad socialista: papel de la iniciativa pública y privada en la economía; modelo de Estado que se pretende construir -teniendo en cuenta que ésta es, quizá, la laguna más importante en la elaboración de la teoría socialista-; vías para ampliar la participación y el control populares, tanto sobre los centros de poder político como sobre cualquier otra estructura de poder social; papel de las organizaciones populares -sindicatos, partidos y otros-; etcétera. No se trata, por supuesto, de ofrecer un modelo de sociedad socialista -cosa imposible, dialécticamente hablando-, sino de establecer los grandes criterios que han de regir los intentos de transformación de la sociedad actual y de construcción del socialismo. Teniendo en cuenta, evidentemente, que las soluciones que se ofrezcan para la España de 1979 no pueden ser las que se dieron en la Rusia de 1917, la China de 1949, la Alemania de 1959, el Portugal de 1975, o las de Angola, Camboya, Austria o Suecia en la actualidad.

Es imprescindible, también, que se delimiten las vías a través de las cuales ha de producirse el cambio de sociedad. Las contraposiciones democracia-autoritarismo, democracia formal-democracia real, libertades públicas-igualdad económica y social, han de ser objeto de estudio y análisis con el fin de llegar a la síntesis que garantice un tránsito paulatino y democrático, sin traumas ni rupturas sociales violentas, hacia el socialismo.

De la misma manera, es obvio que han de ser definidas las bases sociales sobre las que ha de asentarse el Partido Socialista en su pretensión de cambiar la sociedad. ¿Puede decirse hoy, sin matices, que el PSOE es el partido de la clase trabajadora o habrá, por el contrario, que hacer referencia a todos los sectores sociales, trabajadores en sentido estricto o no, que están interesados en un cambio de sociedad? Y, si así fuera, ¿no sería necesario elaborar una política matizada, de compromiso, capaz de satisfacer, conjunta y contemporáneamente, los intereses de todos esos sectores Populares?

Consolidación del PSOE

Crisis de la sociedad capitalista, criterios de construcción del socialismo, modelo de Estado, vía democrática al socialismo, partido de una clase o partido del pueblo en sentido amplio, relaciones partido-sindicatos-movimientos populares... Estos son los temas que han de ser debatidos y que pueden llevar a una mejor inserción del Partido Socialista en la sociedad española, culminando así el proceso de renovación iniciado hace un decenio.

Esta renovación ideológica ha de contar, sin duda alguna, con el marco político en que se produce y con las consecuencias que pueden derivarse de este proceso. La realidad italiana, con una extraordinaria multipolarización del espectro político y con una pérdida de protagonismo de los socialistas, ha de ser tenida en consideración. La conversión de algunos partidos socialdemócratas europeos en meros gestores del capitalismo ha de ser otro punto de referencia. Entre ambos extremos, y manteniendo la identidad del PSOE como un partido dirigido a la transformación social, las dos alternativas posibles son: consolidación y avance del carácter hegemónico del PSOE en el seno de la izquierda española, con la garantía de protagonizar el proceso democrático de construcción del socialismo; o, por el contrario, inicio de un proceso que conduce a una política de unidad de la izquierda como única vía de acceso al poder.

El debate puede y debe ser serio, porque los problemas son urgentes y la culminación del proceso de renovación del partido, necesaria. Las conclusiones del debate deben confirmar la síntesis ideológica que es posible en el seno del PSOE y que puede aglutinar en torno a sí no menos del 80% de sus militantes y la casi absoluta totalidad de sus votantes. (Dicho sea entre paréntesis, el logro de una síntesis ideológica no tendría por qué tener como corolario la configuración de una comisión ejecutiva de síntesis.) Todos ganaremos si conseguimos la síntesis ideológica y perderemos si nos empecinamos en una discusión verbalista adobada de insultos. Sería bueno que prevalecieran los afanes de integración sobre las ansias de prevalencia. Las ganas de construir un partido moderno y serio, sobre las voluntades de protagonizar su marcha, La ideología repensada y la reelaboración de la estrategia sobre los dogmas y la arterioesclerosis mental.

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