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Profundo pesimismo en los debates de la Agencia Internacional de la Energía

La necesidad de mantener unos objetivos de reducción del consumo de petróleo en torno al 5%, la continuidad en el desarrollo del programa nuclear y un empleo más intensivo de otros productos, como el gas natural y el carbón, son algunas de las principales conclusiones adoptadas por los ministros de Energía de los veinte países miembros de la AIE (Agencia Internacional de la Energía), reunidos durante los dos últimos días en París.

En el comunicado difundido al término de la conferencia -tercera que se celebra a nivel ministerial desde la fundación del organismo-, los ministros responsables de los temas energéticos de los países del Occidente industrializado se comprometen a estrechar en mayor medida la cooperación internacional frente a la crisis y a otorgar un carácter prioritario a las políticas energéticas, dentro de los respectivos programas de Gobierno.

Sentimiento de impotencia

El tono de los debates de París ha sido de profundo pesimismo, a pesar de los esfuerzos evidenciados por los portavoces de la AIE tras la sesión final. El presidente de la reunión, el británico David Howell, intentó desvelar esa impresión -dominante entre los observadores próximos a la reunión-, al afirmar que «la situación no escapa al control de la Agencia, pero sólo si es atajada convenientemente podrá dejar de ser un factor que comprometa el futuro del crecimiento de las economías occidentales». De hecho, la mayor preocupación presente en la conferencia ha sido que las actuales disponibilidades de crudos petrolíferos y la situación imperante en los mercados no son suficientes para garantizar unos ritmos de crecimiento, siquiera «moderados», de las economías industrializadas.Del comunicado de la AlE se deduce un sentimiento de impotencia frente a la situación derivada de las crecientes demandas de los países productores y la inestabilidad del mercado, «las «recomendaciones» emanadas de esta conferencia se centran sobre todo en una transformación del esquema productivo -en lo que a usos y aprovechamiento energéticos se refiere-, antes que en una política encaminada a propiciar una mejor coyuntura de los mercados. Los reunidos en París vienen así a reconocer la impotencia de las naciones más desarrolladas para solventar el problema del abastecimiento energético, al menos en lo que al petróleo se refiere. Así, las conclusiones de las dos jornadas de debate se centran en la necesidad de adoptar medidas de reducción del consumo, mayor conservación de la energía, incremento de los stocks, empleo de fuentes alternativas e investigación de nuevos medios de obtención de energía. En ningún momento, sin embargo, se especifica exactamente cómo, dónde y hasta qué punto puede ello alcanzarse. Ni siquiera en el tema nuclear, las conclusiones de la cumbre de la Agencia han estado al nivel de lo esperado. Una ligera mención, indicando que el incumplimiento de los objetivos de política nuclear puede provocar una situación de insuficiencia en el abastecimiento energético, es todo lo que se opone a la generalizada campaña de oposición popular a la construcción de centrales nucleares. Eso, y el propósito de instaurar una estrecha cooperación internacional, encaminada a incrementar los mecanismos de seguridad en las plantas, en aras de evitar situaciones de emergencia como la detectada en la central estadounidense de Harrisburg. Los restantes aspectos de la problemática nuclear, desde el abastecimiento de uranio enriquecido hasta los aspectos derivados de su reprocesamiento, quedan totalmente inéditos en el comunicado final.

Reservas de emergencia

Al margen del texto oficial, tres importantes temas han sido debatidos durante las dos últimas jornadas en la capital francesa. El primero de ellos se refiere a la demanda de Suecia para que la Agencia ordenara el reparto de las reservas de «emergencia», a la vista de las dificultades de aprovisionamiento que pudieran surgir en los primeros meses del próximo invierno.Otro de los temas debatidos «puertas adentro» ha sido el comportamiento de Estados Unidos en el contexto de crisis presente. Varias delegaciones han avalado la tesis del director de la AIE, en el sentido de que la situación actual no permite que un solo país, Estados Unidos, mantenga un consumo que dobla el de los restantes países del organismo. «Las importaciones de petróleo norteamericanas inciden desfavorablemente en el mercado y contribuyen a mantenerlo en su actual estado», afirmaba uno de los delegados de la Agencia. El comisario de Energía de la CEE, Guido Brunner, aseguraba ayer en Le Monde que «ni la economía mundial, ni el sistema monetario podrán resistir, por más tiempo la incidencia del actual nivel de importaciones petrolíferas de Estados Unidos».

La delegación norteamericana, conteniendo a duras penas la ofensiva, insistió en los esfuerzos ya iniciados y culpó en cierto modo al Congreso de haber yugulado los intentos iniciados por la Administración Carter.

El tercer tema debatido en el «secreto» de la conferencia fue sin duda el que se refiere al comportamiento de las multinacionales en la actual situación que atraviesa el mercado de crudos petrolíferos. El tema, abordado al parecer con cierta virulencia por algunas delegaciones, fue zanjado finalmente con la inclusión en el comunicado final de una leve referencia a la necesidad de propiciar una mayor transparencia en el comportamiento del mercado spot de Rotterdam. Moción que no fue votada por la representación de Italia, posiblemente por estimarla excesivamente de «compromiso». El Gobierno de Roma expresó recientemente sus deseos de obviar a las grandes multinacionales en sus operaciones de compras de crudos. Las «siete hermanas» salen bien paradas del debate, hasta el punto de que el presidente de la reunión rehusó contestar con claridad cuántas preguntas se le formularon sobre un posible diálogo directo entre consumidores y productores o, en su caso, entre la AlE y la OPEP.

España y el PEN

En lo que se refiere a España, el ministro de Industria y Energía, Carlos Bustelo, indicó a los corresponsales españoles en París la posibilidad de una revisión a medio plazo en los precios de la energía y señaló que el Plan Energético Nacional había sido ya revisado en algunas magnitudes, a propósito de las «recomendaciones» de la AlE, sobre la reducción de consumos petrolíferos en los próximos años.

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