_
_
_
_
Entrevista:

"Seguridad, limpieza y circulación, los problemas más graves de las grandes ciudades"

Desde hace dos años, París, que durante el último siglo dependió prácticamente de las autoridades gubernamentales, tiene un alcalde, Jacques Chirac: el líder del neogaullismo, diputado, consejero general y, en suma, el personaje político francés considerado cómo la encarnación más viva de los valores nacionales de la llamada Francia profunda y, en tanto que tal, «enemigo» del presidente, Valéry Giscard d'Estaing. El señor Chirac, tras dos años de gestión municipal, le ha respondido a nuestro corresponsal en París, Feliciano Fidalgo, sobre las cuestiones que plantea una gran aglomeración.

Pregunta. ¿Cuál es, en su opinión, el problema más acuciante de la gran ciudad moderna y, en el caso de París, cuáles son los problemas de más urgente solución, en el momento presente y considerando también la evolución de la ciudad cara al año 2000?Respuesta. París, como toda gran ciudad, tiene problemas múltiples, pero los más aparentes no son siempre los más importantes y preocupantes. A corto plazo, nosotros tenemos que preocuparnos, en primer lugar, de la seguridad, de la limpieza, de la circulación y del aparcamiento. Estos son los problemas contra los que chocan los responsables de todas las grandes aglomeraciones. En París, debo decir que tales cuestiones se plantean menos agudamente que en otras partes. No se puede hablar de inseguridad, pero debemos estar vigilantes para impedir el desarrollo de ciertas formas de violencia, como se ha observado en manifestaciones recientes. París tampoco es una ciudad sucia y tiene medios considerables para mantenerla limpia: 6.000 personas trabajan en los servicios de limpieza. Pero queremos mejorar aún en este terreno, modernizando los procedimientos, multiplicando las papeleras públicas y luchando contra las pintadas salvajes.

Por lo que se refiere a la circulación y al aparcamiento, a pesar del aumento de vehículos, la situación ha mejorado durante los diez últimos años. Esto se consiguió gracias a la construcción de arterias rápidas, como el bulevard periférico, la via express, que bordea el Sena, y gracias también a la multiplicación de parkings subterráneos y al desarrollo del aparcamiento de pago en la calle. Actualmente, nuestros esfuerzos se centran en dos direcciones: mejora de la circulación automovilística en la red de arterias ya existentes, por medio del establecimiento de direcciones únicas en los grandes ejes, y también la ordenación de las encrucijadas y la regulación electrónica de los semáforos. En segundo lugar, esta mejora la conseguiremos con la creación de plazas de aparcamiento callejero suplementarias y con la construcción de aparcamientos pequeños. Estos son los problemas a corto plazo, cuya solución es posible. Todo depende de la voluntad y de medios económicos.

"París perdió 500.000 habitantes en veinte años"

Queda el problema más preocupante, cuya solución no depende (o muy poco) de la municipalidad. Se trata de la evolución de la población parisiense y de las actividades en la capital. París se despuebla. La ciudad perdió más de medio millón de habitantes en los últimos veinte años. La mayor parte se han ido a la periferia o a provincias, para encontrar alojamientos más amplios y más baratos. La población de París envejece, porque las parejas jóvenes son las que la abandonan. Y, por fin, París ha perdido muchas actividades, industriales y artesanales, porque la política de los diversos Gobiernos de descentralización las ha incitado a instalarse en otros lugares con primas y ventajas varias. Por otra parte, estas empresas, vendiendo terrenos en París, han realizado beneficios sustanciales. Sobre este punto hay que reconocer que algunas industrias pesadas y contaminantes debían abandonar París. Pero el resultado es evidente: el número de personas empleadas en el sector secundario y en las actividades de fabricación ha mermado continuamente para, hoy, alcanzar la cifra escasa de 250.000, al mismo tiempo que las actividades de oficinas han progresado sin parar.Esta evolución es muy difícil de frenar. Pero lo cierto es que perjudica a la diversidad necesaria de la población urbana, es decir, a esa mezcla de edades, profesiones, actividades, que, en un mismo barrio, son la condición de equilibrio social.

Por lo que concierne a la alcaldía de París, intenta operar en dos frentes: por un lado, con la creación de zonas artesanales e industriales para favorecer el mantenimiento, en París, de las actividades de fabricación. Por otra parte, consagrando el 25% de su presupuesto de inversiones en la adquisición de terrenos para la construcción de terrenos sociales de calidad y de alquiler relativamente bajo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

P. Tanto para alcanzar el máximo de independencia como a causa del enorme trabajo que ello supone, ¿sería preferible que el alcalde de una gran ciudad como París no acumulase varios mandatos?

R. El acumular varios mandatos no es un handicap. Y esto es lo que ocurre con muchos alcaldes de grandes ciudades, que al mismo tiempo son parlamentarios, consejeros generales, presidentes de consejos regionales y más aún. Naturalmente, en primer lugar se plantea un problema de organización del trabajo, de delegación de responsabilidades, que cada cual resuelve como le parece oportuno. Por lo que me concierne, estimo que el alcalde de París, dados la importancia de si tarea y el nivel de los problemas que debe resolver al más alto nivel, no puede ser más que un personaje político de primer plano.

P. ¿Cuál es la característica de su gestión de la villa de París en relación con la gestión que podría realizar un alcalde de izquierdas?

R. Yo no puedo prejuzgar lo que haría un alcalde perteneciente a otra formación política. Le recordaré únicamente que el margen de maniobra del alcalde -en París o en otra parte- es relativamente estrecho, en la medida en que una parte sustancial del presupuesto está determinado por condicionamientos exteriores. Esto último ocurre con los salarios de los funcionarios municipales, de materias primas, de combustibles y de carburantes. Muchos gastos importantes, sobre todo en materia de ayuda social, le escapan al control del alcalde.

Por lo demás, es muy fácil hacer demagogia cuando se está en la oposición. Pero cuando se tienen responsabilidades, lo que se intenta sobre todo es contener la presión fiscal lo más razonablemente posible y sacarles el mejor partido posible a las fuentes financieras disponibles.

P. ¿Qué importancia le concede usted a la participación de los vecinos en la gestión de la villa de París y en qué medida esta participación es compatible con una autoridad todopoderosa del alcalde?

R. Concedo la más grande importancia a la participación de los vecinos en la vida municipal. ¿Quiere usted una prueba? Mientras que el estatuto de París sólo preveía esta participación en el marco de las comisiones de barrio, reuniendo personas calificadas, yo he creado comisiones extramunicipales de concertación que, regularmente, reúnen en la alcaldía representantes de los, elegidos, de la Administración y de los sectores afectados, tanto si se trata de cuestiones profesionales, sociales, culturales o, simplemente, de problemas del entorno. Actualmente funciona una decena de este tipo de comisiones, sobre la arquitectura, la familia, la salud, el medio ambiente, etcétera.

Naturalmente, dichas comisiones son consultivas. Tenemos muy en cuenta sus opiniones, pero la decisión final les pertenece a los elegidos y sólo a ellos, porque son los únicos responsables y, además, sometidos al veredicto popular.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_