Malas jugadas del inconsciente
El inconsciente nos juega a veces malas pasadas. Y también buenas. Porque no es más cierto que nuestras pulsiones destructivas inconscientes dirigen nuestro comportamiento en ocasiones que el que también sea nuestro inconsciente vivo y creador el que determina nuestros actos.¿Qué razones o motivación puede haber -empleando términos tan racionalistas como estos- para que un ciudadano, usted mismo, yo que escribo estas líneas, desee morir hoy en carretera?
Usted pensará que coger el coche, hacerse acompañar de familiares o amigos y emprender un viaje largo o corto en carretera no tiene nada que ver con sutiles interpretaciones freudianas sobre el deseo de morir o matar. Y tendrá razón al pensar así. Pero esto, siendo verdad, no es la verdad completa.
La verdad completa es que junto a nuestros deseos de vivir, progresar, crecer, mejorar.... existen sentimientos honda,mente depresivos en todos nosotros. Y todo ello,junto a los sentimientos hondamente sanos y creadores que dirigen nuestra vida. ¿Cuáles de estos impulsos van a prevalecer en su jornada de hoy en carretera?
Lo más probable es que prevalezca su parte sana y viviente, su amor a la vida. ¿Por qué? Muy sencillo; porque cada organismo viviente es el resultado de millones de años de evolución y experiencia material memorizada tanto en nuestro código genético como en nuestra biografía individual. Lo más probable, pues, es que usted pase una buena jornada, unos buenos días y que su viaje en carretera sea un agradable paseo, a más o menos velocidad, con mayor o menor número de pequeños percances, como sucede en todas las cosas en la vida.
Sin embargo, también existe cierto número de probabilidades de que usted muera hoy en carretera. ¿De qué depende eso? No depende, sin duda, demisteriosos, divinos o cósmicos designios o de determinación estadística alguna. Depende de muchos factores, difíciles de evaluar y cuantificar.
El accidente mortal que usted puede sufrir o provocar depende de factores técnicos -calidad de los vehículos, condiciones de los mismos, características de la ruta que va a emprender, concentración viaria en la misma, etcétera-. Pero depende también de factores internos de usted mismo, conductor, cuyo conocimiento le podría ayudar a entenderse mejor a sí mismo.
Morir en carretera., algo tan trágico y definitivo, puede ser la consecuencia de pequeños impulsos inconscientes: descuidos, errores... Lo que sucede es que, a pie, una mala jugada del inconsciente puede suponer un traspié, y en el volante" el traspié es perder la vida.
¿Qué impulsos internos, pequenos o grandes, son estos que pueden hacerle perder a usted la vida-en carretera? Una pequena o gran depresión que, sin darse cuenta, le lleva a usted a cuidarse menos hoy de sí mismo y de los suyos que otras veces. Un pequeño o gran impulso agresivo que le lleva a ser hoy menos respetuoso con la realidad exterior, con el mundo de lo-otro. Un momento de rabia u odio, quizá casi imperceptible, que le lleve a pisarjusto el pedal que su parte consciente, su racionalidad, no desearía pisar.
Toda esta dinámica de nuestra vida anímica, de nuestro inconsciente, tiene mucho que ver con nuestro comportamiento. ¿No es cierto que, cuando estamos deprimidos o agresivos cruzamos la calle de un modo diferente que cuando estamos tranquilos u optimistas? El hombre es una unidad viviente, eso que en la terminología actual se expresa bajo el término unidad psicosomática. Ello quiere decir que mover el pie no es algo desconexo o independiente de sentir tristeza, ni el modo físico de levantarse de una silla es algo que no tenga que ver con la actitud emocional o intencional de la persona que se levanta. Todo tiene que ver con todo, porque cada organismo viviente es una completísima red de interacciones, todavía muy poco conocidas por la ciencia, que ofrece el resultado de un comportamiento unitario aunque lleno de contradicciones.
Esas contradicciones -inconscientes o conscientes- son las que pueden conducir a muchos seres humanos a morir en carretera. Bien es cierto también que una misma actitud depresiva o insegura, o una misma postura agresiva, llevarán a una persona a morir en carretera porque la mala suerte le ponga en una situacíón difícil de tráfico, mientras que otra llega a su destino en perfecto estado físico, con depresión y todo. Las cosas no son tan sencillas como nuestra mente desearla, sino que dependen de una complejísima constelación de factores.
Pero, en medio de esa complejidad, lo que la psicología de las profundidades está enseñando hoy a los seres humanos que quieran aprenderlo es que, en nuestro inconsciente, la dinámica de nuestras pulsaciones emocionales se traducen en nuestro movimiento físico y en nuestro comportamiento. Y eso, al volante, puede ser mortal.
La ciencia, el conocimiento, no moraliza ni aconseja; sólo informa. Y lo que la ciencia de nuestro inconsciente nos revela es cómo podemos morir en carretera, aunque nos resulte difícil aceptarlo, porque estábamos muy deprimidos o porque aquel adelantamiento activó nuestra parte competitiva o machista; o porque nuestro deseo de venganza respecto a un enemigo real o fantaseado sobre el conductor de aquel camión nos llevó a estrellarnos con él. O, sencillamente, porque, durante aquel instante, preferimos morir a vivir. Ese impulso, andando, puede ser corregido en el instante siguiente. Conduciendo, a veces, no. Son malas jugadas del inconsciente.
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