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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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La calderilla del escritor

Anda otra vez la polémica entre los que quieren una facultad de Ciencias de la Información a toda galleta franquista y los que defienden (entre ellos este periódico) el periodismo como una actividad libre, libérrima, como la encarnación misma de la libertad en acto.Rin, rin, rin:

-Umbral,soy Miguel Veyrat. Que nos han puesto una bomba en Derechos Humanos.

A este Miguel siempre lo encuentro en la trinchera más zurrada. De haber participado en la de fensa de Madrid, le habría alanceado un moro en el puente de los Franceses. Es de los fundadores de la Unión de Periodistas Independientes. Mi entrañable amigo y joven maestro Carlos Luis Alvarez (uno de los pocos Cavias legibles en la antología, con Rosales y Calvo Sotelo) lo decía no hace mucho en

Interviú:

-Pensar ante todo en el carnet, cuando se habla de periodismo, es como pensar ante todo en el salvavidas, cuando se habla de navegación.

Y eso que Cándido tiene encima todos los santos sacramentos del periodismo escolar franquista, que no han bastado a mellarle como gran escritor de periódicos. Rin, rin, rin:

-Umbral, soy Paco Fernández Ordóñez.

-¡Tasa contigo, ministro?

-Que les digas a los de Fuenlabrada y a Pepe Blanco, el motorista, que lo suyo, y otros casos semejantes, se está estudiando hace tiempo para dejarles exentos de impuestos. Lo que ya no sé es si podré rematar yo esa obra o me agradecerán los servicios prestados.

Parece que Suárez también tiene motoristas de la muerte, como Franco, para casos de investidura.

O sea, que somos el cuarto Poder. Uno denuncia una cosa en el periódico y le llama el ministro para darle razón. Pero tampoco hay que fliparse de gloria, porque ahora me trae el correo el recibo de un periódico o revista para cobra un artículo, artículo que ya había olvidado y que en absoluto puedo ni intento recordar qué cosa sea. Lo que no se me olvidará nunca, en cambio, es la cifra a cobrar: 2.500 pesetas con descuentos. Me lo dijo César González-Ruano, en Teide, escribiendo el tercer artículo de la mañana, por el procedimiento de los seis cafés dobles (esa era su escuela de periodismo), mientras nos pasaba por encima el tranvía amarillo de la primavera madrileña:

-Mire usted, Umbral, lo nuestro es calderilla, la calderilla del escritor de periódicos.

Conservo un recibo firmado por Eugenio d'Ors, de una revista madrileña, donde se le abonan 350 pesetas por una colaboración en una publicación de gran lujo. A D'Ors le cabreaba mucho que le hicieran mayúscula la de apostrófica y preposicional de su apellido, los ignorantes. Yo creo que le abultaban la firma para disminuirle la paga.

D'Ors' y Ruano, quizá los dos más grandes periodistas del siglo, uno en lo conceptual y otro en lo lírico, no frecuentaron ninguna facultad de Ciencias de la Información, porque ellos mismos eran una facultad andante, una ciencia en pie, una información con tos. Cada tarde me graba una entrevista algún alumno de la facultad esa de la cosa, para publicar por ahí o por hacer prácticas:

-Es que no se hacen prácticas allí.

Se conoce que yo soy buen banco de pruebas.

Se lo digo a Angel Benito:

-Tron, quiero levantar unos duros de esa facultad, que los chicos me han tomado por el laboratorio de prácticas que no tenéis. Y encima les pago el café.

En la polémica fácultad/libertad irrumpo como una virgen necia, ileso de asignaturas, trayendo en la mano -palmatoria y espada, luz y filo- este recibo recién llegado por el que se me prometen 2.500 pesetas menos IRPF 5 % real decreto 2789/78 (125 pesetas), con lo que me apropincu`o 2.375, que siempre es una pastizara. Y un escándalo. Por ahí tiene que empezar la dignificación del periodista, señores romeransones, fundadores de cosas, libertadores a caballo del periodista peatonal. Por la pasta y no por la retórica. Ayer he dicho que no a una revista deportiva que iba a pagarme con un objeto artístico. «Gracias, regalos ya me hicieron muchos cuando me casé. » Cuando ya ni hay calderilla, seguimos viviendo de la calderilla del escritor.

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