La Sociedad de Fomento se defiende de su imagen impopular
La evidente imagen impopular que hoy tiene la Sociedad de Fomento y Cría Caballar constituye el gran caballo -nunca mejor dicho- de batalla en cuanto a todo lo que rodea el espectáculo de las carreras de caballos. Su régimen autoritario y su afán acaparador no satisfacen a casi nadie. Controlan las apuestas, dentro y fuera del hipódromo, y jokeys y propietarios están bajo su disciplina. En una palabra, controla todo el espectáculo, y la Asociación de Propietarios quiere salir al paso en un intento -parece- de democratizar todo el asunto.
Resulta difícil y complejo matizar la causa de esa imagen impopular. pero podría venir como consecuencia de lo que dice el segundo párrafo del decreto de 12 de enero de 1940: «Construido el hipódromo de El Pardo en sustitución de aquél (se refiere al de la Castellana), su utilización exige que los fines de cría y selección caballar que justifican su razón de ser no pueden ser reemplazados por otros de carácter utilitario y espectacular.»
Lahera defiende a la Sociedad
Para resolver tal número de contradicciones, EL PAÍS se puso en contacto con José Manuel Lahera, gerente de la Sociedad de Fomento, que mantiene y afirma que dicha sociedad no persigue ningún fin lucrativo y que tanto su régimen como su administración ofrecen un balance limpio y cristalino pese a las muchas críticas que recibe y que llegan incluso a entrometerse en la vida personal de José Manuel Lahera.
Uno de los puntos que había que aclarar acerca de «el coto cerrado» que constituye la Sociedad es la restricción de sus miembros, a lo que Lahera respondió: «Puedo asegurar.que no se trata de ningún coto cerrado. Ocurre que no sólo en España, sino en todos los países de Europa occidental hace cincuenta años los propietarios de los caballos pertenecían a la aristocracia, lo que de ningún modo significa que, ahora lo sigan siendo. Hay un alto porcentaje de propietarios que no tienen nada que ver con la aristocracia, son simplemente buenos aficionados, que bien solos, bien en equipo, deciden comprarse un caballo y tienen perfectamente cabida en la Sociedad.»
Nadie ignora que la Sociedad hace y deshace, que puede conceder o no permiso para las apuestas, que Incluso controla publicaciones y permite o no su venta dentro del recinto del hipódromo...
«Las peñas piden el oportuno permiso para las apuestas, y la Sociedad se lo da normalmente. No cierto que estas peñas estén coaccionadas por la Sociedad, y mucho menos que hayamos hecho cacicadas. En cuanto a lo de las revistas, tengo que decir que pa rece lógico que la Sociedad quiera tener un portavoz, y en vez de hacer una revista, que sale más caro, llega a un acuerdo con ellas y las da una subvención que permite que dicha revista siga las directrices de la entidad.»
Se han dado casos de tevistas que se han salido de esos cauces y, naturalmente, se vieron privadas de dicha subvención, motivo por el que muchas de ellas debieron cerrar. Por otro lado, hay que señalar que el gerente de la Sociedad no cree en la Asociación como alternativa de poder y, por supuesto, no le Inquieta como competencia, aunque aclara que si se definiese como tal podría ser muy útil, y la Sociedad apoyaría su puesta en marcha. «Lo que es evidente -afirmó Lahera- es que en estos momentos si la Sociedad desaparece se acabarían las carreras de caballos en España. Y eso lo saben los mismos nombres que forman esa Asociación. que. dicho sea de paso, cuenta con varios miembros de la Sociedad, y digo esto para aclarar de una vez por todas que nada tenemos contra la Asociación. »
Totalmente encontradas son las opiniones de Santiago Holcluin. gerente de la Asociación de Propietarios, que es claro y no se anda con rodeos: «La política de la Sociedad de Fomento es demasiado vetusta, arcaica y, por supuesto, está fuera de moda, sobre todo desde el punto de vista empresa. Hace falta y es inminente que se ponga en hora todo el reloj del hipódromo.»
Ocurre que la Asociación también se ha estancado, y por ahora su gestión no está siendo todo lo eficaz que las circuristancias requerían. Se habla de divisiones e incluso de que hay un buen número de asociados que no están de acuerdo con el gerente. «De moniento hay que esperar. No se puede olvidar que esta Asociación es un bebé y necesita un mínimo de tiempo para crecer. ¿Nuestra misión principal? Defender los intereses de propietarios y criadores.»
En cuanto a su relación con la Sociedad admite: «Ha habido algunas tensiones, en gran parte debidas a la bisoñez de la Asociación. De ahora en adelante se limaran asperezas. No obstante, insisto en que, por ejemplo, la regulación jurídica de la Sociedad de Fomento es arcaica y no tiene sentido, cosa lógica, porque permanece desde los primeros años del franquismo. Hubo un momento en que no buscaban la popularidad de las carreras. Ahora parece que quieren cambiar. Nosotros vamos a presentar a la Sociedad un escrito con veinte puntos que dejan clara nuestra postura, evidentemente distinta en muchas cosas.»
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