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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

UCD, en solitario

LOS DATOS provisionales sobre las elecciones celebradas ayer permiten prever cambios cualitativos en la política española de los próximos cuatro años. En el reparto general de escaños del Congreso se advierten unas inflexiones en el voto popular que habrá que analizar despacio, con rigor y con los datos exactos en la mano. El análisis de estas elecciones será doblemente arduo, por cuanto son, en cierta manera, los primeros comicios democráticos en los que no juega el facto de rechazo del régimen anterior, que pudo influenciar a parte del electorado del 15 de junio de 1977. Todo el segmento de votantes entre dieciocho y veintiún años es difícil de auscultar y el porcentaje de abstención «pasiva» acaso no se haya repartido porcentualmente entre todos los partidos. Hay mucho trabajo investigativo para los gabinetes sociológicos, los estados mayores de los partidos y los ciudadanos en general, por cuanto ahora, y con las elecciones municipales en ciernes, entramos todos de lleno en las auténticas «jornadas de reflexión».En cualquier caso es incuestionable el éxito electoral del partido del Gobierno. Sin mayoría simple, pero con una suficiente diferencia de escaños sobre el principal partido de la Oposición o presumibles coaliciones contrarias, tiene ante sí la perspectiva de un cuatrienio de gobierno en minoría, que podrá llevar adelante prácticamente en solitario, pactando coyuntural o periódicamente con otras minorías. Unión de Centro Democrático ya no necesita del consenso ni del perpetuo pacto de sus decisiones ejecutivas para gobernar con relativa comodidad, según sus propios criterios. Ello contribuirá, sin duda, a una notable clarificación en la vida política del país.

La contemplación del voto más conservador que el de UCD permite advertir también, en una primera impresión de urgencia, que a la derecha del Gobierno sólo hay espacio para intentos políticos residuales. Parece legítimo suponer que también el centroderecha siente representados sus intereses por UCD. En este sentido -por más que el análisis peque de grosero- puede decirse que la derecha ha votado con coherencia y unidad.

Siguiendo ese grosero, pero manejable, esquema de derechas-izquierdas, la elección de ayer refleja claramente el típico fraccionamiento de las izquierdas, en este caso severamente teñido de regionalismo o nacionalismo. Así, el Partido Socialista Obrero Español, que viene a mantener sus posiciones de hace dos años, ha visto recortadás sus mejores expectativas por el voto objetivamente socialista de parte del electorado, que ha preferido, en buena medida, votar en regionalista (el voto al Partido Socialista Andaluz ha perjudicado notoriamente al PSOE) o abertzale. El avance comunista es, porcentualmente, digno de estudio si se tiene en cuenta que ha concurrido a las urnas su izquierda marxista.

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Al margen de la consolidación del partido del Gobierno, ciertamente lo más destacable es el crecimiento de un estado de opinión de izquierdas que siente desconfianza por los partidos estatales de su mismo signo político. En concreto, los resultados electorales de significación abertzale en el País Vasco, y particularmente en Guipúzcoa, son preocupantes. Acaso encuentre aquí UCD el principal obstáculo de su próxima gobernación.

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