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Reportaje:

El arbitraje, una "profesión peligrosa en la que manda la vocación

Es difícil comprender las «recompensas» que puede llevar consigo una vocación tan peligrodsa como la de árbitro. La mayoría de los colegiados, con alguna excepción, cumple religiosamente la edad de jubilación para colgar el silbato. Los árbitros son agredidos, recusados, criticados, insultados, sancionados. Tienen prohibido recibir regalos y venderse, aunque les intenten comprar. Juan José Paradinas, con este segundo reportaje sobre los árbitros, intenta completar esa figura que cada domingo se viste de negro en un campo de fútbol

El arbitraje es realmente una «profesión» peligrosa, aunque más de la mitad de los colegiados de Primera aseguren que nunca han sufrido una agresión consumada. Cuatro árbitros ni siquiera han recibido un intento de agresión. Se trata de Medina Iglesias, Olavarría, Saiz Elizondo -precisamente los que más llevan en el arbitraje, veintiocho, veintisiete y veintiséis años, respectivamente- y Miguel Pérez.Orellana no pudo tener mejor bautismo de «sangre». Fue agredido en el primer partido que arbitró. El récord de agresiones consumadas corresponde a Pes Pérez, con más de ocho; le sigue Soriano, con seis, y Tomeo, con cinco. Borrás del Barrio fue agredido la pasada temporada, en el transcurso de un partido de juveniles, por un jugador de esta categoría. Por lo que se refiere a los intentos de agresión, algunos árbitros hablan de que se producen todos los domingos. Guruceta prefiere hablar de ganas de agresión, que asegura se producen cada domingo.

Los árbitros realmente atraviesan, con rara excepción, por momentos delicados. No es extraño que algunos se cansen de aguantar y se despidan del arbitraje antes de que les jubilen, a los 47 años. En los últimos años, siete fueron los árbitros que colgaron el silbato antes de tiempo. El último de ellos fue Soto Montesinos, que llegó a ser internacional. Prefirió dedicarse a los negocios. Tres ex árbitros fueron obligados a retirarse: Camacho, Rigo y Sánchez Ríos; los dos primeros, por presuntos «negocios», y el tercero. por falta de facultades técnicas. El resto de los colegiados prácticamente dejó el arbitraje amargado o presionado por manejos extradeportivos: Juango, tras arbitrar el Valencia-Barcelona de hace unas temporadas; Balaguer. prácticamente engañado por el Barcelona, después de que le Insultara el jugador azulgrana Gallego, lo que confirmó en el acta y de lo que después se retractó, y, por último, Melero, después de expulsar a Cruyff.

Las recusaciones

Más de la mitad de los árbitros, según han declarado los propios interesados, no han sido recusados por ningún equipo durante su paso por Primera División. Guruceta, por ejemplo, en tiempos más discutibles, en sus primeros años, llegó a estar recusado por nueve de los dieciocho equipos de Primera División. López Cuadrado fue recusado por la Real Sociedad, al hacer constar en el acta que en el partido jugado en Atocha contra el Salamanca, al formar el equipo donostiarra, antes de iniciarse el encuentro, algunos espectadores se colocaron detrás de los jugadores con una ikurriña. Este mismo árbitro fue recusado por el Santander porque, en el partido contra el Burgos, jugado en El Plantío, hizo constar en el acta que se lanzaron almohadillas al terreno de juego y que sus autores fueron aficionados santanderinos. Orellana fue recusado por el Santander por señalar que en el partido contra el Barcelona, en El Sardinero, el terreno de juego fue embarrado y encharcado momentos antes de iniciarse el encuentro. Los directivos santanderinos le indicaron que no lo hiciese, después de que el propio colegiado pudo presenciar directa y personalmente actitud tan antirreglamentaria.

Otros colegiados se autorrecusan, asimismo, para evitar suspicacias. Sosiano Aladrén, nació en Zaragoza, reside en Madrid y pertenece al Colegio Castellano, pero prefiere no arbitrar a los zaragocistas. Franco Martínez prefiere no arbitrar al Hércules, porque el equipo alicantino perteneció hasta hace un par de años a la Federación Murciana, para pasar a la valenciana. Pero se da la circunstancia de que otro árbitro murciano. Jiménez Sánchez, sí arbitra al Hércules. Las suspicacias llegan hasta el punto de que algunos clubs recusan a determinados árbitros porque consideran que han obtenido sus puestos de trabajo gracias a equipos rivales. Estos casos suceden principalmente con los clubs que pertenecen a la misma ciudad: Madrid y Atlético, Barcelona y Español, Sevilla y Betis...

El fútbol, de todos modos, es el único deporte en el país que permite a los clubs recusar a los árbitros. Se trata de un arma de doble filo, porque algunos colegiados, por temor a las recusaciones y la consiguiente disminución de actuaciones, dejan de ser totalmente imparciales. Cada club puede recusara cuatro colegiados cada temporada.

Preguntados los 32 árbitros de Primera División por las sanciones impuestas por sus superiores, sólo cinco de ellos respondieron afirmativamente; el resto de los colegiados aseguraron que nunca fueron sancionados. Los cinco árbitros que cargaron con una sanción fueron Guruceta, Crespo Aurré. Medina Iglesias, Orellana y Saiz Elizondo, éste por dos veces. De estas sanciones solamente una se hizo pública: el mes de sanción impuesto a Saiz Elizondo por su actuación en un Barcelona-Atlético de Madrid, ofrecido en directo por RTVE. De todos modos, la sanción más importante fue la que correspondió a Guruceta: seis meses sin arbitrar. Esta sanción fue prácticamente impuesta ante las presiones extradeportivas que surgieron al señalar un penalti contra los azulgranas en un Barcelona-Madrid, en el Camp Nou, falta que se produjo fuera del área, pero que el árbitro creyó que fue dentro.

Su mundo anecdótico

Nueve colegiados han reconocido que en una o más ocasiones, casi siempre de forma indirecta, intentaron comprarles. Se trata de Borrás del Barrio, Gallardo, Pes Pérez, Condón Uriz, Jaramillo. Olavarría, Acebal Pezón, Balsa Ron y Sánchez Arminio. Guruceta, además de asegurar que nunca ha sido tentado con estos manejos, confesó que si los hubiese tenido no lo diría. Sánchez Arminio tiene una hija con una enfermedad crónica, que requiere un tratamiento médico costoso. Más de un club importante se ofreció a pagarle todos los gastos, que rechazó.

Todos los demás datos que se puedan comentar sobre los árbitros de Primera División pertenecerán ya al mundo de la anécdota, como los dos años que Navarrete permaneció en un seminario; las segundas nupcias de Borrás del Barrio; las solterías de Guruceta y Condón Uriz, ya que todos los demás compañeros están casados; las pelucas que usan Saiz Elizondo y Fores, y la que llegó a usar Borrás del Barrio, que ahora prefiere mostrar su destacada calva.

Es curioso, por otro lado, lo que le sucedió al vizcaíno Urizar. Una revista deportiva publicó en sus páginas que este árbitro gozaba de una saneada economía. Y los cacos no tardaron en realizarle una visita. Le robaron 200.000 pesetas en su domicilio y como botón de muestra le dejaron el recorte de la revista en la que se hablaba de su dinero. Urizar cambió entonces la puerta de su domicilio. Mejor suerte tuvo otro colegiado adinerado, Navarrete. Los ladrones penetraron en su domicilio y se conformaron con llevarse sólo dos balones, uno de ellos el que se utilizó para el partido mil del Atlético de Madrid, y que había arbitrado, y el otro, con el que se jugó un partido de Copa de Europa, con el Inter de Milán, y en el que el colegiado malagueño actuó como juez de línea.

El árbitro extremeño Sánchez Ibáñez, al año de retirarse, también recibió la visita de los ladrones en su domicilio. Curioso y significativo fue conocer el inventario de lo robado, facilitado por la policía. En él figuraban numerosos regalos e insignias y otros recuerdos de oro y plata, en los que constaban los donantes, y entre los que se citaban algunos clubs españoles y extranjeros y también federaciones.

Los árbitros tienen prohibido recibir regalos de Navidad, y la obligación de devolverlos si se entregan a través de terceras personas. Los clubs conocen esta norma, que algunos se saltan. El Valencia, por ejemplo, regala una caja de naranjas. Algunos árbitros aseguran que ahora no se hacen regalos costosos -insignias o regalos de oro y plata- y se limitan a entregar banderines.

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