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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Dramáticos en TVE

El motivo de esta carta se centra, una vez más, en quejarme amargamente de la programación inaudita que RTVE nos ofrece diariamente. No voy a entrar en el contenido de esas series con que se intenta llevar al espectador medio al paroxismo, como Sumarísimo o El hotel de las mil y una estrellas, los que, una vez pasada la estupefacción inicial -¿cómo será posible tanta estupidez concentrada en un solo programa?- me producen una tremenda vergüenza ajena. Ni tampoco en el hecho de que los telediarios informen a medias -desinformen- sobre sucesos de la mayor importancia o que se hayan convertido en foco de propaganda electoral del partido del Gobierno -de repente los ministros se han convertido en invitados a todos los congresos y convenciones que cotidianamente tienen lugar en el mundo, lo que da motivo a que los cabezas de listas electorales de UCD sean entrevistados con el motivo más nimio.No. El motivo de mi carta se refiere a la vergonzosa programación dramática que sufrimos. Cuando los jóvenes autores españoles se quejan amargamente de verse marginados de la programación que ofrecen los teatros nacionales, RTVE se dedica acendradamente a ofrecernos, bajo la hábil tutela de don Gustavo Pérez Puig, La venganza de don Mendo, obra que el propio director de programas dramáticos de RTVE había dirigido para el Centro de la Villa de Madrid, donde se realizó la filmación. Obra que, durante el franquismo, habíamos tenido que tragarnos una y otra vez en base al «sano humor» que trasmite. Después nos ofrecen esa «maravilla» de ingenio que es La idiota, de Marcel Achard, y no contentos con el alto nivel de «calidad», esta semana nos han regalado los sentidos con la programación de La casa, del también autor novel don José María Pemán. Y una se pregunta una serie de cosas que parecen carecer de contestación: ¿Cómo no va a haber crisis en el teatro si la gente, el espectador medio, no ve más que.estas piezas de teatro rancio en la pantalla de su televisor? ¿Cuándo los altos «dirigentes» -que no directivos- de RTVE, que cobran sus muy sustanciosos sueldos a partir de los impuestos que nosotros, los españoles, pagamos religiosamente todos los meses, van a molestarse en pensar que los espectadores no sufrimos el retraso mental de la protagonista de Achard y que estamos hartos de que nos den gato por liebre? ¿Veremos alguna vez teatro de verdad en nuestro televisor? ¿Cuándo van a desaparecer de RTVE los nombres de siempre, los Pemán, Paso, Casona, Alonso Millán, para ceder su sitio a otros autores que ni intentan ocultar las cosas ni engañar a nadie con «sano humor», sino exponer las inquietudes y problemas de otra generación y de otros tiempos? ¿Cuándo los puestos desde los que se decide la programación de espacios dramáticos van a ser ocupados por profesionales del teatro y no por los señores que dominan los despachos de Prado del Rey desde que ténemos memoria de la existencia de RTVE?

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