Jean Renoir, entre la maestría y el compromiso
El pasado lunes falleció en Los Angeles (Estados Unidos) el director de cine francés Jean Renoir, a los 84 años de edad. La noticia la facilitó ayer su familia desde París. Jean Renoir, considerado por la crítica mundial como uno de los clásicos de la cinematografía, era hijo de Auguste Renoir, pintor impresionista que hace tiempo alcanzó la misma cualificación que su hijo en el ámbito pictórico. Todo parece indicar que el padre fue más revolucionario en su arte que el hijo, aunque los dos alcanzaron la fama de «inmortales».
Jean Renoir debe su interés por el cine a su moral de combate durante la primera guerra mundial: fue herido en una pierna, en 1915, y tras su recuperación volvió al frente como observador de aviación. Resultó herido nuevamente y fue precisamente en sus' períodos de rehabilitación cuando se convirtió en un apasionado espectador de cine, sobre todo de «seriales» norteamericanos y de las películas de Chaplin.En 1919 coincide, siq uiera sea indirectamente, con el mundo plástico del padre y se casa con Catherine Hessling, modelo de los impresionistas. 1924 supone el primer contacto con el cinematógrafo. Escribe el guión titulado Une vie sans joie, que será realizado por Albert Dieudonné con el título definítivo de Catherine, e interpretado por su mujer. La hija del agua (1924) es su primera película como director y el comienzo de lo que sería un largo calvario, superado satisfactoriamente por el realizador con grandes dosis de constancia: su pugna con los productores, que suelen basar sus criterios cinematográficos en función del éxito de taquilla. Nana fue su segunda película y su primer gran fracaso comercial. En 1931, con los productores en contra, consigue realizar On purge bébé en cuatro días y con un presupuesto de 200.000 francos de la época. Gracias a este alarde productivo realiza La golfa, un deseo largamente acariciado por el realizador. El productor piensa que el drama realista de Renoir es excesivamente descarnado para el público de entonces, le expulsa del rodaje y manda llamar a la policía para impedir que el realizador entre en la sala de montaje. La osadía de Renoir al contar una historia sin concesiones le supone el poder acabar el montaje del filme, puesto que ningún otro realizador se atreve a presentarlo como suyo.
Marcel Pagnol le llama a sus estudios de Marsella para que realizara un filme popular, sin mayores condicionamientos. El resultado fue Tony (1933). Los expertos señalan esta película como la primera de su gran época. Al año siguiente realiza Le crime de monsieur Lange, calificada como «la contribución de Jean Renoir a la causa del Frente Popular francés. En 1936 dirige La vie est á nous, en la misma línea de compromiso político que su filme anterior, remarcando el comportamiento de los intelectuales progresistas y su lucha antifascista. La película fue producida por el Partido Comunista de Francia. En el festival de Venecia de 1937 Renoir alcanzaría el reconocimiento internacional con la proyección de La gran ilusión; sin embargo, no obtuvo el primer premio por la presión del Gobierno fascista de Mussolini. Poco después realizaría La MarseIlesa, fiel ejemplar por cuanto su puso un cambio en los métodos productivos: Renoir conseguiría financiar una película sin necesidad de productor. Fue el público quien colaboró con sus aportaciones económicas en la producción. En 1939 dirige La régle du jeu, su última película en su país natal, antes de exiliarse en Estados Unidos. Jean Renoir continuó su labor en California, en cuya Universidad daría durante años clases de Historia del Cine, para acabar nacionalizándose como ciudadano norteamericano.
Una de las grandes influencias de Jean Renoir, y de su concepto cinematográfico realista, se plasmó en el liderazgo intelectual que asumieron los realizadores italianos del «neorrealismo». Visconti, Rossellini, Zampa, De Sica y un amplio etcétera reivindicaron el estilo de Renoir, adaptándolo a las nuevas circunstancias sociales, políticas y económicas. El tiempo y la experiencia vital hicieron evolucionar a Jean Renoir hacia postulados menos redentoristas o, cuando menos, más flexibles.
La Filmoteca Nacional de España dedica en esta semana una buena parte de su programación a la figura de Renoir, en un ciclo que comenzó hace tres semanas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.